lunes, 26 de noviembre de 2012


LA DEBACLE DE BARINAS
Gehard Cartay Ramirez
Se trata de una amarga ironía de la historia: la debacle de Barinas acontece precisamente cuando un hijo suyo es presidente de Venezuela, y su padre y un hermano han sido sucesivamente gobernadores de la entidad desde hace 15 largos años.
La Barinas que creyó llegada su hora estelar con la asunción del actual presidente, acompañado entonces por su padre en la gobernación del estado, sufre hoy, por contraste, la agudización de todos sus problemas, entre ellos, el hambre y la miseria. Paradójicamente, la familia Chávez Frías ha pasado a ser, de la noche a la mañana, una de las más poderosas –política y económicamente-, casi dueña de personas y por supuesto que de tierras, de cuya sola voluntad depende el destino de miles de habitantes de esta sufrida región.
Bajo su todopoderoso mandato, Barinas padece -insisto- una auténtica debacle en todos los terrenos. Hagamos un breve análisis al respecto.
Una debacle moral representada –desde 1999- por gobiernos corruptos como pocos, y vaya que los hubo en el pasado. Gobiernos incompetentes e insensibles, incapaces de haber aprovechado la extraordinaria oportunidad que les brindó la Divina Providencia para sacar a Barinas adelante, al tener a uno de los suyos en la Presidencia de la República, y a ellos mismos en el gobierno regional.
Desde 1999 los barineses hemos soportado un pésimo gobierno de ineptos, incapaces y corruptos, luego de haber malgastado miles de millones de bolívares, sin que la región se haya vista favorecida como debió serlo. El padre del presidente de la República, primero, y luego su hermano mayor, como gobernadores han continuado una gestión signada por la ineptitud, la corrupción y la insensibilidad ante tantos y graves problemas que sufre la región.
Barinas sufre desde 1999 una debacle económica como pocas veces. Siempre nos vanagloriábamos que la nuestra era una región petrolera, maderera, ganadera y agrícola. Hoy, en los inicios del siglo 21, nada de eso es verdad, con excepción de la parte ganadera, ahora herida de muerte por las políticas antiagropecuarias del régimen.
Ya no somos el emporio forestal que fuimos hasta hace poco. Insistir en eso es repetir una mentira o darnos un consuelo de pendejos. La reserva forestal de Ticoporo es un espejismo, luego de años de saqueo y robo indiscriminado de esa riqueza que no era nuestra, sino de nuestros hijos. Lo mismo ocurre con la de Caparo. No somos, pues, actualmente un estado maderero.
Tampoco somos un estado petrolero, al menos en cuanto a los beneficios económicos que podemos recibir al respecto. En los últimos 10 años se han reducido las actividades de PDVSA en Barinas, con que lo se ha deprimido, aún más, la economía regional y convertido a esa empresa petrolera en un una pesada carga burocrática.
Hoy no somos, obviamente, un estado agrícola. Aquí la agricultura ha sido estrangulada por el desconocimiento de la propiedad privada, la ausencia de seguridad jurídica y de respeto a la Constitución y las leyes de la República, las invasiones propiciadas por el régimen, la carencia de incentivos financieros, el pésimo estado de la vialidad rural, la inseguridad a todos los niveles y la ruina generalizada de la producción agrícola.
Nunca fuimos, en verdad, un estado industrial. Hubo, sí, intentos por iniciarnos como entidad agroindustrial, al igual que nuestro vecino Portuguesa. En ese esfuerzo fructificaron empresas como Promabasa e Indulac, ambas cerradas gracias al plan nacional de destrucción de nuestro aparato de producción agropecuaria e industrial. En paralelo, numerosas pequeñas y medianas industrias barinesas han sido liquidadas por falta de apoyo financiero o a causa de la depresión económica que sufrimos, con saldo de numerosos desempleados.
La debacle educativa es gravísima. El drama tragicómico de la UNELLEZ chavista lo dice todo en cuanto a nuestra primera casa de estudios, hoy en doloroso estado de ruina académica y económica. También la educación preescolar, primaria y media están en crisis. Y todo ello a pesar de que durante estos últimos 15 años han “gobernado” a Barinas dos docentes.
La debacle de los servicios públicos es criminal. La crisis de la salud es un monumento a la desidia. La inseguridad también campea a sus anchas, sin que nadie desde el gobierno intente al menos enfrentarla. Los apagones y la falta de agua potable en nuestros barrios y pueblos están a la orden del día.
Hay miseria, hambre y pobreza por todos lados. Hay desesperanza y frustración por dondequiera. En los barrios humildes y en los campos desolados nuestra gente barinesa sucumbe en medio de la peor situación que haya vivido en muchos años.
Y sin embargo, el chavismo se atreve a chantajear al electorado de los estados donde hoy gobierna la oposición con el criminal argumento de que si no eligen a sus candidatos no “bajaran” los recursos del gobierno nacional. Se trata de un acto de cinismo criminal, pues si aquí en Barinas, tierra natal del actual presidente y de su familia, de nada nos ha servido esa circunstancia… ¿qué podrían esperar entonces las otras regiones?

