martes, 22 de marzo de 2016

MÁS ALLÁ DE LA ASAMBLEA NACIONAL


MÁS ALLÁ DE LA ASAMBLEA NACIONAL
Gehard Cartay Ramírez
     El combate opositor va más allá del que se libra en el seno de la Asamblea Nacional.
     No puede, por tanto, agotarse en el puro parlamentarismo, pues implicaría abandonar otras formas de lucha contra el régimen. Eso sería un error inexcusable. La oposición, por lo tanto, está obligada a ir más allá de su necesario combate desde la Asamblea Nacional contra un régimen forajido.
     Ya está demostrado que el régimen carece de escrúpulos y que poco o nada le importa la voluntad popular. La reciente sentencia del Tribunal Supremo “despojando” de atribuciones a la Asamblea Nacional y “arrogándoselas”, en violación flagrante de la Carta Magna, retrata una vez más las intenciones dictatoriales de la cúpula que manda. Desprecian así, de manera grosera y abusiva, la soberanía del pueblo manifestada inequívocamente en diciembre pasado y pretenden que un grupito de magistrados, nombrados de manera inconstitucional, ahora “legisle” por encima de la voluntad mayoritaria de los venezolanos. Esto es sencillamente inaceptable.
     Y es que este es un asunto de la mayor gravedad. Por una parte, es el propio Tribunal Supremo, obligado como está a cumplir y hacer cumplir escrupulosamente la Constitución y leyes de la República, el primero que las viola y desconoce, al pretender sustituir al Poder Legislativo, representado por la Asamblea Nacional. Por si fuera poco, ese TSJ tiene un poder originario derivado y no primario, pues no ha sido elegido por los venezolanos, sino designado por anteriores órganos legislativos, aunque en descarada violación de la Carta Magna. Sin embargo, pretende imponerse sobre la actual Asamblea Nacional, cuya legitimidad le fue otorgada directamente por el pueblo de Venezuela el pasado seis de diciembre.  
     Sería una necedad o una ingenuidad imperdonables pretender que limitándose a las vías estrictamente jurídicas y parlamentarias la oposición democrática va a lograr el cambio de régimen que Venezuela requiere cuanto antes. Sobre todo si se trata de un régimen autoritario y arbitrario como el actual, cuyo desempeño es antidemocrático, inconstitucional e ilegal desde todo punto de vista.
     Está muy bien que se pongan en marcha dispositivos constitucionales como la enmienda, la reforma constitucional, el revocatorio o la Asamblea Constituyente, sin olvidar la petición de renuncia a quien ocupa la presidencia e, incluso, el gravísimo asunto de su doble nacionalidad -hasta hoy no desmentida-, que constituye impedimento para ejercer tal cargo. Pero la oposición democrática debe acompañar todo este proceso jurídico con una intensa movilización popular como la que, por ejemplo, ahora tiene lugar en Brasil en protesta por la corrupción de sus gobernantes, y conste que esa crisis es minúscula si se la compara con la nuestra.
      La oposición debe entonces tomar las calles de manera pacífica, decidida y efectiva, tal como lo garantiza la norma constitucional. Debe visitar barrios y pueblos casa por casa, conversando con la gente y canalizando el descontento que se riega como una gigantesca mancha de aceite por todo el país. Debe contactar todos los gremios y sectores, y no contentarse con la simple utilización de los medios de comunicación social.
      No hay que olvidar que desde el seis de diciembre pasado la oposición democrática tiene el mandato de encabezar el creciente descontento que hoy se siente en todas partes ante la escasez de comida, el alto costo de la vida, la inseguridad, los pésimos servicios públicos y el saqueo corrupto del país a manos de la cúpula podrida del régimen, hoy huérfano de respaldo popular, según todas las encuestas, aparte de haber sufrido una auténtica paliza electoral en las elecciones parlamentarias de diciembre.
      Por eso resulta inoportuno y absurdo que se planteen ahora los proyectos políticos personales de algunos dirigentes opositores, cuando aquí hay que empujar un único proyecto colectivo y popular que no puede ser otro que el cambio urgente del régimen, por las vías constitucionales y democráticas, valga anotarlo, pues esta repetición nunca está de más.
      La oposición está obligada entonces a demostrar su fuerza y usarla. Porque no hay que olvidar que ese apoyo popular que hoy ronda el 70 u 80 por ciento hay que consolidarlo, ejerciéndolo. Porque -insisto- el mandato fundamental del último proceso electoral a la oposición democrática fue lograr el cambio del régimen para mejorar. Y esto no hay que olvidarlo.
        Esa es la tarea que debe ocuparnos a todos. Lo demás tendrá que esperar. Lo primero es lo primero.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 15 de marzo de 2016.