miércoles, 4 de septiembre de 2013

EL RÉGIMEN DE LA MENTIRA
Gehard Cartay Ramírez
Pocas veces, o tal vez ninguna antes, hubo en Venezuela un régimen basado en la mentira como el que padecemos desde hace casi 15 años.
La mentira es su basamento esencial, y por ello todo de cuanto presume es falso. Por eso no es eficiente, ni honesto, ni trabaja por el pueblo, ni sus metas son el progreso y el desarrollo del país.
Todo lo contrario. Estamos en presencia del régimen más ineficiente que registra nuestra historia, lo cual, dicho sea de paso, constituye todo un récord en un país donde hubo gobiernos ineficientes en todas las épocas. Pero nunca uno como el actual.
Estamos en  presencia del régimen más corrupto entre todos los gobiernos corruptos que hemos sufrido. Sólo que nunca antes hubo un régimen corrupto que manejara más recursos que el actual. Los de antes fueron robagallinas, como ya se ha dicho. Estos corruptos de hoy son milmillonarios en dólares, con todos los recursos financieros que usted pueda imaginar. De ser unos limpios de solemnidad en 1998, ahora han pasado a ser una verdadera plutocracia, una oligarquía arribista como pocas.
Estamos en presencia de un régimen dirigido por demagogos y farsantes, como nunca los hubo en gobierno anterior alguno. Y es que ya son 15 años ininterrumpidos en el poder, dilapidando y robándose los más altos ingresos que el Estado venezolano ha obtenido por concepto de venta del petróleo, y no han sido capaces de resolver ninguno de los problemas que ofrecieron solucionar en 1998. Y no sólo eso: han creado nuevos y gravísimos problemas.
Han gastado más de 900 mil millones de dólares y no sólo no tienen una obra sólida que mostrar, sino que nos han endeudado como nunca antes. No sólo despilfarraron lo que recibió el país en estos años por concepto de la renta petrolera y de los altos impuestos que han creado vía Seniat, sino que comprometieron a la próxima generación con una deuda colosal que ellos -por supuesto- no van a pagar, sino nuestros hijos y sus hijos.
Todo cuanto hacen se basa en la mentira. Nada de lo que pregonan es verdad y, por tanto, todo cuanto dicen resulta ajeno a la realidad.
Así es como con el mayor desparpajo culpan de todos los males a la oposición, como si no tuvieran desde 1999 todo el poder y dentro del mayor sectarismo. Controlan todos los recursos del Estado y sus instituciones y, aún así, acuden a la mentira de denunciar sabotajes y endilgárselos a sus adversarios.
Acuden a la mentira como fieles discípulos de Goebbels, el ministro de Propaganda nazi, quien decía que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Eso, y no otra cosa, viene haciendo este régimen, distorsionando la historia, demonizando el pasado y pretendiendo convertir su gigantesca mentira en la única verdad.   
Y es que al lado de las mentiras de su eficiencia, de su honestidad y de su supuesta obra de gobierno, su discurso es también otra gran mentira, como ha quedado demostrado en estos 15 años.
Dicen ser patriotas y su gobierno es una colonia ideológica de Cuba, desde donde son dirigidos y tutelados. Dicen ser antiimperialistas y nos han hipotecado al imperio chino, como nunca lo hizo antes con otra nación ningún gobierno anterior de los que ellos catalogan como “imperialistas”.
Dicen que “ahora tenemos Patria”, mientras la dictadura cubana hoy invade todos los niveles del Estado, imponiendo decisiones y ejecutando políticas contrarias al interés nacional y, en paralelo, saquea recursos de los venezolanos para sostener su moribunda revolución.
Dicen que “ahora tenemos Patria”, mientras entregan la Guayana Esequiba -que forma parte indisoluble del territorio de Venezuela- al gobierno guyanés para complacer a la dictadura de Fidel Castro, que siempre ha sostenido que esos 155.000 kilómetros cuadrados no nos pertenecen.
El régimen actual es, pues, una sola y gran mentira. Porque así como mienten en cuanto al régimen mienten también en cuanto a sus personajes y sus situaciones. Está fresca aún la mentira que rodeó la enfermedad y muerte de su líder único. Nunca se supo -aunque algún día se sabrá- que pasó con este personaje, cuál fue su enfermedad y cómo murió. Engañaron no sólo al país, sino a las bases chavistas, a las que le ocultaron la verdad. Como en todo, pero en este caso se lo hicieron a su propia gente, urdieron una gran mentira.
Lo mismo sucede ahora con la nacionalidad del presidente designado por el CNE, cuya partida de nacimiento no aparece por ningún lado, al igual que la partida de defunción del anterior. Y conste que lo de Maduro es un grave problema de Estado que en una nación democrática ya habría sido abordado, corregido y sancionado como debe ser.
Es que este régimen, amigo lector, es, en sí mismo, una descomunal mentira.   

(LA PRENSA de Barinas - Martes, 03 de septiembre de 2013)