LA PRENSA de Barinas - Martes, 27 de noviembre de 2012.

Verdades
DEMOCRACIA Vs. “DEDOCRACIA”
Gehard Cartay Ramírez

Como lo señalé en mi anterior artículo, el “Poder Popular” del que tanto se ufana el régimen como un logro suyo resulta en la práctica todo lo contrario.
No hay tal “Poder Popular”, sino un disfraz de falsa participación, detrás del cual se esconde la tenebrosa figura del Estado Comunal o Comunista, que –históricamente- siempre ha significado una dictadura o, lo que es lo mismo, un régimen autoritario y totalitario.
En realidad, resulta imposible que el actual presidente venezolano pueda impulsar otra cosa distinta a lo que constituye su modelo, en este caso, la dictadura castrocomunista de Cuba. Aunque también son de su gusto cualquieras otras tiranías, a juzgar por su pública y rendida admiración por figuras como los desaparecidos Sadam Hussein y Mohammar Gadaffi, sin olvidar su simpatía por los sátrapas que aún gobiernan Siria, Bielorrusia o Zimbawe.
Está más que demostrado que su admiración por todo este elenco de asesinos y tiranos impresentables refleja, en el fondo, un deseo de imitación, especialmente por el largo tiempo de sus mandatos unipersonales, enemigos del relevo y la renovación.
Todo ello conlleva otra característica psicopática: la necesidad de controlarlo todo personalmente. Cualquier asunto, grande o pequeño, debe ser decidido por el autócrata, sin participación de más nadie. Éste, en efecto, considera que sólo él puede acertar en sus juicios y que los demás simplemente están obligados a obedecer su autoridad, sin discusión alguna.
Una mentalidad como esta, que desprecia el derecho de los demás a decidir, está imposibilitada para creer en la participación. Tan sencillo como eso. No le cabe en su raciocinio personal la posibilidad de compartir con alguien decisión alguna sobre cualquier asunto.
Por eso resulta un cruel ironía oír hablar al führer de Sabaneta de conceptos como Poder Popular o Democracia Participativa, opuestos a su manera de pensar y ejercer el poder, rémora que le viene dada por su mentalidad militar y militarista. Bien se sabe ya que la filosofía castrense se resume en la ecuación básica de mandar y obedecer, sin que medien argumentaciones, análisis o discusiones de ninguna naturaleza.
Tal vez por eso, Simón Bolívar, que bastante sabía del tema, afirmó varias veces que los militares no debían ejercer el gobierno, aconsejando siempre cuál era la verdadera naturaleza de sus funciones: la de defender la integridad territorial de la Patria, sin entrometerse en los demás asuntos públicos, por aquello de que era “insoportable el mando militar” en otras cuestiones.
Pero es que, por si fuera poco, los propios los hechos han demostrado la alergia del jefe único del actual régimen por las decisiones democráticas. Hagamos un repaso histórico al respecto.
Su primera candidatura presidencial de 1998 fue una decisión personal suya, pues no tenía partido político alguno que lo eligiera democráticamente. En esa oportunidad, por cierto, ninguno de los candidatos a gobernadores chavistas fueron producto de una elección democrática. Fueron nombrados, como hasta ahora, por el golpista de 1992 devenido en candidato presidencial.
Desde entonces, y a pesar de que la actual Constitución obliga a los partidos a seleccionar sus candidatos democráticamente en consulta abierta, el actual presidente nunca ha cumplido esa norma las varias veces que ha sido candidato presidencial en las elecciones de 2000, 2006 y 2012.
Tampoco, desde entonces, sus candidatos a gobernadores, alcaldes, diputados, legisladores y concejales han sido elegidos democráticamente. Todos han sido impuestos por la “dedocracia” del jefe único del proceso, en base a la incondicionalidad perruna que le profesen quienes aspiran tales cargos.
El ejemplo más reciente lo constituye este proceso de elección de gobernadores del 16 de diciembre y el de alcaldes, previsto para abril del próximo año.  Ninguno de los candidatos chavistas han sido elegidos democráticamente por las bases del PSUV, ni de otro partido aliado. Todos han sido impuestos a dedo por el jefe único del régimen.
Pero no sólo eso ha sucedido. Casi todos son paracaidistas, sin vinculación alguna con los estados donde han sido lanzados –dicho sea esta vez literalmente- como candidatos a gobernador. No los conoce nadie, ni conocen a nadie. No conocen sus problemas y mucho menos sus soluciones. Y algunos hasta abusan de su ignorancia, como el candidato impuesto por el oficialismo en Táchira, estado que según él… ¡tiene límites con Brasil!
Ese absurdo proceder del jefe único del régimen demuestra su absoluto desprecio por los venezolanos de cada estado del país. Le importa un carajo la opinión de cada uno de ellos sobre la persona que debería ser su gobernador. Y le importa un carajo, repito, porque a él lo único que le importa es él mismo y su desmedida ambición de poder y la necesidad patológica de someter y mandar a los demás.
Como al lector le consta, los candidatos de las fuerzas democráticas fueron elegidos por los votantes de cada entidad federal, mediante elecciones abiertas, secretas y universales. Por eso todos son auténticos representantes de sus regiones, queridos por su gente, conocedores de sus problemas y soluciones, y comprometidos, por tanto, con el desarrollo y bienestar de sus pueblos.
¿Poder Popular? ¿Democracia participativa y protagónica? Nada de eso, amigo lector: “Dedocracia”, pura y simplemente. Por eso, este 16 de diciembre la batalla será entre Democracia y “dedocracia”.

