sábado, 17 de diciembre de 2016

LUCHA SIN EXCLUSIONES



LUCHA SIN EXCLUSIONES
Gehard Cartay Ramírez
En la oposición hay ciertos dirigentes a quienes “los árboles no los dejan ver el bosque”, para citar un conocido refrán.
Son gente que no alcanza a mirar más allá de sus narices. Gente que no entiende el momento que vivimos. Gente que antepone sus intereses personales por encima de los intereses nacionales. Gente que cree que sus ambiciones individuales son más importantes que todo lo demás.
La colosal crisis que hoy sufrimos requiere otro tipo de dirigentes, dedicados a un esfuerzo mayúsculo -de ellos y sus partidos- en donde se combinen las ambiciones legítimas con la aspiración mayor de los venezolanos, que no es otra que el cambio urgente y radical de la actual situación.
Lo singular del momento político, económico y social de estos últimos años es que en Venezuela no funcionan la democracia ni sus instituciones. Así de sencillo. No estamos viviendo tiempos normales de desarrollo democrático, como sucedía en la República Civil entre 1958 y 1998. Ahora estamos bajo una dictadura disfrazada de democracia, producto de un injerto de fascismo y castrocomunismo, bajo la tutela de un gobierno extranjero y cuyo legado hasta ahora sólo ha sido la destrucción del país en todos los sentidos.
No es poca cosa, amigos lectores. Sufrimos una profunda crisis política, económica, social, institucional y moral, que ha puesto al país a la deriva y de la que no será fácil salir en los próximos años. Y ante un desafío como este, la frivolidad, la mediocridad y la falta de madurez de algunos dirigentes opositores -para no referirme a los del régimen, que las vienen mostrando desde hace ya 18 años- luce escandalosa.
De allí que resulte ineludible plantear una franca discusión al respecto, hacer correctivos a tiempo y colocar la conducción de la oposición democrática en manos de los más sensatos y experimentados, sean jóvenes o viejos, pues el asunto no es la edad cronológica de la dirigencia, sino las ideas y proyectos que Venezuela exige ahora. Y 2017 es una fecha apropiada al respecto, luego de los recientes sucesos políticos que han cambiado un poco la percepción de las mayorías con respecto a la conducción del movimiento opositor al régimen de Maduro y su cúpula podrida.
Vamos a detenernos en este último asunto porque no conviene asumir posiciones excluyentes, sectarias o autosuficientes. En la lucha opositora todos somos necesarios, aunque nadie es imprescindible. Toda persona o partido político que quiera aportar su colaboración en la tarea de salir de este ominoso régimen debe ser incorporado con la mayor amplitud. La oposición democrática no es propiedad de alguien en particular, ni de ningún partido. Y esto hay que tenerlo claro, sin espacio para equivocaciones.
Por eso  mismo, hay tener cuidado con el mito del simple "relevo generacional" como único instrumento eficaz para enfrentar el difícil momento histórico que vivimos. Y digo mito, porque esa es una vieja tesis a la que siempre apelan los dirigentes jóvenes, como si ellos no van a llegar también a la madurez cronológica. Se trata de un espejismo político de viejo uso, aquí y en todas partes. Hace 18 años lo utilizó Chávez, combinándolo con la antipolítica, otra falacia a la que se apela a veces. Y allí están sus desastrosos resultados. Sin embargo, existen hoy quienes en la oposición vuelven a este manoseado recurso para apuntalar sus proyectos personales.   
El problema, digámoslo de una vez, no es ser joven o viejo, sino capaz o incapaz, competente o incompetente, experto o inexperto, honesto o corrupto. Son las virtudes y no los vicios, más que la edad, las que resultan indispensables en quienes deban asumir la conducción opositora actual y en quienes vayan luego a dirigir el país, una vez que salgamos del actual régimen. 
Resulta muy claro también que las posiciones personalistas sobran en esta lucha. Lo que está planteado entonces es un amplísimo esfuerzo colectivo, sin excluir a nadie, sea viejo o joven. Un esfuerzo comunitario de gran alcance, que nos integre a todos los que estamos decididos a cambiar a Venezuela en lo inmediato. No comprender esta dimensión de nuestra lucha es agotarse en la mediocridad y facilitarle las cosas al régimen, cuyo único propósito es prolongarse en el poder, aunque el país se hunda cada día más.
El país debe saber que sólo saldremos adelante con planes y programas concretos, con equipos humanos capaces y bien preparados, con gente honesta y sensible al frente de la cosa pública, apartando a los ineptos y ladrones, y convocando a los mejores en la tarea ciclópea de reconstruir a Venezuela. 
 @gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 13 de diciembre de 2016.