martes, 22 de enero de 2019



A propósito de su segunda edición, cito algunas opiniones sobre la primera edición de mi libro “Caldera y Betancourt, Constructores de la democracia” (1987), por parte de importantes personalidades latinoamericanas y venezolanas: 


“Un tema fascinante, así como es su estilo y la documentación usada para escribirlo. Conozco, respeto y admiro al doctor Caldera, de quien me considero su amigo. Y de muy joven tuve la oportunidad de conocer aquí a don Rómulo, cuando llegaba a buscar libros y revistas nuevos en la librería que tenía mi padre. Por todo eso es que la obra suya tiene doble interés para mí.”
José Joaquín Trejos Fernández.
Catedrático universitario y Presidente de Costa Rica (1966-1970).
(Carta al autor, de fecha 28-05-1987)

 “Un valioso aporte de investigación sobre el proceso de asentamiento democrático en Venezuela y América Latina”.
Luis Bedoya Reyes.
Ministro, congresante, alcalde de Lima, candidato presidencial y secretario general del Partido Popular Cristiano del Perú.
(Carta al autor, de fecha 24-06-1987)

“Brillante obra de investigación y análisis”.
Juan R. Aguirre Lanari.
Abogado, catedrático, académico, senador y canciller de la República Argentina.
(Carta al autor, de fecha 16-06-1987)

“Valiosa y muy interesante obra”.
Juan Pablo Terra.
Senador y Presidente del Partido Demócrata Cristiano de Uruguay.
(Carta al autor, de fecha 03-06-1987)


“Un excelente libro, escrito con conciencia, redactado con elegancia e inspirado en el deseo de fortalecer los mejores anhelos de la democracia venezolana (…) El tema escogido por Gehard Cartay Ramírez es difícil. El estilo de las ´vidas paralelas´ lo es de suyo (…) Indudablemente que era una tarea ardua para cualquier escritor y Gehard Cartay la ha abordado y la ha cumplido con inteligencia, con seriedad, con objetividad, solamente sacrificada por algunos excesos de cariño, de aprecio y de nobleza para quien es su compañero de partido, su compañero de lucha (...) No es un libro cualquiera, realmente. Dentro de la abundante literatura política de nuestros días tiene un valor propio, un valor preciso. No es un libro documental, no es una colección de documentos, pero es un libro muy documentado. Todo lo que afirma el autor lo basa en indagaciones que hizo para recoger testimonios, documentos, interpretándolos naturalmente, pero siempre con un sello de innegable nobleza”.
Palabras del ex presidente Rafael Caldera en la presentación del libro el día 11 de febrero de 1987.       

“Gehard Cartay Ramírez logra impecablemente su propósito: Caldera y Betancourt son confirmados como lo que son en realidad: los creadores por excelencia, junto con muchas mujeres y hombres venezolanos, de esta era democrática, la cual con sus virtudes y con sus sombras no ha tenido antecedentes en la historia de la Nación”.
Palabras de Abdón Vivas Terán,
Dirigente político y jefe parlamentario del Partido Social Cristiano Copei, en la presentación del libro el día 11 de febrero de 1987. 

“Excelente libro de Gehard Cartay sobre Caldera y Betancourt, como constructores de la democracia (…) El sistema se salvó, como lo prueba Cartay, por los enormes y significativos esfuerzos de Rómulo y Caldera (…) Cartay también hace memorias sobre el naufragio de la democracia como fruto del sectarismo”.
Alfredo Tarre Murzi (SANIN), periodista, político y parlamentario
 (“El Nacional”, 17-02-1987).

“Los copeyanos nunca han negado la importancia de Betancourt como pilar fundamental de la creación, de la consolidación, diría yo, de la democracia venezolana y mal podrían hacerlo puesto que fue la alianza de Rómulo Betancourt y de Rafael Caldera en aquel terrible quinquenio de la Presidencia de Betancourt entre el 59 y el 64 lo que permitió esa consolidación (…) La democracia en otras sociedades ha sido una planta que ha venido desarrollándose desde hace mucho tiempo, pero en los países de la América española y de la América portuguesa y de España misma no ha habido tradición moderna de gobierno participativo y de convivencia entre partidos. El juego político siempre ha sido de todo o nada. Gehard Cartay nos recuerda en este libro que el ensayo de gobierno pluripartidista que inaugura Betancourt en 1959 era la primera vez cuando un gobierno se sustentaba no únicamente en sus sectarios, en su partido, sino que trataba de hacer y de hecho hizo un gobierno de varios partidos, y cuando uno de los tres partidos abandonó la coalición, quedaron AD y Copei, Betancourt y Caldera, para defender aquello que parecía fugaz, destinado tal vez a perecer pronto, como lo es la democracia venezolana, que hemos visto cómo se ha consolidado”.
Carlos Rangel,
 periodista y escritor, autor “Del buen salvaje al buen revolucionario”, en el programa “Buenos Días”, trasmitido por Venevisión el lunes 23 de febrero de 1987.