LA PRENSA de Barinas - Martes, 20 de noviembre de 2012
Twitter@gehardcartay

martes, 13 de noviembre de 2012

¿CUÁL PODER POPULAR?
Gehard Cartay Ramírez


Entre las grandes mentiras del régimen sobresale una de la que se ufana permanentemente: el llamado “Poder Popular”.
Y la verdad es que no existe tal “Poder Popular”. Lo que existe es una apariencia, un discurso demagógico, una trampa caza bobos.
Lo que existe es una auténtica superchería, con la que se pretende dar un barniz de supuesta participación popular a un mero proyecto autocrático, caudillista y personalista como el que encarna el actual presidente de la República y que nos retrotrae a lo peor que en esta materia sufrió el país en el pasado.
Ese llamado “Poder Popular” tan cacareado por el régimen  es una simple pantalla, una vulgar entelequia. Si se profundiza sobre el tema, resultará muy fácil descubrir que allí, en realidad, no existe algo que parezca siquiera una aproximación a la participación real del pueblo en la decisión de sus asuntos.
Se trata, entonces, de una gran mentira, como aquella otra, también pregonada hace años por el jefe del régimen, que hablaba de una “democracia protagónica y participativa”, para oponerla a la democracia representativa, contemplada en la Constitución de 1961.
Lo más grave de todo esto es que, detrás del llamado “Poder Popular”, se esconde un propósito siniestro: instalar en Venezuela un sistema político y económico basado en la fracasada experiencia de la Revolución Cubana. Y eso no es otra cosa que un régimen comunista, dicho así, con todas sus letras, aunque a ciertos líderes opositores les cueste denunciarlo tan crudamente.
Tal es la esencia del Estado Comunal o Comunista. Una vieja chatarra ideológica del marxismo comunismo, con muy trágicos y fracasados  antecedentes en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), muerta por inviable en 1990, y en la China Comunista de Mao Tse Tung, también liquidada por sus herederos políticos.
Más tarde, el mal llamado “Poder Popular” fue reinstaurado por el dictador comunista norcoreano Kim Il Sun, hace ya más de 60 años, rescatado luego por la tiranía cubana de Fidel Castro, y refrito ahora por el führer de Sabaneta. Todas estas viudas del comunismo insepulto del siglo XX creen que pueden revivirlo como mecanismo para asegurarse -y algunos lo han logrado- la supervivencia de sus dictaduras.
Como puede colegirse fácilmente, no se trata de algo novedoso, ni de una experiencia exitosa. Todo lo contrario: estamos ante un mecanismo engañoso, cuyo único propósito es el de ser un férreo instrumento de control sobre los ciudadanos. Por eso, precisamente, le gusta tanto a los tiranos y a quienes aspiran a serlo.
Y esta es la única razón por la que el actual régimen quiere imponer el mal llamado “Poder Popular” en Venezuela: para asegurarse su permanencia en el poder, disfrazando un régimen vertical, autoritario y totalitario con la hoja de parra de una falsa organización popular.
Por eso vienen implantando todo un tinglado de leyes contrarias a la Constitución, dirigidas a servirles de apoyo al Estado Comunal o Comunista, entre ellas, por ejemplo,  la Ley del Poder Popular, la Ley de Comunas, la Ley del Sistema Económico Comunal, la Ley de la Controlaría Social y la Ley de Planificación Pública.
Se está creando así un Estado Comunista -contrario al consagrado en la Constitución- que terminará liquidando, en su momento, las elecciones libres y soberanas para escoger al presidente y los diputados a la Asamblea Nacional. Igualmente, serán suplantadas gobernaciones y alcaldías por unas tales Comunas Socialistas que sólo dependerán de la Presidencia de la República, tanto financiera como políticamente, conformando así una estructura vertical, personalista y autocrática, absolutamente antidemocrática y antipopular.
Su papel ha sido ya definido por el jefe único del régimen: “La Comuna es la esencia de la organización del Estado de la revolución bolivariana. Una entidad local socialista (….) Cada comuna recibirá recursos del Estado, contará con un Parlamento Comunal y una Carta que garantizará la primacía del interés colectivo sobre el interés particular”. Más claro no canta un gallo.
Lo que tiene de antidemocrática tal pretensión, lo confirma el propio führer sabaneteño, al anunciarnos que aquí el pueblo no volverá a elegir sus gobernantes o representantes. Nada de eso. En el Estado Comunal o Comunista eso se acabará: “El pueblo es el depositario de la soberanía y la ejerce a través del poder popular que no nace del sufragio (…) sino que se expresa en comunidades, comunas y auto gobierno de las ciudades”. ¿Hará falta mayor claridad sobre los objetivos comunistas del régimen?
Entonces, amigos lectores, bien vale la penar preguntar y preguntarse: ¿Cuál Poder Popular, si todo ello no es más que una colosal mentira para darle mayor poder a un presidente con ambiciones de permanecer de por vida en el poder, instaurando así una dictadura que se lo garantice?
Contra todo ello hay que rebelarse, y el voto es un arma, entre otros recursos, que tenemos a la mano para impedir que aquí se instaure un Estado Comunal o Comunista.


