EL FINAL DEL RÉGIMEN
Gehard Cartay Ramírez
Como todo en la vida, el actual régimen se aproxima a su final.
Han sido 17 largos
años de una experiencia nefasta, como muy pocas en nuestra historia. Nunca
antes Venezuela había sufrido una etapa de tanta destrucción, odio y violencia
como la que ahora padecemos.
Si alguien piensa que lo que afirmo es una exageración
simplemente le recuerdo los casi 300 mil asesinatos que ha producido la
delincuencia desde 1999 (muchos más muertos que en todas nuestras guerras del
siglo XIX y XX), la demolición de la democracia a todos sus niveles, el empobrecimiento
generalizado de los venezolanos como pocas veces, la ruina de nuestro aparato
productivo industrial y agropecuario, el saqueo y destrucción criminal de PDVSA
y la existencia de la más vulgar corrupción gubernamental que haya visto este
país en varios siglos.
Desde que el chavismo asumió el poder al
pueblo venezolano le cayeron todas las plagas y desgracias juntas. Los
problemas que existían se agravaron como nunca y la cúpula podrida que manda
desde entonces ha creado nuevos problemas, más graves en todo sentido. Hoy hay
más miseria, pobreza, desempleo y delincuencia que en 1998. Hoy los servicios
públicos están peor que en 1998. Hoy hay menos comida y más escasez, más
inflación y peores sueldos que en 1998.
Hoy hay más
corrupción administrativa, robo y peculado que en 1998. Si hace pocos meses el
exministro estrella de Chávez, Jorge Giordani, y Edmée Betancourt, ex
presidenta del Banco Central de Venezuela, habían denunciado el robo de 25.000
millones de dólares a través de Cadivi, esta semana pasada la también ex
ministra y diputada chavista Ana Elisa Osorio acaba de denunciar el desfalco de
259.000 millones de dólares desde 2003 hasta hoy. Con el chavomadurismo, los
corruptos de gobiernos anteriores resultaron ser unos “roba gallinas”, como
dijo alguien una vez.
El régimen instaurado
en 1999 acabó con los avances en materia de calidad de vida que veníamos
logrando. Porque hay que advertir que Venezuela estaba mejor en todo sentido
antes de esa fecha. Hoy, en cambio, los venezolanos vivimos en peores
condiciones que el resto de los latinoamericanos, para no hablar de otras
latitudes. Nuestros trabajadores cobran el salario mínimo más bajo del
continente, mientras los precios de los artículos de primera necesidad suben
todos los días. Por supuesto, los desempleados y los más pobres son los que llevan
la peor parte de esta maldición que resultó ser el chavomadurismo en el poder.
La humillación
que el régimen les ha impuesto a los venezolanos se muestra en toda su
dimensión cuando nos obliga a hacer largas colas para intentar comprar algo de comida,
que por lo general escasea, y, si se consigue, sus precios son realmente
escandalosos. El régimen trata a los ciudadanos como si fueran animales y no
personas. Marcar a alguien con un serial en sus brazos y registrarlo en un
capta huellas para obligarlo a comprar una vez a la semana determinados
artículos, luego de hacer largas colas, constituye una descarada violación a
sus derechos humanos.
Por lo tanto, no hay ninguna razón para que el
chavomadurismo gane las elecciones parlamentarias de diciembre próximo. Todo lo
contrario: sobran razones para que las pierda, y las pierda por paliza, además.
Porque los venezolanos no tienen nada que agradecerle al régimen que los
acogota desde 1999. En cambio, tienen muchísimas razones para echarlos del
poder con los votos, una vez que pierdan la mayoría parlamentaria que ahora poseen.
Indudablemente, el régimen se acerca a su final. No podía
ser de otra manera, amigos lectores. Lo que no sirve hay que desecharlo, y este
es el caso del chavomadurismo. Dilapidaron y se robaron miles de millones de
dólares, y hoy los venezolanos son más pobres que antes, sin comida suficiente,
con una inseguridad que asesina todos los días, con la inflación más alta del
mundo y los peores servicios públicos del continente.
Dentro de esta ola de indignación nacional por el
desastre creado por el actual régimen, ¿Cómo podría el pueblo volver a votar
por quienes han destruido el país y nos han traído los peores males que ahora
sufrimos?
Por eso mismo, el régimen está desesperado y tratará de
impedir su derrota. Andan buscando la manera de suspender las elecciones
parlamentarias. Pero su margen de maniobra también se agota. Si llegaran a
suspenderlas estarían admitiendo ante todo el mundo su derrota. Por eso, la
realidad los obliga a realizarlas. Y si las realizan, las perderán
irremediablemente, a menos que se les ocurra un fraude masivo, en cuyo caso los
hechos terminarán por barrerlos del mapa.
Por eso, hasta las
piedras saben que serán derrotados este próximo seis diciembre.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 29 de septiembre de 2015.