lunes, 11 de enero de 2016

LA CONFRONTACIÓN O EL SUICIDIO DEL RÉGIMEN



LA CONFRONTACION O EL SUICIDIO DEL RÉGIMEN
Gehard Cartay Ramírez
¿Persistirá el régimen en su política de confrontación de estos 17 años?
A juzgar por los últimos acontecimientos parece que así será. Se trata de una postura que, si bien antes les dio resultado, ahora es una conducta suicida, rechazada por los venezolanos, incluyendo muchos que lo apoyaban o, incluso, aún lo apoyan con serias reservas.
Sin embargo, Maduro y su cúpula podrida insisten en tamaño error. No han asimilado la lección que el pueblo acaba de darles el pasado seis de diciembre. Pretenden hacerse los desentendidos y ahora quieren desconocer la voluntad popular que se expresó ese día. De sus discursos llamando “a respetar los resultados” y de sus elogios “al sistema electoral más perfecto del mundo”, ahora han pasado a hablar de “fraude y compra de votos”, en un acto de ridícula desesperación y sin que nadie, ni siquiera su propia gente, les crea una palabra. Se trata, sin duda, de una actuación tragicómica.
Lo grave es que esa actitud tiene la complicidad del tribunal supremo y de otras instituciones del Estado, manejados como feudo propio por el régimen. Por eso vienen armando trampas y componendas para desconocer la Asamblea Nacional recién electa, donde los sectores democráticos lograron las dos terceras partes. Pero no lo van a lograr. El pueblo hará respetar su voluntad y si el régimen resuelve mantener su política de confrontación suicidándose.
La verdad es que el país está harto de esa política. Su carga de odio y violencia nunca ha conducido a nada positivo. Los efectos están a la vista y son tan desgraciados que han dividido a la familia venezolana. Ese sólo hecho resulta gravísimo en nuestra historia. Pero sus consecuencias también han estimulado una espiral delincuencial sin precedentes, donde casi todos los delitos que a diario se cometen culminan con el asesinato de las víctimas, de manera  vesánica y cruel.
Ya habrá tiempo en el porvenir para que sociólogos, criminólogos e historiadores estudien en profundidad cómo ese discurso del odio y la violencia nos trastocó de una sociedad mayoritariamente solidaria a otra totalmente dividida, donde grupos delincuenciales fueron estimulados desde el poder en sus más bajos instintos y utilizados como brazo armado de aquel contra sus adversarios. Pero, como se ha demostrado luego, la impunidad que se les brindó multiplicó exponencialmente sus delitos y hoy suman más de 250.000 asesinatos en estos 17 años.
Esa criminal estrategia de confrontación igualmente hizo que el régimen asimilara la política civil con la liquidación del adversario, como si estuviéramos en una guerra. Desde luego, se trata de una concepción militarista del debate político, muy propia del extinto jefe del régimen instaurado en 1999. Y esa terrible noción de la política manu militari se ha sostenido hasta ahora desde el poder, pero resulta obvio que los venezolanos la repudian y claman volver a otra noción civil, civilizada y democrática, como la que hubo entre 1958 y 1998.
La política bien entendida -decía Pío XII, palabras más, palabras menos- constituye “otra de las nociones excelsas de la caridad”. La política supone, por tanto, diálogo y entendimiento, en aras de la dignidad humana y el bien común. Lo contrario es la confrontación violenta y el odio cainita. Los venezolanos debemos volver a aquellos principios y desterrar estos últimos, si queremos recuperar la senda de la paz, la solidaridad y el entendimiento entre todos.
Venezuela requiere hoy más que nunca de diálogo y entendimiento. Requerimos cuanto antes, luego de salir de esta pesadilla, de un nuevo Pacto de Puntofijo, desde hace algún tiempo vituperado por sectores interesados en negarlo y por ignorantes crasos que no conocen sus extraordinarias dimensiones históricas y sociales. Requerimos de un gran acuerdo nacional entre todos, que fije unas grandes metas de concordia, desarrollo y progreso para las próximas décadas. Pero está claro, insisto, que tal objetivo no será posible mientas el actual régimen se mantenga en el poder. Por eso hay que lograr su sustitución cuanto antes.
Sólo así será posible liquidar esa concepción totalitaria, según la cual quienes no piensan igual al poder -o no apoyan sus políticas- son enemigos a muerte y deben ser “convertidos en polvo cósmico”, como decía el difunto en aquella frase infeliz que desde 1999 ha traído como resultado miles de muertos, heridos, exiliados y presos políticos, aparte de sufrimiento y llanto para centenares de miles de familias.
Si el régimen, insisto, permanece aferrado a la confrontación estará acelerando de manera irremediable su sustitución. Por supuesto que apostamos porque esta se produzca democráticamente y en paz. Si Maduro y su claque pretenden lo contrario, tendrán, una vez más, al pueblo en su contra.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 05 de enero de 2016.

