lunes, 2 de junio de 2014

ESTUDIANTES PRESOS, DELINCUENTES LIBRES
Gehard Cartay Ramírez
La miseria moral del régimen la demuestra el insólito hecho de que miles de estudiantes plenan las cárceles mientras la delincuencia anda libre y matando gente.
Lo afirmo porque se trata de una situación oprobiosa. Si la juventud de un país representa su futuro -y los estudiantes sus seguros líderes-, lo que ahora se está cometiendo aquí es un condenable crimen contra el porvenir de todos.
Y allí está la retratada la verdadera naturaleza del régimen chavista, antes y ahora. Su líder único y “comandante eterno” -como cursilonamente lo llaman sus partidarios- provenía de los cuarteles y no de alguna universidad. No militó nunca en ningún partido democrático y no supo de la política como una contienda entre primus interpares, sino como la de un pelotón de soldados bajo su mando.
Por esto mismo, el extinto tampoco conoció el valor de la discusión de ideas, el diálogo enriquecedor entre tesis contrapuestas, el respeto a los demás y la práctica de la tolerancia, entre otros principios que se desarrollan en las universidades y partidos democráticos, y no en los cuarteles. Por eso sus 14 años de mandato se caracterizaron por el desconocimiento de la opinión ajena, la lucha por liquidar al adversario y el aplastamiento de la disidencia, es decir, el ejercicio de la política como un acto de guerra militar.
Sus herederos siguen tales prácticas aberrantes. Y aunque su sucesor sea un civil, en el fondo mantiene la misma mentalidad militarista y totalitaria de su antecesor. Formado en las decadentes escuelas de formación castrocomunista de Cuba en los años ochenta, el sujeto adolece, además, de formación universitaria y se desconoce -dada su condición de oscuro personaje- si hizo estudios de alguna naturaleza. No lo condeno por eso, desde luego. Simplemente trato de buscar explicación a algunos de los disparates que, por lo general, acompañan sus intervenciones públicas.
Entre esos absurdos sobresale su tirria contra universidades y universitarios. Esa saña anti universitaria nos recuerda el patético grito del general fascista Millán Astray contra Miguel de Unamuno, el valiente rector de la Universidad de Salamanca, en tiempos de la guerra española. Aulló entonces aquel militar ignorante: “¡Viva la muerte!”, y más adelante: “¡Muera la inteligencia!”. Maduro y cualquiera de los esbirros del régimen parecen estar pensando lo mismo, a juzgar por sus actuaciones.
Lo grave es que esa conducta antiuniversitaria se acompaña con una política asesina y represiva, que ya contabiliza la muerte de más de 30 estudiantes, la ejecución de torturas contra cientos de ellos, miles de heridos y detenidos, así como allanamientos y destrucción de varias universidades en apenas tres meses.
Se trata, pues, de una postura criminal contra universidades y estudiantes, adelantada intencionalmente para liquidar la protesta universitaria. Ese malicioso propósito se desarrolla en dos fases: en un primer momento, someter a los universitarios por medio de la feroz represión que hemos visto y, luego, controlar o cerrar las casas de estudios superiores que no apoyan al régimen en su plan nacional de destrucción del país.
En este sentido, la última “perla” que soltó el ocupante de Miraflores lo dice todo al respecto: “Maduro calificó a movimiento estudiantil opositor de destructivo y degenerado” (La Prensa, 24-05-2014). No contento con lo anterior lo culpó de “quemar ciudades enteras” (¿?) y también de haber “quemado vivos a hombres y mujeres de esta patria” (¡!). Y, como para que no quedaran dudas de lo que aún falta -pero que se ejecuta criminalmente desde las alturas del poder-, agregó que al movimiento estudiantil “sólo le cabe la justicia”. Claro, la justicia del terror, que es la que se practica ahora en Venezuela, siguiendo las órdenes de la cúpula del régimen.
No dejan de ser tragicómicas estas exageraciones pues revelan una peligrosa patología, especialmente si se está en el poder y sobre todo en el poder absoluto, sin limitaciones. Revelan esa misma patología del general fascista Millán Astray cuando dio vivas a la muerte y gritó luego “¡Abajo la inteligencia!”.
Por eso mismo, el régimen prefiere llenar las cárceles con estudiantes presos, mientras los delincuentes mandan en las calles y asesinan todos los días a gente honesta y trabajadora. El régimen prefiere perseguir y detener estudiantes, en lugar de combatir a los asesinos y delincuentes que vienen ejecutando un auténtico genocidio contra la población venezolana.
 @gehardcartay
LA PRENSA de Barinas - Martes, 26 de mayo de 2014.