martes, 16 de abril de 2013


HUELE A FRAUDE
Gehard Cartay Ramírez

Imposible no pensar que la “victoria” del candidato del régimen este domingo no es producto de un fraude premeditado y organizado.
Para comenzar, las mismas cifras que anunció el CNE son las que inducen a tal conclusión. Pareciera que fueron acomodadas y maquilladas, puestas allí -como una minúscula hoja de parra- para tapar la desnudez electoral de Maduro y su cúpula podrida.
Esas cifras reflejan una diferencia de apenas 234.935 votos, es decir, un punto porcentual a favor del candidato oficialista. Esta mínima diferencia acrecienta aún más las sospechas del fraude cometido. Pero no sólo se trata de este importante dato. Hay más: el régimen disminuyó este domingo su votación del pasado siete de octubre de 2012 en 685.794 votos. En cambio, Capriles aumentó 679.099 votos. Son números que ponen en evidencia que aquí hubo algo extraño y que sólo podría explicarlo una práctica fraudulenta, dirigida a evitar la derrota del régimen.
Si no, amigos lectores, ¿cómo se explica que siendo automatizado el sistema electoral se hayan tardado más de cinco horas para anunciar los resultados? Y ello, sin dejar de mencionar que el régimen, sospechosamente y al terminar las votaciones, desconectó internet y produjo un black out en las redes sociales y en la propia plataforma tecnológica del CNE.
Además, ayer, aquí en Barinas y en otros sitios del país, han  comenzado a aparecer cajas con comprobantes de votación, que quieren desaparecer para impedir el reconteo planteado por Capriles. Estos datos “no son conchas de ajo” y abonan las evidencias de que hubo algo irregular en los escrutinios finales.
Pero el fraude no es sólo en los resultados oficiales. Como nos consta a todos, y como siempre ha sucedido desde el año 2000 para acá, el CNE fue ciego, sordo y mudo ante los abusos del ventajismo corrupto y corruptor del régimen. Así, permitió la violación de la Constitución y de las leyes, al permitir que el alicaído candidato oficialista y su cúpula podrida utilizaran los recursos del Estado para favorecer su campaña electoral. Y lo hicieron a plena luz del día, con absoluta desvergüenza, como si ellos fueran sus dueños y no el pueblo venezolano, por lo cual les está prohibido usarlos y aprovecharse de ellos.
El CNE nunca impidió este vulgar peculado de uso y abuso del Patrimonio Público, tampoco la Contraloría y la Fiscalía de la República, obligados por ley a investigar y sancionar tal delito, y mucho menos los tribunales de justicia. Si hubo alguna sanción, siempre fue contra los opositores, y todas ellas con el propósito de amedrentarlos y acobardarlos, cosa que no lograron.
Fue así como miles de millones de bolívares de los presupuestos oficiales se usaron en la campaña electoral del usurpador. Fue así como los medios televisivos y radiales del Estado se convirtieron en canales de propaganda a favor del candidato oficialista. Fue así como todo tipo de bienes públicos, aviones, equipos y vehículos fueron utilizados con el mayor desparpajo en la campaña del partido del régimen. El CNE nunca lo impidió. Todo lo contrario: se diría que lo permitió y estimuló criminalmente.
El Comando Simón Bolívar ha documentado ya miles de denuncias concretas al respecto y serán denunciadas nacional e internacionalmente, a los fines de dejar al descubierto la inequidad y la desigualdad que caracterizaron la recién finalizada campaña electoral.
 Como lo dijo Capriles, su lucha y la nuestra fueron contra la gigantesca corrupción del régimen, contra los milmillonarios recursos del todopoderoso Estado venezolano, teniendo en contra todas las instituciones llamadas a garantizar la pulcritud del proceso y la necesaria igualdad ante la ley, comenzando por el CNE que actuó siempre para favorecer al candidato oficialista, como lo viene haciendo desde hace una década.
El mismo día de las elecciones, el CNE permitió que hordas violentas del régimen entraran impunemente a centros de votación a amenazar miembros de mesas y electores, sin que se tomaran medidas para evitarlo. En algunos casos, se robaron incluso las papeletas electorales, hicieron disparos y agredieron a la gente. El ya sospechoso y politizado Plan República apenas si actuó en los casos más escandalosos, pero, en general, se permitió a estos malandros oficialistas cometer todo tipo de tropelías, pues se sentían, sin duda, guapos y apoyados.
Finalmente, otro hecho notable: de nada les sirvió en esta breve campaña, y a pesar de lo reciente del hecho, la manipulación de la muerte de Chávez para establecer una conexión emocional con “su hijo”, como se auto presentaba Maduro en los mítines. Lo demuestra el hecho de que cerca de setecientos mil electores chavistas no se tragaron el cuento y votaron por Capriles.
Por todas estas razones, podría decirse -parafraseando lo que dijo el difunto Chávez en diciembre de 2008- que la de Maduro y su cúpula podrida sí es, en verdad, “una victoria de mierda”. El tiempo, que todo lo decanta y todo lo pone en su sitio, se encargará de demostrarlo pronto. 

(LA PRENSA de Barinas - Martes, 16 de abril de 2013)