jueves, 31 de mayo de 2012


Verdades
LAS ENCUESTAS: ANVERSO Y REVERSO
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay


Desde hace ya tiempo las encuestas se han convertido en instrumentos de propaganda electoral, lo que implica desnaturalizarlas y desvirtuarlas en su esencia.
¿Cuál es el propósito de una encuesta, amigo lector? Uno sólo: determinar una tendencia, presente y específica, ya sea en el sector de bienes y servicios, en la realidad social o en el acontecer político o electoral.
Por tanto, una encuesta es -como se ha dicho en términos coloquiales- una especie de “fotografía en el tiempo” sobre determinados temas. No abarca, por tanto, ni un antes ni un después, no marca una tendencia -que puede revertirse más adelante-, ni encierra una verdad absoluta.
Por eso, precisamente, su utilización como propaganda electoral siempre resulta un engaño, aún en el caso de que sus resultados sean verdaderos y confiables. Por supuesto que el engaño es aún mayor cuando sus conclusiones no son resultados de estudios de campo, sino simples números o tendencias inventados por alguien para inducir al error y crear una falsa situación de favorecimiento o desfavorecimiento de determinados candidatos, según sea el caso.
Por supuesto que también hay encuestadoras serias, por desgracia muy pocas, al menos en nuestro país. Se trata de empresas especializadas que, por lo general, sólo revelan sus encuestas a sus clientes y, si estos los autorizan, entonces acceden a publicar sus resultados. No andan inventando cifras ni sacando las mismas en los medios de comunicación, como elementos de campaña electoral. Y tienen muchos años de fundadas, por cuanto su objetivo principal no son las elecciones sino los estudios del mercado de bienes y productos, siendo aquellas un factor secundario.
Acabo de leer, por cierto, un agudo artículo de opinión del escritor chileno Fernando Mires en su portal digital. ¿Por qué no creo en las encuestas?, es su revelador título. Comienza diciendo, no sin sarcasmo, que no cree en ellas como tampoco en los horóscopos, con la salvedad de que estos últimos no son sometidos a presiones e intereses, como sí ocurre con las encuestas.
Luego, ya en serio, Mires critica la falta de transparencia de las empresas encuestadoras y la falta de vigilancia y supervisión legal sobre ellas. Nadie puede demandarlas en caso de que sus resultados sean comprobadamente falsos, por lo “que actúan no al margen de la ley -como las mafias, por ejemplo- sino, lo que puede ser peor: sin ley”.
Agrega que si una empresa encuestadora no es confiable en democracia “mucho menos puede serlo en una nación regida por una autocracia o dictadura”. Y lo afirma yendo a un aserto de fácil comprobación: si un régimen así es capaz de someter al Poder Judicial, por ejemplo, “¿… va a tener escrúpulos -se pregunta Mires- en comprar, o por lo menos presionar a encuestadoras privadas?”
Finalmente, y para abreviar, el filósofo chileno afirma dos razones más para desconfiar de las encuestas: una, la sociedad no es un “objeto” mensurable y cuantificable -“una opinión individual nunca es la misma que la opinión compartida”- y, dos, las encuestas no transportan verdades objetivas, al igual que las ciencias naturales, de acuerdo con estudios al respecto citados por Mires.
En todo caso, agrego yo, las encuestas nunca han sido ni serán infalibles, aún en el caso de que sean procesadas con rigor científico y matemático. Sobran los casos en que sus proyecciones han fallado estrepitosamente, bien porque no fueron hechas como debían serlo, o porque, como también sucede, los electores luego cambiaron de opinión o, tal vez, no dijeron la verdad de sus preferencias, lo que también ocurre.
Termino estas líneas testimoniando mi propia experiencia sobre las encuestas: en 1989, con ocasión de las primeras elecciones de gobernadores de estado, fui candidato por un amplio frente regional de oposición. Luché en aquel momento contra la opinión generalizada de que yo no podía ganar aquellos comicios, pues AD siempre había sido mayoría en Barinas. Entonces, una encuesta realizada en octubre por encargo de la dirección nacional de Copei -a escasos 50 días de las elecciones- me ubicó ¡28 puntos! por debajo de mi contendor.
Los resultados de diciembre demostraron otra realidad: mi adversario fue declarado ganador por una escasa diferencia de apenas tres mil votos, en medio de numerosas denuncias de fraude que entonces no estuvimos en capacidad de procesar y que, hoy día, no tengo duda alguna que distorsionaron los verdaderos resultados.
Demás está decir que, después de conocida aquella fulana encuesta, la dirección nacional del partido me “desahució” en materia de recursos y asesoría, al dar por perdidas nuestras posibilidades de ganar la gobernación.
Insisto: las encuestas no encierran verdades absolutas y a veces se equivocan, sin descartar las que son hechas fraudulentamente para engañar incautos. 

