ENFRENTAR AL RÉGIMEN Y SU CNE
Gehard Cartay Ramírez
El régimen y su Consejo Nacional Electoral vienen
haciendo todo lo posible para incrementar la abstención entre los opositores de
cara al 16 de diciembre.
Se trata de una estrategia descarada, adelantada con
toda la intención de demostrar que las rectoras del organismo electoral están
al servicio del régimen y que en ese propósito nada las detiene, ni siquiera
violar la Constitución Nacional, las leyes electorales y los propios
reglamentos del CNE.
Sin embargo, somos los
adversarios del proyecto castrochavista y comunista quienes decidiremos si le
hacemos el juego al régimen y sus rectoras electorales o, si por el contrario,
los enfrentamos otra vez el próximo 16 de diciembre. Si, en mala hora, resolvemos
lo primero -es decir, nos abstenemos-, entonces el oficialismo controlará las
gobernaciones y tendrá así el camino despejado para imponer su llamado Estado
Comunista.
Pero si enfrentamos al CNE y desbaratamos
la estrategia que adelantan para estimular la abstención, la desmoralización y
la desmovilización de los opositores -facilitando así la entrega al régimen las
gobernaciones este 16 de diciembre-, entonces podremos demostrarle que la lucha
continúa, que aquí nadie se rinde y que vamos a impedir el establecimiento del
castro comunismo en Venezuela.
Y esto es posible hacerlo, al contrario de
lo que creen algunos opositores pesimistas que, al plantear la abstención, se
hacen cómplices de las pretensiones del régimen y su órgano electoral.
Por esas razones, la semana pasada afirmé
-en unas declaraciones al periodista Dimas J. Medina, de La Prensa- que con un liderazgo auténtico y una decisión de lucha
inquebrantable, las denuncias contra el CNE no desmotivan en modo alguno a los
electores, sino todo lo contrario. Pueden entonces potenciar al máximo la
participación de los electores como una eficaz manera de protestar contra los
abusos, las corruptelas y el ventajismo del régimen y del propio organismo
electoral.
Y para que no quedaran dudas al respecto,
apelé a mi propia experiencia cuando gané la gobernación del Estado Barinas en
dos elecciones seguidas, una en diciembre de 1992 y otra en mayo de 1993, a
pesar de las maniobras del Consejo Supremo Electoral y del más alto tribunal.
Como
eso fue hace casi 20 años, y muchos jóvenes pueden ignorar lo que entonces
pasó, creo necesario recordar brevemente lo que ocurrió en aquella oportunidad.
(Algunos de ellos me lo han solicitado y aprovecho para informar que al
respecto escribí un libro -Barinas:
1992-1995, Crisis política, rebelión popular y cambio de gobierno-, donde
expongo la historia de manera amplia y detallada.)
Como ya
señalé, en diciembre de 1992 hubo elecciones para gobernador de Barinas y yo
obtuve entonces el triunfo como candidato de un amplio frente de oposición,
encabezado por Copei, MAS e independientes, entre otros factores. Derrotamos a
quien entonces era gobernador. Pero ni él ni su partido (AD) reconocieron mi
victoria. Y todo ello a pesar de que fui proclamado gobernador por dos Juntas
Electorales Principales distintas, una en diciembre de 1992 y otra en enero de
1993.
La
directiva del entonces Consejo Supremo Electoral desconoció también mi triunfo,
violando así las leyes de la materia. Incluso, la entonces Corte Suprema de
Justicia anuló aquellas elecciones de diciembre de 1992 y convocó nuevos
comicios para mayo de 1993, cuando de nuevo volví a obtener la victoria.
En tales
circunstancias, no solamente le gané dos veces a quien ejercía la gobernación,
sino que tuve que enfrentar dos decisiones absurdas: una del Consejo Supremo
Electoral, desconociendo mi proclamación como gobernador en diciembre de 1992 y
en enero de 1993; y la del máximo tribunal que anuló las primeras elecciones,
convocó a un segundo proceso y, por si fuera poco, violando la Constitución y
las leyes, cometió el abuso de nombrar a mi propio contendor como gobernador,
sin importarle que también era candidato al cargo, lo cual le dio una ventaja
indebida.
Nada
de esto nos amilanó entonces. Todo lo contrario, esos obstáculos nos motivaron
a luchar contra tánto atropello, y por eso mismo la mayoría del pueblo de
Barinas nos acompañó en esa lucha. No nos pusimos a llorar, ni nos
desmotivamos, ni mucho menos nos planteamos abstenernos, pues hubiera sido una
cobardía que los barineses jamás nos hubieran perdonado.
Recuerdo
estas cosas porque son un ejemplo de cómo resulta incierto que la gente se
desmoralice y se desmotive porque se denuncien las irregularidades y abusos del
régimen y del Consejo Nacional Electoral. Quienes sostienen lo contrario no
conocen los alcances de un liderazgo que sea capaz de motivar a la gente, ni
tampoco saben de lo somos capaces los venezolanos cuando defendemos una idea y
un propósito de lucha.
Por eso
sostengo que lo que está planteado ahora, guardando las distancias históricas,
es prácticamente lo mismo: luchar, resistir, enfrentar y derrotar al régimen y
su CNE. No hay otra opción y, como dijo alguna vez Bolívar, “vacilar es
perdernos”.
Lo que está en juego el 16 de diciembre es,
nada más ni nada menos, que la defensa de las regiones, la descentralización y
el neo federalismo, tal como lo establece el artículo 4 de la Constitución.
Debemos enfrentar y derrotar la pretensión oficialista de eliminar
gobernaciones y alcaldías para crear el Estado Comunal, que no es otra cosa que
el Estado Comunista al estilo cubano actual, donde todo depende del dictador de
turno y de unos consejos comunales integrados por comisarios políticos y sapos
policiales para controlarlo todo.
No entender la gravedad de todo esto
equivale a traicionar a la Patria, que es como decir a nuestros hijos y sus
hijos y al futuro de todos los venezolanos. Lo que se impone es continuar este
combate contra las pretensiones totalitarias y autoritarias del actual régimen,
y el voto sigue siendo un arma válida para enfrentarlo y derrotarlo.
LA PRENSA de Barinas – Martes, 06 de noviembre de 2012