LA PRENSA de Barinas- Martes, 13 de noviembre de 2012

martes, 6 de noviembre de 2012



ENFRENTAR AL RÉGIMEN Y SU CNE
Gehard Cartay Ramírez
El régimen y su Consejo Nacional Electoral vienen haciendo todo lo posible para incrementar la abstención entre los opositores de cara al 16 de diciembre.
Se trata de una estrategia descarada, adelantada con toda la intención de demostrar que las rectoras del organismo electoral están al servicio del régimen y que en ese propósito nada las detiene, ni siquiera violar la Constitución Nacional, las leyes electorales y los propios reglamentos del CNE.
     Sin embargo, somos los adversarios del proyecto castrochavista y comunista quienes decidiremos si le hacemos el juego al régimen y sus rectoras electorales o, si por el contrario, los enfrentamos otra vez el próximo 16 de diciembre. Si, en mala hora, resolvemos lo primero -es decir, nos abstenemos-, entonces el oficialismo controlará las gobernaciones y tendrá así el camino despejado para imponer su llamado Estado Comunista.
     Pero si enfrentamos al CNE y desbaratamos la estrategia que adelantan para estimular la abstención, la desmoralización y la desmovilización de los opositores -facilitando así la entrega al régimen las gobernaciones este 16 de diciembre-, entonces podremos demostrarle que la lucha continúa, que aquí nadie se rinde y que vamos a impedir el establecimiento del castro comunismo en Venezuela.
     Y esto es posible hacerlo, al contrario de lo que creen algunos opositores pesimistas que, al plantear la abstención, se hacen cómplices de las pretensiones del régimen y su órgano electoral.
      Por esas razones, la semana pasada afirmé -en unas declaraciones al periodista Dimas J. Medina, de La Prensa- que con un liderazgo auténtico y una decisión de lucha inquebrantable, las denuncias contra el CNE no desmotivan en modo alguno a los electores, sino todo lo contrario. Pueden entonces potenciar al máximo la participación de los electores como una eficaz manera de protestar contra los abusos, las corruptelas y el ventajismo del régimen y del propio organismo electoral.
     Y para que no quedaran dudas al respecto, apelé a mi propia experiencia cuando gané la gobernación del Estado Barinas en dos elecciones seguidas, una en diciembre de 1992 y otra en mayo de 1993, a pesar de las maniobras del Consejo Supremo Electoral y del más alto tribunal.
      Como eso fue hace casi 20 años, y muchos jóvenes pueden ignorar lo que entonces pasó, creo necesario recordar brevemente lo que ocurrió en aquella oportunidad. (Algunos de ellos me lo han solicitado y aprovecho para informar que al respecto escribí un libro -Barinas: 1992-1995, Crisis política, rebelión popular y cambio de gobierno-, donde expongo la historia de manera amplia y detallada.)   
     Como ya señalé, en diciembre de 1992 hubo elecciones para gobernador de Barinas y yo obtuve entonces el triunfo como candidato de un amplio frente de oposición, encabezado por Copei, MAS e independientes, entre otros factores. Derrotamos a quien entonces era gobernador. Pero ni él ni su partido (AD) reconocieron mi victoria. Y todo ello a pesar de que fui proclamado gobernador por dos Juntas Electorales Principales distintas, una en diciembre de 1992 y otra en enero de 1993.