LA PRENSA de Barinas - Martes, 29 de mayo de 2012.

martes, 22 de mayo de 2012

Verdades
LA HEGEMONÍA COMUNICACIONAL
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay
gehardcartay.blogspot.com
El régimen avanza, sin escrúpulos, hacia lo que su cúpula definió cínicamente como “la hegemonía comunicacional”.
Esto significa, en dos platos, hacerse con el control absoluto de los medios de comunicación social del país para imponer su “verdad” y cerrar todos los espacios a la disidencia democrática. Así, la prensa escrita, la televisión, las radios y los medios digitales deben estar al servicio del actual régimen, mediante un ejercicio totalitario que liquide la libertad de expresión y de información.
Se trata del mismo formato de la Cuba castrocomunista desde hace ya 50 largos años. Allá, una televisora, varias emisoras de radio  y dos periódicos, son los únicos medios que existen y todos están al servicio exclusivo de la dictadura. Nadie distinto al régimen puede opinar en ellos. Lo único que se publica es lo que le interesa a los hermanos Castro y a su monarquía comunista. Demás está decir que la televisora, los periódicos y las radios son de pésima calidad y sumamente fastidiosos.
Aquí, entre nosotros, ese modelo castrocomunista de “hegemonía comunicacional” avanza, sin encontrar mayores resistencias. En tan perverso propósito aplica aquella máxima de algún gobernante ignorante y desvergonzado, según la cual a los medios “se les paga y, si no, se les pega”, es decir, si no los pueden comprar, entonces los cierran.
La primera víctima de esa ofensiva hacia la “hegemonía comunicacional” fue Radio Caracas Televisión, clausurada sin contemplaciones y en contra de la opinión de la mayoría de los venezolanos. Luego han sido cerradas varias emisoras radiales independientes, mientras pululan -sin cumplir los extremos legales- las mal llamadas “emisoras comunitarias”, casi todas en manos de activistas del régimen, utilizadas en función de adoctrinar y trasmitir consignas. 
La prensa escrita independiente y pluralista, que como se sabe no constituye una concesión del Estado, viene siendo también hostigada sin contemplaciones. Medios independientes y de gran calado entre los lectores, como El Nacional y El Universal de Caracas, y La Prensa de Barinas, entre muchos otros periódicos del interior del país, han pretendido ser arrodillados por el régimen, sin éxito. Se les niegan  la publicidad oficial, a la que tiene perfecto derecho, con el propósito de estrangularlos, algo que tampoco han logrado, mientras que, por otra parte, no se les pagan deudas millonarias anteriores. O se les hostigan con denuncias e investigaciones perversas por parte del sicariato institucional que conforman la Fiscalía General y la Defensoría (y que) del Pueblo.
“La hegemonía comunicacional” que adelanta el régimen es implacable. La ayudan, por una parte, los inmensos recursos financieros del presupuesto nacional, así como los nuevos ricos chavocorruptos, ya sean los propios funcionarios o sus testaferros, que andan por allí comprando cualquier medio de comunicación que puedan.
Por supuesto que no se detienen en consideraciones constitucionales o legales, mucho menos en aquellas de orden ético y moral. Funcionan como los viejos mecanismos nazicomunistas que, en su tiempo, impusieron Hitler  y Stalin y más recientemente los hermanos Castro en Cuba, a cuyo altar el régimen venezolano les riega incienso y mirra.  
Pero en esta cruzada nefasta no le faltan al régimen cómplices entre sus propias víctimas, gracias al oportunismo y la voracidad dineraria de algunos dueños de medios privados, vendidos al mejor postor. Son estos los que ceden a las presiones oficialistas para autocensurarse y cerrar espacios a la oposición democrática. O aquellos que, sin que se los pida el régimen, de motu propio aplican la autocensura. Creen que con esta farisaica actitud podrán salvar sus medios y su fortuna. Bien los retrató Lenin cuando habló de los ricos que son capaces de vender hasta la soga con la que los ahorcarán.
Ellos podrían alegar, desde luego, desde su óptica de dueños capitalistas, que pueden hacer lo que quieran con sus medios. Sin embargo, quienes los vemos, escuchamos y leemos también formamos parte de ellos. Por lo tanto, existe un compromiso con nosotros como usuarios, así como una indiscutible responsabilidad social por parte de sus propietarios.
Por esto mismo, cuando un medio se “vende” al régimen -o este lo compra-, o de alguna manera “se cuadra” con él, desprecia a sus usuarios y los traiciona al no garantizarles información veraz, oportuna y equilibrada, tal como lo manda el precepto constitucional.
Hay que enfrentar esta ominosa hegemonía comunicacional en marcha. Aún estamos a tiempo. Pero para que ello se logre, debemos derrotar democráticamente al régimen en octubre próximo.

