¿CUÁL SOBERANÍA ALIMENTARIA?
Gehard Cartay Ramírez
El actual régimen prefirió destruir
el aparato productivo nacional en estos 15 años y, en su lugar, acudir a
importaciones masivas de alimentos.
Esto significa dos cosas: que su
proyecto castrocomunista pasa por controlar la economía nacional liquidando la
libre empresa -una manera de perpetuarse en el poder- y que, por lo mismo,
resulta una mentira descomunal su cacareada “soberanía alimentaria”, inexistente,
como bien lo sabemos hoy.
Tal actitud inescrupulosa y
antinacional ha traído las dolorosas consecuencias que venimos sufriendo los
venezolanos: aparte de la ruina a que han condenado a nuestros productores
agropecuarios en general, ahora padecemos también el desabastecimiento y la escasez
como muy pocas veces antes.
No podían
ser otra las consecuencias, insisto. Lamentablemente, el régimen se propuso
liquidar de manera sistemática la producción industrial y agropecuaria del
país. Por eso, desde sus inicios, el difunto Chávez y su cúpula arremetieron
contra los grandes, medianos y pequeños industriales. Hoy suman más de 10.000
empresas destruidas, con su saldo de centenares de miles de trabajadores
despedidos.
Lo mismo
hicieron con la ganadería y la cría, al propiciar la anarquía, las invasiones y
el desconocimiento de la propiedad privada en el campo. Miles de fincas de grandes,
medianos y pequeños productores han sido invadidas desde 1999 por grupos al
servicio del régimen, bajo una pretendida reforma agraria, que no es tal. Los
predios invadidos con la anuencia criminal del régimen hoy están abandonados,
sin producir nada y en demostración palpable de que su propósito era destruir
lo que había, sin construir nada nuevo.
Por eso, hoy estamos como estamos.
Por eso mismo, desde hace al menos una década, el régimen gasta una parte
importante de la chequera petrolera en comprar afuera lo que deberíamos
producir aquí. Ha preferido arruinar a nuestros ganaderos y agricultores para
enriquecer a los de Argentina, Brasil, Uruguay, Nicaragua y ahora a los de la
vecina Colombia.
Esta semana pasada, Maduro anunció
que el régimen compraría 600 millones de dólares a los productores
agropecuarios de Colombia. Inmediatamente -como es de suponer-, satisfecho y
feliz, el presidente Santos confirmó la compra y detalló la millonaria venta al
régimen venezolano: “Venezuela va a comprar a Colombia 40.000 toneladas de
leche en polvo y de UHT, 60.000 cabezas de ganado en pie, 42.000 toneladas de
carne, 6.000 toneladas de mantequilla y margarina, 20.000 toneladas de aceite
de palma, 32.000 cajas de huevos fértiles y casi 1,7 millones de pollos” (El Universal, 14-09-2013).
Esa compra
de Venezuela, por cierto, le ha servido de salvavidas al gobierno colombiano
para conjurar, en parte, la significativa protesta agraria que se venía desarrollando
en el vecino país. Por su parte, Luis Alberto Russián, presidente de la Cámara
de Integración Económica Venezolano Colombiana, señaló que atenderán de
inmediato la compra de Venezuela “porque tienen excedentes” de productos
agropecuarios.
No deja de ser doloroso este
panorama para los venezolanos. Colombia, un país que desde hace 50 años sufre
un trágico conflicto armado en sus zonas campesinas y que hasta hace poco tuvo
que librar una feroz guerra contra los carteles de la droga, ¡hoy está en
mejores condiciones que nosotros desde el punto de vista de su agroproducción,
al punto tal que no sólo se autoabastece sino que puede vender sus excedentes
al exterior!
En cambio, nosotros no podemos hacer
ahora ni una cosa ni la otra. Ya no producimos par a abastecernos
internamente, mucho menos para exportar. El régimen, al arruinar nuestra
producción agropecuaria, nos ha condenado a este drama de carecer hoy de eso
que llaman “soberanía alimentaria”.
Como apreciará el lector, la comida
que se le comprará a los colombianos no es exótica o que no se pueda producir
en Venezuela. Todo lo contrario, pues aquí antes se producía leche, ganado en
pie, carne en canal, mantequilla y margarina, huevos y pollos, entre otros
renglones alimenticios, al menos para el consumo interno y en algunos casos
para la exportación.
Pero
gracias a la destrucción del aparato productivo nacional, ahora los que “están
bailando en una pata” son los agricultores y ganaderos de otros países: tienen
en Venezuela un comprador rico que no produce alimentos, pues los ganaderos y
agricultores de aquí han sido condenados a la ruina por ese mismo régimen que
hoy anda desesperado comprando afuera lo que antes se producía en nuestras
tierras.
Lo peor, en su criminal caradurismo
y cinismo, es que ahora nos salen con el cuento chino de que todo esto es culpa
de “la derecha y del imperio”, como si los venezolanos fuéramos unos imbéciles.
Como si aquí no se supiera que el
único culpable de la escasez y el desabastecimiento es el actual régimen,
empeñado desde hace casi 15 años en destruir nuestro aparato productivo
nacional, con lo cual “la soberanía alimentaria” de que se jacta es otra mentira
más.
@gehardcartay