martes, 17 de septiembre de 2013

¿CUÁL SOBERANÍA ALIMENTARIA?


¿CUÁL SOBERANÍA ALIMENTARIA?
Gehard Cartay Ramírez
El actual régimen prefirió destruir el aparato productivo nacional en estos 15 años y, en su lugar, acudir a importaciones masivas de alimentos.
Esto significa dos cosas: que su proyecto castrocomunista pasa por controlar la economía nacional liquidando la libre empresa -una manera de perpetuarse en el poder- y que, por lo mismo, resulta una mentira descomunal su cacareada “soberanía alimentaria”, inexistente, como bien lo sabemos hoy.
Tal actitud inescrupulosa y antinacional ha traído las dolorosas consecuencias que venimos sufriendo los venezolanos: aparte de la ruina a que han condenado a nuestros productores agropecuarios en general, ahora padecemos también el desabastecimiento y la escasez como muy pocas veces antes.
No podían ser otra las consecuencias, insisto. Lamentablemente, el régimen se propuso liquidar de manera sistemática la producción industrial y agropecuaria del país. Por eso, desde sus inicios, el difunto Chávez y su cúpula arremetieron contra los grandes, medianos y pequeños industriales. Hoy suman más de 10.000 empresas destruidas, con su saldo de centenares de miles de trabajadores despedidos.
Lo mismo hicieron con la ganadería y la cría, al propiciar la anarquía, las invasiones y el desconocimiento de la propiedad privada en el campo. Miles de fincas de grandes, medianos y pequeños productores han sido invadidas desde 1999 por grupos al servicio del régimen, bajo una pretendida reforma agraria, que no es tal. Los predios invadidos con la anuencia criminal del régimen hoy están abandonados, sin producir nada y en demostración palpable de que su propósito era destruir lo que había, sin construir nada nuevo.
Por eso, hoy estamos como estamos. Por eso mismo, desde hace al menos una década, el régimen gasta una parte importante de la chequera petrolera en comprar afuera lo que deberíamos producir aquí. Ha preferido arruinar a nuestros ganaderos y agricultores para enriquecer a los de Argentina, Brasil, Uruguay, Nicaragua y ahora a los de la vecina Colombia.    
Esta semana pasada, Maduro anunció que el régimen compraría 600 millones de dólares a los productores agropecuarios de Colombia. Inmediatamente -como es de suponer-, satisfecho y feliz, el presidente Santos confirmó la compra y detalló la millonaria venta al régimen venezolano: “Venezuela va a comprar a Colombia 40.000 toneladas de leche en polvo y de UHT, 60.000 cabezas de ganado en pie, 42.000 toneladas de carne, 6.000 toneladas de mantequilla y margarina, 20.000 toneladas de aceite de palma, 32.000 cajas de huevos fértiles y casi 1,7 millones de pollos” (El Universal, 14-09-2013).
Esa compra de Venezuela, por cierto, le ha servido de salvavidas al gobierno colombiano para conjurar, en parte, la significativa protesta agraria que se venía desarrollando en el vecino país. Por su parte, Luis Alberto Russián, presidente de la Cámara de Integración Económica Venezolano Colombiana, señaló que atenderán de inmediato la compra de Venezuela “porque tienen excedentes” de productos agropecuarios.
No deja de ser doloroso este panorama para los venezolanos. Colombia, un país que desde hace 50 años sufre un trágico conflicto armado en sus zonas campesinas y que hasta hace poco tuvo que librar una feroz guerra contra los carteles de la droga, ¡hoy está en mejores condiciones que nosotros desde el punto de vista de su agroproducción, al punto tal que no sólo se autoabastece sino que puede vender sus excedentes al exterior!
En cambio, nosotros no podemos hacer ahora ni una cosa ni la otra. Ya no producimos par lña droga, !uevos f0 toneladasho menos para xeportar.la otra. Ya no produc imos os carteles de lña droga, !uevos f0 toneladasa abastecernos internamente, mucho menos para exportar. El régimen, al arruinar nuestra producción agropecuaria, nos ha condenado a este drama de carecer hoy de eso que llaman “soberanía alimentaria”.
Como apreciará el lector, la comida que se le comprará a los colombianos no es exótica o que no se pueda producir en Venezuela. Todo lo contrario, pues aquí antes se producía leche, ganado en pie, carne en canal, mantequilla y margarina, huevos y pollos, entre otros renglones alimenticios, al menos para el consumo interno y en algunos casos para la exportación.
Pero gracias a la destrucción del aparato productivo nacional, ahora los que “están bailando en una pata” son los agricultores y ganaderos de otros países: tienen en Venezuela un comprador rico que no produce alimentos, pues los ganaderos y agricultores de aquí han sido condenados a la ruina por ese mismo régimen que hoy anda desesperado comprando afuera lo que antes se producía en nuestras tierras.
Lo peor, en su criminal caradurismo y cinismo, es que ahora nos salen con el cuento chino de que todo esto es culpa de “la derecha y del imperio”, como si los venezolanos fuéramos unos imbéciles.
Como si aquí no se supiera que el único culpable de la escasez y el desabastecimiento es el actual régimen, empeñado desde hace casi 15 años en destruir nuestro aparato productivo nacional, con lo cual “la soberanía alimentaria” de que se jacta es otra mentira más.
@gehardcartay

 (LA PRENSA de Barinas - Martes, 17 de septiembre de 2013)