  LA PRENSA  de Barinas - Martes, 22 de mayo de 2012

martes, 15 de mayo de 2012


Verdades

EL LABERINTO DEL RÉGIMEN

Gehard Cartay Ramírez

El régimen está atrapado y sin salida dentro del laberinto que él mismo creó en los doce años anteriores.
Ahora, frente a una probable ausencia de su jefe único, se encuentra sin sustituto a la vista. Los segundones que aceptaron tal papelón, sin siquiera chistar, eunucos por su propia mediocridad y sumisión al caudillo sabaneteño -quien no permitió a ninguno prepararse para un probable relevo-, ahora se enfrentan a una situación incierta.
Ninguno de ellos es percibido en sus propias filas como posible sustituto. Nadie los considera a la altura de tal desempeño y, lo que es peor, ninguno es tomado en cuenta con seriedad, llegada la hora de considerar necesariamente quien reemplazará a su caudillo.
Toda esta situación es la lógica consecuencia por haber degenerado el actual régimen en una perversión personalista, caudillista y mesiánica, donde uno sólo decide por los demás y estos le deben sumisión, adulancia e incondicionalidad absoluta.
Y es que no podían ser otras las consecuencias. El culto a la personalidad del jefe único, su excesiva figuración como único líder sin contrapesos y la lamentable circunstancia de ser temido y obedecido, sin que nadie se atreviera a insurgir contra esta absurda situación, trajeron consigo el deplorable espectáculo de un régimen condenado a desaparecer junto a su única figura, sin dejar posibles herederos y, por supuesto, sin posibilidades democráticas de permanecer en el poder.
En este sentido, ha habido -desde 1999 hasta hoy- dos grandes equivocaciones retroalimentadas mutuamente por el caudillo y sus segundones incondicionales. El primero se creyó siempre insustituible, desconociendo así las leyes de la historia y la propia naturaleza humana. Siempre habló, entre retrechero y autosuficiente, que gobernaría hasta el 2021 o el 2030, sin darle chance a ningún otro de los suyos. Estos, a su vez, fueron incapaces de plantear la necesidad del relevo, ninguno se creyó con capacidad para sustituir al führer de Sabaneta y todos se automutilaron como líderes de futuro.
Por eso hoy el actual régimen no tiene porvenir. Porque  nunca pensó en el futuro y se ahogó en su propio presente de mediocridad y corrupción inigualables, sin reparar que los movimientos políticos sólo pueden asegurar su continuidad histórica en la medida en que sean proyectos ideológicos, y no meras aberraciones personalistas.
Así lo demostró la reciente historia venezolana en lo que respecta a los dos grandes partidos de masas surgidos en la década de los años cuarenta. Ambos plantearon sus plataformas políticas de manera autónoma a sus líderes máximos. Ambos tenían vida propia, al margen de la personalidad de sus fundadores. Ambos los sobrevivieron, y hasta hubo uno de ellos que pudo superar la defección de su máximo líder, sin que ello implicara su desaparición.
Y en cuanto a Betancourt y Caldera, sus líderes fundadores, habría que señalar que, sin dejar de ser tales, permitieron sin embargo el surgimiento de otras figuras de relevo, algunos de los cuales llegaron -al igual que ellos- a la presidencia  de la República, y se preocuparon por estimular figuras de relevo que, en todo caso, asumieron la conducción de sus partidos en un momento determinado.
(Hubo incluso, en el caso de Caldera, concretamente, la posibilidad de que se le disputara su liderazgo y hasta fuera derrotado en la contienda interna, como ocurrió en 1987 cuando Eduardo Fernández le ganara la candidatura presidencial del partido que había fundado en 1946. Que luego decidiera, cinco años más tarde, postularse como independiente, no le resta valor a aquel gesto suyo de haber aceptado disciplinadamente entonces aquella derrota.)
Nada de esto ocurrió ni ocurrirá en el chavismo por su naturaleza caudillista y personalista, con un líder único que manda a los demás y estos le obedecen ciegamente. Un movimiento así carece de dinámica interna por estar negado al relevo y no tendrá jamás una proyección histórica trascendente.
Por eso, repito, el régimen se encuentra atrapado en su propio laberinto. A estas alturas no tiene sino dos opciones: ir a la próxima contienda electoral con la candidatura de su líder único, alicaído y disminuido sensiblemente, sin posibilidades ciertas de victoria por aquello de que nadie elige a un enfermo grave para que lo gobierne; o lanzar a alguno de sus segundones “bates quebrados”, con lo que se haría más fácil la victoria electoral de Capriles Radonski como abanderado de la unidad democrática.
Cualquiera de las dos posibilidades, como se observa, los condena a una derrota inevitable.

LA PRENSA de Barinas - Martes, 15 de mayo de 2012.

martes, 8 de mayo de 2012

Verdades
LEGADO NEFASTO
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay
gehardcartay.blogspot.com