 “Penetra Cartay senderos interesantísimos y exigentes (…) Cartay ofrece una interpretación del papel de uno y otro jefe histórico, y de la relación entre ellos y su función en la edificación de la democracia que en Venezuela vivimos. Hace afirmaciones polémicas. Nada, más de una vez, contra la corriente de la que llama ´historia oficial´ (…) Presenta hechos, refresca datos, cita documentos, reproduce declaraciones de prensa, acude a fuentes bibliográficas para respaldar sus conceptos y apoyar su alegato”.
Ramón Guillermo Aveledo,
dirigente político, parlamentario, escritor y docente universitario (“El Universal”/ 27-03-1987).    

“El libro de Gehard Cartay constituye un encomiable trabajo de investigación histórica y un excelente ejemplo de análisis político. Lo que la intuición recoge, la investigación comprueba y el análisis demuestra. La lectura del libro de Cartay es indispensable para comprender el proceso histórico de la experiencia democrática que hoy vive Venezuela.”
Valmore Acevedo Amaya,
dirigente político, ex gobernador del Táchira y senador de la República (“El Universal”, 19-04-1987). 
  
“Gehard Cartay Ramírez es un dirigente joven de Copei. Cartay muestra una preocupación intelectual e investigativa que queda demostrada en su reciente libro ´Caldera y Betancourt, Constructores de la Democracia´, editado por Centauro, el sello que dirige con acierto José Agustín Catalá. Su contenido es polémico (…) El libro viene a llenar un vacío. Y está bien escrito. Bien logrado.”
José Vicente Rangel,
dirigente político, periodista, parlamentario, ex candidato presidencial / (“El Universal”, 01-03-1987).

“Resulta sumamente interesante este libro de Cartay, que marca un nuevo punto de vista sobre lo que han representado y representan las figuras máximas de la democracia y de la política en Venezuela”.
Silvia Bernardini / (“El Mundo”, 22-12-1986).

“Una semblanza controvertida y polémica de ambas figuras, protagonistas de la historia reciente y actual, así como de indudable influencia en la futura (…) El libro del joven parlamentario viene a enriquecer la bibliografía que descubre  a las nuevas generaciones los hechos que fueron perfilando el proceso político venezolano contemporáneo (…) La obra de Gehard Cartay arranca con una visión comparativa de la formación ideológica y política de ambos líderes en su juventud, sus duros enfrentamientos y el compromiso histórico que establecen para evitarle al país la dolorosa experiencia de una nueva dictadura militar, posibilitada por el encono de las pasiones políticas”.
“El Universal” (11-02-1987).     

“El aporte de Betancourt y el aporte de Caldera, ya en el gobierno como en la oposición, son sucesos bien analizados en esta obra lúcida, diáfana y aleccionadora (…) Es un ensayo dialéctico para recordar lo bueno y desechar lo malo (...) Un libro excelente para alertar sobre los demonios del sectarismo”.
“El Diario de Caracas”  (15-02-1987).
  
“La obra es producto de una exhaustiva investigación sobre todos aquellos hechos resaltantes cumplidos por ambos estadistas en la defensa del sistema democrático. Cartay advierte que su libro no es ´la historia oficial a que se nos ha acostumbrado por lo que respecta a Rómulo Betancourt y Rafael Caldera´, señalando que ambas son figuras controvertidas y polémicas, ´sin que su firme influencia pueda dejar de sentirse en el futuro´”.
Diario “2001” (11-02-1987).







