CHAVOMADURISMO=POBREZA
Y CORRUPCIÓN
Gehard Cartay Ramírez
Fue una mentira colosal
aquello de que el chavomadurismo en el poder disminuyó la pobreza, como lo
sigue repitiendo la engañosa propaganda del régimen.
Fue tan mentira como aquella
otra de su jefe máximo, según la cual “ser rico es malo”, axioma en el que
nunca creyó la cúpula podrida que aquel enriqueció y dejó en el poder. Hoy son
una de las plutocracias más ricas del mundo, gracias a la corrupción y el
saqueo milmillonario de los dineros públicos y de sus criminales negociados con
el narcotráfico.
El chavomadurismo nunca hizo
nada para reducir la inmensa pobreza que sufre el pueblo venezolano. Nunca lo
hizo, ni antes ni ahora. Estos 18 años suyos en el poder se les han ido
haciendo demagogia, mintiendo, robando y acabando con Venezuela y su
democracia.
Y lo peor
es que en todo ese largo tiempo pudieron haber combatido la pobreza y reducido
su vertiginoso crecimiento, inaceptable en un país rico como Venezuela. Pudieron
haberlo logrado, como lo hicieron Chile, Brasil y Colombia en niveles
aceptables y tiempos relativamente cortos.
Pero aquí nunca se lo
propusieron con seriedad y de manera efectiva. Porque reducir la pobreza no se logra
con “misiones”, becas, ayudas, reparticiones o bolsas de comida. Eso es
demagogia, y de la peor. Eso es asistencialismo puro, que puede contribuir a
resolver en algo y de manera circunstancial la situación de los pobres, pero no
constituye una solución integral.
Lo que pasa
es que el asistencialismo forma parte de los populismos criminales, como el del
actual régimen venezolano y el que representa el peronismo en Argentina. Lo
instrumentan hábilmente porque es una forma de controlar a la gente pobre,
someterla por hambre y necesidades, hacerla dependiente del gobierno y usarla
para sus fines políticos y electorales.
Una política de Estado dirigida
a reducir la pobreza sólo tiene éxito en la medida en que produzca empleos
estables y bien remunerados a los ciudadanos, mejorando su seguridad personal,
social y jurídica, abriendo al país a la inversión privada, tanto nacional como
internacional, e inyectando recursos en obras de gran envergadura, tanto por
parte del gobierno como de los particulares, a través de un régimen de
concesiones, tal como lo hacen Estados Unidos y países de Europa y Asia.
Está ya demostrado que la
perversión populista jamás reduce la pobreza, sino todo lo contrario, tal como
lo demuestran recientes estudios y encuestas sobre este gravísimo problema.
Precisamente este sábado
pasado se publicó un estudio según el cual la pobreza en Venezuela se duplicó
en apenas un año. En efecto, si en 2014 había 48 por ciento de hogares en
pobreza, ahora en 2016 llegaron al 81,8 por ciento, es decir, 350.000 hogares
cayeron en pobreza en tan breve tiempo, o sea, casi dos millones de venezolanos
ingresaron al ejército de los pobres por culpa del actual régimen (El Nacional, 18-02-2017).
Estos datos
los acaba de revelar la Encuesta Condiciones de Vida en Venezuela, realizada
por un equipo de investigadores de las Universidades Católica Andrés Bello,
Simón Bolívar y Central de Venezuela (UCAB, USB y UCV). Estos nuevos pobres -porque
antes no lo eran- en sólo un año perdieron su capital en viviendas y
pertenencias, “además de conocimientos y destrezas adquiridas por inversión en
su educación (por lo que) ya no pueden mantener su estatus de vida porque la
situación del país no les permite mantenerse”.
En otras palabras, se trata de
venezolanos de clase media que ahora han pasado a ser pobres y que, sumados a
los compatriotas que ya antes lo eran, nos muestran un cuadro estadístico
dantesco, es decir, una Venezuela que cada día se empobrece más y más.
Mientras tanto, y por
contraste, la cúpula podrida se enriquece cada vez más. Todo lo cual demuestra
algo que siempre sucede bajo regímenes dictatoriales: la pobreza y la
corrupción crecen juntas. Sólo que mientras la primera afecta a la gran mayoría
del pueblo, la segunda sólo beneficia a la cúpula gobernante.
Por eso, no
son meras casualidades los mil millonarios escándalos de corrupción del actual
régimen, ya comprobados en instancias internacionales muy serias, visto que
aquí en Venezuela nadie los investiga y menos se castigan, y en los que
aparecen vinculados altos jerarcas del régimen chavomadurista, así como sus
familiares y testaferros.
El nuevo gobierno que surja
una vez que salgamos de esta pesadilla tendrá que establecer entre sus altas prioridades
reducir la pobreza y liquidar la corrupción. Se trata de una gigantesca deuda
que deja el actual régimen, luego de haber destruido a Venezuela, y para cuya
cancelación debemos disponer de la inteligencia y las capacidades que nos exija
tal compromiso.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 21 de febrero de 2017.
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