Uno de los nefastos legados que dejará el actual régimen será la anarquía y el irrespeto de ciertos sectores frente a la Constitución y las leyes, así como a las naturales reglas de la convivencia humana y del sentido común.
Como lo he señalado otras veces, esta situación deriva de varios factores. Uno de ellos, tal vez el más importante por su reiteración y efecto de imitación en algunos, es la permanente actitud transgresora del jefe único del régimen respecto a la Constitución y las leyes. Está más que demostrado que se siente por encima de la Carta Magna -gracias a la alcahuetería de las “instituciones” obligadas a hacer efectivo su respeto y acatamiento- y, por tanto, como en la popular canción mejicana, cree que “su palabra es la ley”.
Por desgracia, el actual presidente se ha convertido en el primer infractor de la República. A estas alturas, su autoritarismo ha violado casi todos los artículos de la Constitución de 1999. Allí está, por ejemplo, el absurdo grado militar (“el comandante presidente”, como le dicen sus aúlicos) en que ha convertido la Presidencia de la República, cargo civil por excelencia. O la criminal politización de la Fuerza Armada para amenazar a sus adversarios. O el desconocimiento de los principios federales, con el propósito de liquidar a gobernadores y alcaldes para imponer su vocación autocrática.
Y ello, para no hablar de su irrespeto cuando actúa como Jefe de Estado desde una nación extranjera, hoy convertida en la metrópolis del colonialismo castrocomunista que nos humilla como el país soberano que fuimos. Todos esos actos inconstitucionales implican un golpe de Estado continuado, algo que en un país democrático ya hubiera significado la sustitución legítima del régimen.
Pues bien, si tal es la actitud del primer obligado a respetar y hacer respetar la Constitución y las leyes de la República, ¿qué podemos esperar de los demás, exceptuando a los ciudadanos respetuosos del ordenamiento jurídico?
Por ese gravísimo efecto de imitación, hoy somos un país a la deriva, donde la anarquía y el desorden nos arropan cada vez más. Pareciera que en estas desgraciadas circunstancias podemos terminar convertidos en otro país africano, y no sólo por el régimen que padecemos, sino por el desconocimiento del ordenamiento jurídico y las normas elementales de la coexistencia humana.