domingo, 13 de enero de 2019


UNA REFLEXIÓN EN LOS 73 AÑOS DE COPEI
Gehard Cartay Ramírez
El Partido Social Cristiano Copei llega a los 73 años de su fundación en difíciles circunstancias.
Diversas y múltiples causas han colocado ahora al partido en la situación más difícil de toda su historia. Por fortuna, y lo demuestra la historia, los partidos no se mueren de infarto, sino de mengua.
Ojalá este nuevo aniversario sirva para iniciar el camino de la recuperación de Copei. En el partido nadie sobra y todos somos necesarios. Se impone entonces retornar a la madurez institucional y volver al camino de la grandeza frente a Venezuela, como tantas veces lo demostró Copei a lo largo de estas siete décadas.
Porque si de algo podemos estar orgullosos los copeyanos es justamente del servicio que el partido le ha prestado a Venezuela desde 1946, ya sea en la oposición o en el gobierno. Y cuando el pueblo venezolano nos confió el poder al elegir presidentes a dos venezolanos de excepción, como Rafael Caldera y Luis Herrera Campíns -y posteriormente eligió también gobernadores y alcaldes postulados por Copei-, se hizo una obra de gobierno fructífera y positiva para todos, sin excepciones ni mezquindades.
Copei fue durante mucho tiempo una escuela de formación ideológica y un digno taller para la fragua de líderes nuevos a todos sus niveles, especialmente entre los más jóvenes, todo lo cual sirvió para que su juventud partidista se destacara como una de las más brillantes.
Quienes siempre hemos militado en Copei -desde que éramos apenas unos liceístas- y le hemos dedicado la mayor parte de nuestras vidas y compartido sus victorias y sus derrotas -incluyendo  también a los que hemos ocupado posiciones legislativas y gubernamentales por elección popular-, creemos que ha llegado el momento de volver a sentir al partido como una comunidad espiritual, solidaria y comunitaria, por encima de proyectos individuales o grupales. Ha llegado el momento de volver a nuestras raíces socialcristianas, en las que se formaron varias generaciones y convivían solidariamente la experiencia y lo novedoso, tras el compromiso fundamental de luchar “por la justicia social en una Venezuela mejor”.  
Por todas estas razones, corresponde a la militancia copeyana rescatar a la institución partidista. “Salvar el partido” fue la consigna durante la tiranía perezjimenista, cuando algunos dirigentes traicionaron a Copei y se plegaron al gobierno de turno. Esa misma consigna debe ser la de hoy, cuando atravesamos circunstancias aún más difíciles.
Hay que recuperar el sentido de hermandad partidista e ideológica que nos caracterizaba a los copeyanos. Siempre hubo discrepancias dentro del partido, pero los vencedores respetaban a los vencidos, y viceversa. Lamentablemente se abandonó la democrática tradición de respetar los resultados de las elecciones internas. En lugar de reconocer el triunfo del otro y asumir la derrota propia, se procedió a judicializar los pleitos domésticos. Hoy estamos en una fase crítica de todo este proceso, precisamente cuando es necesaria la presencia de un partido demócrata cristiano fuerte, en sintonía con la gente y sus problemas.
Ojalá la responsabilidad y el espíritu socialcristiano hagan posible la recuperación de uno de los más importantes partidos de masas de la historia contemporánea, que hizo una innegable contribución a la democracia con una sólida obra de gobierno al servicio de los venezolanos.

13 de enero de 2019

martes, 8 de enero de 2019


NUEVA EDICIÓN DE
 “CALDERA Y BETANCOURT,
 CONSTRUCTORES DE LA DEMOCRACIA”
Gehard Cartay Ramírez 
Ya se encuentra disponible en las principales librerías del país una nueva edición de “Caldera y Betancourt, constructores de la democracia”, publicado por Editorial Dahbar, con prólogo de Fernando Egaña y una apostilla mía que amplía y actualiza la primera edición de 1987.
Este es un libro que escribí hace 33 años, donde analizo el papel protagónico cumplido hasta entonces por estos dos grandes líderes históricos en el sostenimiento y consolidación de la Venezuela democrática que existió hasta 1999.
En su momento, la obra tuvo una importante repercusión, no exenta de polémicas, cuando la publicó Ediciones Centauro, del desaparecido editor José Agustín Catalá. Entonces, el análisis sobre Betancourt y Caldera abarcó hasta que cada uno terminó sus respectivos períodos de gobierno, el primero en 1964 y el segundo en 1974.
La nueva edición de “Caldera y Betancourt, constructores de la democracia” (340 páginas) se actualiza ahora al analizar la actuación política de ambos en los años siguientes. Luego de terminar su gobierno en 1964, Betancourt siguió siendo el jefe indiscutido de su partido Acción Democrática hasta que murió en Nueva York en 1981. Caldera, por su parte, continuó políticamente activo y volvió a ser elegido presidente en 1993, dos décadas después de haber finalizado su primer gobierno. La obra analiza en profundidad su segunda gestión presidencial entre 1994 y 1999.  
Espero que esta nueva edición resulte de interés para quienes quieran investigar la vida de ambos líderes políticos venezolanos.