2016: AÑO DE DEFINICIONES



2016: AÑO DE DEFINICIONES
Gehard Cartay Ramírez
Duro y difícil, pero lleno de definiciones, se presenta este próximo año.
Las recientes elecciones para elegir la nueva Asamblea Nacional, ganadas abrumadoramente por la oposición democrática, abren la puerta a un nuevo ciclo venezolano. Y es que al romperse el esquema hegemónico que el chavismo se trazó como meta desde 1999, se liquida tal pretensión de cara al futuro.  Esa circunstancia facilitará, sin duda, el rescate de la alternabilidad en el poder, y con ella el restablecimiento de la democracia plena.
Por esta misma razón, la actuación de esa Asamblea Nacional será la prioridad, a fin de restablecer el necesario equilibrio de poderes. De un parlamento sumiso y perruno -plegado a un régimen inepto, corrupto e insensible- como el que está muriendo el próximo 4 de enero, hay que pasar a uno que legisle, discuta, controle e investigue a todas las instituciones, comenzando por el Poder Ejecutivo, que ha actuado como le ha dado la gana en estos casi 17 años de desgobierno.
Esa tarea exige ocupación a tiempo completo de los diputados electos, pues tal fue el compromiso con los electores que los llevaron a sus curules. Que no vengan, por tanto, a estar desde ya aspirando otras posiciones, porque sería una deslealtad con aquellos. Lo primero es lo primero.
La próxima Asamblea Nacional debe, en primer término, aprobar una ley de amnistía para liberar a todos los presos políticos del régimen. Debe, igualmente, aprobar instrumentos legales que reactiven la economía y atraigan la inversión privada, tanto nacional como extranjera, promuevan el empleo y mejoren los sueldos de todos los venezolanos. Y luego remitirlos al régimen para que las ejecute, visto que es su responsabilidad. Si este no lo hace, quedará en evidencia lo que ha sido hasta ahora: una cáfila de ineptos, incapaces y corruptos, destructores del país.
La otra gran tarea de la Asamblea Nacional es buscarle una solución política a la gravísima crisis de ilegitimidad e ingobernabilidad en que está sumido el régimen de Maduro, lo que hace necesario su relevo cuanto antes. Hay dos caminos a tales efectos: referéndum revocatorio o recorte del período constitucional, visto que la renuncia voluntaria de quien ocupa la presidencia no parece posible, por ahora. Pero cualquiera de ellas obligarían a convocar nuevas elecciones y no esperar hasta el 2019, lo que sería una eternidad en medio de este desastre que todos sufrimos.
A finales de 2016 seguramente también deberán celebrarse las elecciones de gobernadores. No es, por ahora -en virtud de lo que ya hemos señalado antes-, el tema prioritario, aunque no faltan algunos desbocados poniéndolo en el tapete de la discusión. Ya llegará el momento, desde luego. Ahora lo más urgente y necesario es enderezar el rumbo de toda la nación, mediante decisiones políticas, económicas y sociales de gran calado, que impliquen un cambio profundo y radical.
A veces a uno le surge la duda acerca de si toda la dirigencia opositora a su más alto nivel está clara en estas prioridades. Yo aspiro a que sí lo esté, pues hay allí gente con claridad, experiencia y patriotismo. Por desgracia, hay otros que parecieran no estar a la altura de los retos de este momento, tan grave y peligroso. Ha habido declaraciones irresponsables y estúpidas que en lugar de consolidar la unidad le abren pequeñas grietas. Ojalá entiendan que esto no es conveniente, como no lo es tampoco estar asomando candidaturas desde ya.
El momento actual exige firmeza, seriedad y ponderación, así como habilidad política y sentido de la oportunidad. La MUD debe guiarse por estas coordenadas para hacer más efectivo el triunfo de  pasado seis de diciembre. Debe frenar a los impacientes y a los que no han comprendido tamaña responsabilidad histórica con el país.
Quienes hemos respaldado a la MUD debemos recordarle a sus dirigentes que nadie les ha dado un cheque en blanco, que esa victoria del 6-D no les pertenece sino que es obra de la gran mayoría de los venezolanos y que están obligados a administrarla con inteligencia. Por lo tanto, deben dejar de lado sus intereses parciales y ocuparse, ahora, de manejar su mayoría en la Asamblea Nacional en beneficio del pueblo de Venezuela.
Con estas reflexiones, dictadas por la razón y el deseo de rescatar a Venezuela del foso a donde la han conducido en estos últimos años, envío mi saludo fraternal de Año Nuevo a todos, con la esperanza de que 2016 abra la puerta del progreso, la paz y el desarrollo a nuestros compatriotas.
@gehardcartay
El Blog de Gehard Cartay Ramírez
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 29 de diciembre de 2015.