      La directiva del entonces Consejo Supremo Electoral desconoció también mi triunfo, violando así las leyes de la materia. Incluso, la entonces Corte Suprema de Justicia anuló aquellas elecciones de diciembre de 1992 y convocó nuevos comicios para mayo de 1993, cuando de nuevo volví a obtener la victoria.
      En tales circunstancias, no solamente le gané dos veces a quien ejercía la gobernación, sino que tuve que enfrentar dos decisiones absurdas: una del Consejo Supremo Electoral, desconociendo mi proclamación como gobernador en diciembre de 1992 y en enero de 1993; y la del máximo tribunal que anuló las primeras elecciones, convocó a un segundo proceso y, por si fuera poco, violando la Constitución y las leyes, cometió el abuso de nombrar a mi propio contendor como gobernador, sin importarle que también era candidato al cargo, lo cual le dio una ventaja indebida.
      Nada de esto nos amilanó entonces. Todo lo contrario, esos obstáculos nos motivaron a luchar contra tánto atropello, y por eso mismo la mayoría del pueblo de Barinas nos acompañó en esa lucha. No nos pusimos a llorar, ni nos desmotivamos, ni mucho menos nos planteamos abstenernos, pues hubiera sido una cobardía que los barineses jamás nos hubieran perdonado.
      Recuerdo estas cosas porque son un ejemplo de cómo resulta incierto que la gente se desmoralice y se desmotive porque se denuncien las irregularidades y abusos del régimen y del Consejo Nacional Electoral. Quienes sostienen lo contrario no conocen los alcances de un liderazgo que sea capaz de motivar a la gente, ni tampoco saben de lo somos capaces los venezolanos cuando defendemos una idea y un propósito de lucha.
     Por eso sostengo que lo que está planteado ahora, guardando las distancias históricas, es prácticamente lo mismo: luchar, resistir, enfrentar y derrotar al régimen y su CNE. No hay otra opción y, como dijo alguna vez Bolívar, “vacilar es perdernos”.  
     Lo que está en juego el 16 de diciembre es, nada más ni nada menos, que la defensa de las regiones, la descentralización y el neo federalismo, tal como lo establece el artículo 4 de la Constitución. Debemos enfrentar y derrotar la pretensión oficialista de eliminar gobernaciones y alcaldías para crear el Estado Comunal, que no es otra cosa que el Estado Comunista al estilo cubano actual, donde todo depende del dictador de turno y de unos consejos comunales integrados por comisarios políticos y sapos policiales para controlarlo todo.
      No entender la gravedad de todo esto equivale a traicionar a la Patria, que es como decir a nuestros hijos y sus hijos y al futuro de todos los venezolanos. Lo que se impone es continuar este combate contra las pretensiones totalitarias y autoritarias del actual régimen, y el voto sigue siendo un arma válida para enfrentarlo y derrotarlo.