sábado, 5 de enero de 2019


LA REVOLUCIÓN CUBANA, SESENTA AÑOS DESPUÉS: UN FRAUDE HISTÓRICO
Gehard Cartay Ramírez 
Acaban de cumplirse el pasado primero de enero sesenta años de la entrada de los guerrilleros de Fidel Castro a La Habana.
Extrañamente, el suceso no ha sido destacado por ningún bando, ni el que lo apoya –cada vez más reducido–, ni aquel que lo rechaza, ahora mucho más extenso que en sus inicios.
Una dictadura familiar y opresora por más de 60 años...
El hecho objetivo es que “ha pasado por debajo de la mesa”, sin grandes celebraciones ni manifestaciones en contra. Tal vez todo ello se explique porque, hoy en día, casi todo el mundo sabe que la llamada Revolución Cubana terminó siendo desde hace por los menos 40 años un fraude histórico, tal vez el más grande a nivel continental. Lo que se supuso un sueño de liberación y progreso para el pueblo cubano sólo ha sido desde 1959 una cruel pesadilla de opresión y pobreza para los hoy martirizados habitantes de Cuba.
Por desgracia, desde que el castrocomunismo asumió allí el poder siempre ha habido una relación entre nuestros dos países. En los años sesenta, Fidel Castro y su régimen encandilaron a un sector izquierdista de la juventud venezolana, provenientes del PCV y de AD, luego convertido en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR),  que pretendió imitar la guerrilla castrista triunfante en Cuba dos años antes. Pero aquí aquella aventura fracasó, como era de esperarse.
Electo Rómulo Betancourt presidente de Venezuela atendió como primer visitante extranjero a Fidel Castro en 1959, a escasos días de haber entrado en La Habana con sus guerrilleros. Vino a pedir petróleo y como Betancourt se negó, comenzó a conspirar contra su gobierno.
Aquella fue una experiencia trágica, un error lamentable, como lo han reconocido posteriormente casi todos sus actores principales. Y ello, además de las ya señaladas, por otras dos circunstancias: 1) Sus promotores no conocían a profundidad la guerra de guerrillas, su instrumentación y organización. Nunca se prepararon para adelantarla más allá del romanticismo de la mayoría. 2) Nunca contaron con el apoyo de una población que, por el contrario, los percibía como un puñado de aventureros violentos y terroristas, pero nunca como una alternativa al régimen democrático.
Sin embargo, en su momento, otro sector de la juventud venezolana se opuso al castrocomunismo y sus agentes guerrilleros en Venezuela. Lo liderizó la Juventud Revolucionaria Copeyana (JRC), que nunca se sintió encandilada por aquel fenómeno de moda, ni tampoco creyó -ni ha creído en estos sesenta años- que la llamada Revolución Cubana trajera consigo algo positivo al pueblo de Cuba.
 AD no tuvo entonces ninguna participación importante en aquella lucha. La razón era obvia: el partido eje de gobierno se había quedado sin cuadros juveniles al desertar con el MIR la mayoría de ellos. Correspondió entonces a los jóvenes socialcristianos la dura tarea de defender al gobierno democrático de Betancourt en los sectores estudiantiles y universitarios, y al escudar aquella gestión lo que defendían -en realidad- era nada más y nada menos que a la naciente democracia frente a la embestida insurreccional alentada y dirigida por comunistas y miristas, librada no sólo desde las guerrillas o mediante acciones terroristas, sino también desde liceos y universidades.
Hoy se puede afirmar, sin hipérbole alguna, que la democracia de esos días ya lejanos le debe mucho a la hidalguía, el coraje y la convicción de los jóvenes copeyanos de entonces. Porque, ciertamente, si no hubiera sido por la lealtad de las Fuerzas Armadas y de Copei, cuya vanguardia en los momentos más dramáticos fue precisamente la JRC, aquel difícil ensayo -que en lo fundamental obviamente sostuvo la entereza de Betancourt- hubiera naufragado en medio de las complejas circunstancias en que se desarrollaba. El apoyo de los socialcristianos amplió la base popular que sostenía al régimen, junto al respaldo del partido de Betancourt, a pesar de su división interna y del desgaste sufrido en ese quinquenio.
El castrocomunismo ha convertido a Cuba en una isla-cárcel de su pueblo.
Por eso hoy, cuando algunos dicen que se sienten engañados por haber apoyado la Revolución Cubana, los jóvenes socialcristianos –antes y ahora– pueden sentirse orgullosos de haber combatido en todos los terrenos esa perversión histórica. 
La Juventud Revolucionaria Copeyana nunca creyó en la farsa de la Revolución Cubana, ni siquiera cuando estaba de moda y encandilaba a no pocos ingenuos.