LA PRENSA de Barinas – Martes, 06 de noviembre de 2012

sábado, 3 de noviembre de 2012

BARINAS Y LA REGIÓN ANDINA

Discurso del diputado
GEHARD CARTAY RAMÍREZ
en el acto de instalación de las III Jornadas de Trabajo del Bloque Parlamentario de Los Andes

(Barinas, 5 de noviembre de 1982)

Por primera vez se reúne en la ciudad de Barinas el Bloque Parlamentario de los Andes. Lo hace para celebrar su III Jornada de Trabajo, atendiendo a lo dispuesto en el artículo 103 del Reglamento Interior y de Debates del Congreso de la República, cuyo artículo 101, luego de la reforma aprobada recientemente, institucionalizó la figura de los Bloques Parlamentarios, agrupados conforme a las regiones administrativas del país.
La verdad es que esta jornada se reúne en medio de una singular expectativa. Como se sabe, la representación del Estado Barinas no se ha incorporado al Bloque Parlamentario de los Andes. Esa circunstancia se ha debido a numerosas razones, desde aquellas que tienen que ver con la funcionalidad de este tipo de agrupaciones, hasta las que se refieren a la consideración -presente desde siempre- sobre la conveniencia de que el Estado Barinas se encuentre integrado a una región que, como la andina, guarda características muy disímiles a la de nuestra realidad llanera.
No venimos, sin embargo, los parlamentarios de Barinas a plantear aquí actitudes separatistas o disidentes a ultranza. Pero sería ciertamente insincero si no me hiciera eco de una inquietud que comparten gruesos sectores de la comunidad barinesa y la totalidad de la representación parlamentaria de la entidad, en torno al descontento y el escepticismo que se observa en relación a nuestra presencia en la región andina.
Sin entrar a considerar cuestiones de orden sociológico o idiosincrático y -menos aún- sin tener que hacer un análisis histórico sobre el particular, Barinas se ha sentido siempre como la parte menos compensada, a pesar de ser la de mayores riquezas naturales y la de mayor extensión territorial dentro de la llamada región andina. Desde siempre se nos tratado en forma discriminada, sobre todo en lo que respecta a los centros de decisión de los organismos públicos de la zona, ya de por sí débiles a causa del excesivo centralismo que caracteriza a la actual estructura administrativa venezolana. Podría citar, por vía de ejemplo, que Barinas apenas es sede de uno solo de los organismos oficiales del Poder Central, mientras que los demás estados, sobre todo Táchira y Mérida, monopolizan la casi totalidad de las jefaturas de región de las entidades nacionales, todo lo cual configura un trato desigual e irritante que debe modificarse urgentemente en aras de la propia existencia de la llamada región andina.
Anótese además la circunstancia de que Barinas se ha venido convirtiendo aceleradamente en una zona receptora de amplios contingentes humanos, provenientes del área de los Andes, que a diario llegan a esta tierra en procura de trabajo, progreso y bienestar en sus zonas agrícolas y pecuarias. No obstante esa realidad, el Estado Barinas, siendo como es un emporio agropecuario a nivel nacional, no cuenta ni siquiera con una instancia jerárquica, aunque sea de aquellas que se relacionan con los organismos de la reforma agraria y de la producción del campo.
Lamentablemente -hay que decirlo-, desde hace mucho tiempo se nos ha venido dejando de lado, a consecuencia, justo es reconocerlo también, más que por circunstancias externas, por la abulia y el conformismo que históricamente han venido condicionando el desarrollo de Barinas y sus habitantes.
Quienes creemos en el futuro de esta promisoria región, porque sabemos de sus posibilidades y potencialidades, vamos a luchar con denuedo y constancia para que se haga justicia a sus moradores y al papel protagónico que el Estado Barinas está llamado a desempeñar en los días por venir.
Tenemos, gracias a Dios, excelente tierra para la agricultura y la ganadería, agua en cantidades suficientes para su cabal utilización, formidables bosques de buena madera, a pesar de los depredadores que se empeñan en acabarlos de una sola vez; y toda una insospechada porción de recursos para la agroindustria, la minería no metálica y el sector petrolero, que convenientemente explotados colocarían a Barinas en un polo de desarrollo de importancia capital en la zona occidental del país. Por esas razones, también hemos anunciado nuestra rotunda oposición a cualquier intento de desmembrar a nuestro Estado para beneficiar intereses de grupos económicos presentes en la región de los Andes.
Este reclamo cordial y franco que hoy hacemos a la representación parlamentaria y administrativa de la región andina, no nos impedirá sin embargo, ya hechas las anteriores consideraciones, colaborar con los objetivos y fines del Bloque Parlamentario aquí reunido. Se trata, al fin y al cabo, de una realidad impuesta por la normativa interna del Congreso de la República, motivada, a su vez, por nobles y auspiciosos esfuerzos de los congresantes de la provincia venezolana, cansados ya de las injusticias que contra nosotros ha venido cometiendo el centralismo macrocéfalo que hoy, por cierto, agota y asfixia a la capital del país.
Pero dentro de esta visión estratégica, los parlamentarios de Barinas asumimos el compromiso de trabajar mancomunadamente por nuestro Estado, esperando, desde luego, mayor comprensión a nuestra realidad regional y confiados en que juntos podremos corregir pronto los yerros que en esta materia nunca debieron producirse. Por esta y otras razones, no hemos descartado y estamos haciendo el análisis y los estudios correspondientes, la conveniencia futura de crear la Región Barinas, como fórmula de acción realista y positiva en función de nuestros intereses.
Bienvenidos, pues, a Barinas, la “Muy noble y muy leal” ciudad del llano, tierra buena para la siembra de la amistad y del trabajo. Aquí nos reuniremos a trabajar con entusiasmo los asuntos de la agenda de esta reunión. Discutiremos el proyecto de Estatuto Común para los Bloques Parlamentarios. Así mismo, evaluaremos los proyectos, obras de infraestructura y planes prioritarios de la región, y los aportes que a tales fines debe contemplar la Ley de Presupuesto para cada una de las entidades que aquí representamos. Y se ha programado también un foro abierto sobre la situación agropecuaria de la región, durante el cual haremos un esfuerzo común de participación sana y constructiva, seria y responsable, alejada de contingencias subalternas que puedan existir, como una contribución del equipo parlamentario que representa a nuestras entidades federales en el Congreso de la República.
Creo conveniente destacar acá la importancia de los numerosos planes y proyectos que se refieren al Estado Barinas y sus posibilidades de financiamiento para el venidero Ejercicio Fiscal de 1983. Debemos comprometernos, particularmente los parlamentarios de la entidad, al logro cabal de todas aquellas peticiones razonables y necesarias que puedan incorporarse al proyecto de Ley de Presupuesto que se discutirá en breve en la Cámara de Diputados.
Como seguramente lo expondrá el ciudadano presidente de la Corporación de los Andes, están en fase de ejecución importantes proyectos de desarrollo regional. Se trata de llevar adelante toda una estrategia de progreso, mediante la cual puedan obtenerse objetivos realistas y razonables en un plazo que esperamos sea medianamente breve. Dentro de este contexto de planificación y ejecución, el Estado Barinas espera igualmente que puedan concretarse algunas de las metas planteadas, particularmente las que se refieren a la producción agropecuaria, agroindustrial y agroforestal. A este respecto, debemos apuntalar toda iniciativa destinada a garantizar las fuentes de financiamiento, ajustadas a los requerimientos de moderación y austeridad de la hora actual, con una efectiva jerarquización de las prioridades y una más conveniente coordinación inter institucional.
Debemos recordar, dentro de este orden de ideas, que nuestras economías regionales demandan, cada vez con mayor frecuencia, nuevas y complejas exigencias que comprometen, así mismo, una adecuada complementación de los Poderes Públicos, en especial los de las ramas ejecutiva y legislativa. Se plantea así, urgentemente, una concertación efectiva y eficaz de todos los que -de una u otra forma- tienen que decir una palabra a la hora de tomar las decisiones institucionales a ejecutar.
Sea propicia, pues, esta jornada parlamentaria para convocar, una vez más, al esfuerzo y el trabajo de todos, por encima de las naturales diferencias que puedan existir. Nos hace mucha falta, por lo menos en lo que respecta al Estado Barinas, crear una mejor conciencia sobre las posibilidades de una empresa superior que nos una a todos, instituciones, personalidades y colectivo en general, en el propósito común de encausar y consolidar nuestras potencialidades de desarrollo. Para cumplir este desafío tan trascendente, es menester ponernos de acuerdo todos en la búsqueda de prioridades muy concretas, más allá -insisto- de los intereses parciales, que hasta ahora vienen siendo una limitante odiosa y mezquina frente al reto que representa el esfuerzo unido y solidario de quienes vivimos en esta tierra.
Permítanme ustedes, finalmente, una reflexión personal en torno a un problema que se hace cada vez más insoslayable. Me refiero a la contradicción surgida entre el centralismo excesivo y las comprensibles aspiraciones de la postergada provincia venezolana. No poca tinta se ha derramado sobre el papel y no pocas voces se han dejado oír para denunciar tan injusta realidad. Quienes hemos padecido esta anomalía de la Venezuela de las últimas décadas -sin dejar de ser, como lo ha sido, un mal secular-, sabemos cuántas frustraciones y dificultades ha creado esa perversión centralista que desborda nuestro sistema político y administrativo. Esa estructura oligárquica del proceso de decisiones, que todo lo concentra en Caracas, no puede ser la que rija en los años futuros. El país no puede seguir soportando ese centralismo enfermo e indolente, situado de espaldas a los intereses del resto de la Nación. Hay que hacerle saber que fuera de Caracas hay una Venezuela que reclama y tiene derecho a participar de manera más definida en la toma de todas aquellas decisiones que le competen y le afectan.
Justamente en función de esta idea se institucionalizaron los Bloques Parlamentarios. Lo que nosotros podamos hacer como miembros del Parlamento al aprobar una legislación que institucionalice y defina, de una vez por todas, la descentralización, la regionalización y el neo federalismo, conjuntamente con los proyectos de desarrollo regional que se adelanten por parte del Gobierno Nacional, bien pueden ser la siembra de un destino mejor para la provincia venezolana, cuya cosecha obtendremos en la medida en que nuestra vocación, constancia y altura de miras así lo permitan.
Al reiterar nuestros votos por el éxito de las deliberaciones de esta III Jornada de Trabajo del Bloque Parlamentario de los Andes, permítanme ustedes expresarles, en nombre de los senadores y diputados electos por el Estado Barinas, nuestros mejores deseos porque de esta reunión surjan conclusiones y propósitos realistas que coadyuven al desarrollo de la región y, en particular, de la entidad federal cuya representación orgullosamente ejercemos.
Muchas gracias (Aplausos).