Esa conducta infractora de ciertos sectores comienza con el irrespeto al primer derecho humano, como lo es el derecho a la vida. Casi 200 mil asesinatos en los 13 años y medio del actual régimen lo demuestran. Podría decirse que a nuestros compatriotas hoy los matan como si fueran moscas, en una especie de genocidio que contabiliza más muertos que todas nuestras guerras civiles anteriores e, incluso, que los conflictos bélicos de Colombia o del Medio Oriente.
Luego está el desconocimiento del derecho de propiedad, estimulado y perpetrado por el régimen. En la actualidad, nadie se siente seguro, no sólo de su vida, sino de sus bienes, que pueden ser ocupados por cualquier autoridad, por lo general en connivencia con delincuentes de toda laya, cuyo negocio es invadir propiedades ajenas y traficar con ellas, a excepción, por supuesto, de las grandes propiedades de los corruptos del régimen y de sus testaferros. Y no hablemos del malandraje menor que roba y asalta en la calle y en sus casas a muchos compatriotas.
A la actitud transgresora del jefe del régimen se añade su discurso de odio, intolerancia y descalificación hacia quienes no piensan como él, sin faltar sus célebres máximas escatológicas (recuerden “la victoria de mierda” de la oposición en el referendo del 2 de diciembre de 2008, dicha por cadena de radio y televisión en horario matutino. Nada hizo entonces, por cierto, la Defensoría “y que” del Pueblo, que se escandaliza por cosas de menor calibre… si las dice alguien ajeno al régimen).
   Una conducta antisocial como esa, fomenta también la ausencia de respeto por las normas mismas de convivencia. Hoy, por desgracia, la agresividad y la anarquía determinan el comportamiento de mucha gente. No hay respeto por los mayores, como nos enseñaron en el hogar y la escuela. No hay respeto por las normas elementales de educación y cortesía.
(El no acatamiento a las normas del tránsito, por ejemplo, revela en toda su magnitud la anarquía que nos carcome. Mucha gente conduce a la ofensiva, sin consideración por los demás, sin respetar los semáforos, a altas velocidades en el perímetro urbano, saltándose los canales de las vías, sin importar que existan unos para desplazamientos rápidos y otros para andar despacio, y sin faltar quienes marchan a contravía, como sucede con algunos motorizados.)
Tal vez será más fácil enderezar la crisis económica del país cuando salgamos de esta pesadilla. Pero no lo será superar este nefasto legado del actual régimen.
 
LA PRENSA de Barinas – Martes, 08 de mayo de 2012.

miércoles, 2 de mayo de 2012

PALABRAS DEL GOBERNADOR
GEHARD CARTAY RAMÍREZ,
EN OCASIÓN DE INAUGURAR LA “AVENIDA ALBERTO ARVELO TORREALBA” DE LA CIUDAD DE BARINAS

(Barinas, 23 de septiembre de 1995)

Amigos y amigas presentes,

barineses, barinesas:

Con personal satisfacción inauguramos hoy esta hermosa y moderna Avenida “Alberto Arvelo Torrealba” en la ciudad de Barinas.
Quisiera improvisar unas breves palabras sobre el particular, antes de que el ex presidente Luis Herrera Campíns, amigo del poeta, arveliano de razón y corazón y profundo estudioso de su obra, pronuncie el Discurso de Orden que le hemos solicitado en esta trascendental ocasión y que él, de manera tan generosa, ha aceptado como un encargo muy especial. 
Quiero agradecer igualmente la presencia de Alberto y Mariela, hijos del poeta, por acompañarnos en esta oportunidad, así como de sus respectivas familias, a quienes damos nuestra más cordial bienvenida.
Obra de mi gobierno, construida en tiempo récord, esta importantísima avenida que ahora le sirve de entrada a la capital de Barinas por su parte suroeste llevará el nombre de Alberto Arvelo Torrealba, nuestro más ilustre poeta, engalanada, además, con su estatua en bronce eterno, cuya mirada otea -desde un punto de lo que alguna vez fue uno de los hatos de su familia- la ciudad que lo vio nacer. Ataviado con liqui-liqui y sombrero, el poeta parece también estar recitando algún poema suyo, en esta magnífica obra del nuestro amigo, el escultor barinés José Ignacio Vielma.
Este homenaje, justo desde todo punto de vista, lo estamos haciendo en ocasión de estarse celebrando el nonagésimo aniversario del natalicio del doctor Arvelo Torrealba.
Con esta obra cumplimos con una sentida necesidad de mis paisanos barineses. Por una parte, la metrópolis que poco a poco va siendo Barinas, requería en esta parte de la ciudad una entrada digna de su importancia y señorío, que sustituyera la vergonzosa carretera en mal estado que durante largos años recibió a quienes entraban por aquí a la capital.
Por la otra, la moderna avenida que hoy ponemos en servicio, totalmente iluminada y con sus respectivas obras de drenaje y urbanismo, con tres canales por cada vía, la convertimos hoy en un homenaje a quien habiendo nacido en esta ciudad hace ya 90 años, también la sirvió en su momento como gobernador, siendo, por cierto, hace ya algo más de cinco décadas, el último mandatario regional nativo de la capital de Barinas, hasta mi llegada por el voto popular a la primera magistratura barinesa, en junio de 1993. Curiosas coincidencias que la historia registra y que yo consigno emocionado en este momento.
Recuerdo haberlo conocido personalmente en 1968, siendo yo apenas un estudiante universitario. Arvelo Torrealba vino entonces a su tierra natal, durante la campaña electoral de aquel año, el 15 de junio de 1968. Junto al candidato presidencial Rafael Caldera, el entonces jefe parlamentario de Copei, Luis Herrera Campíns -su otrora joven amigo de Acarigua- y el también poeta Ernesto Luis Rodríguez, participó en un acto femenino y luego en un foro en el Centro de Profesionales de la ciudad.
Era ya un patriarca simpático, cuyos ojos vivaces lo captaban todo, con las ocurrencias propias de quien había convertido en una virtud cuotidiana el más fino humor y la alegría de vivir. Ese mismo día hubo una cena en la casa del ex gobernador Luciano Valero. Allí presencié una de las veladas más emocionantes de mi vida: Arvelo Torrealba y Rodríguez, ambos poetas llaneros e improvisadores de postín, protagonizaron un animado contrapunteo donde -a falta de voces recias, que obviamente no tenían- brillaron el talento, la gracia y la chispa llanera como pocas veces se ha visto. Aquello fue un verdadero homenaje a la inteligencia, promovido por dos de sus valores venezolanos más destacados, uno barinés y el otro guariqueño. Lamentablemente, no quedó para la posteridad ninguna grabación de aquel ameno ejercicio de talento y gracia.
Como dije antes, este año de 1995 estamos celebrando los noventa años del natalicio de Alberto Arvelo Torrealba, con una amplia programación que incluye la presentación -por primera vez en la tierra de nuestro ilustre paisano- de la Cantata Criolla, la versión musicalizada de su famoso romance Florentino y el Diablo, obra del maestro Antonio Estévez, con participación de Orquesta Sinfónica Juvenil de Barinas y
los más afamados coros de Venezuela.
Igualmente, mediante decreto al efecto, hemos dispuesto la creación de la Condecoración Alberto Arvelo Torrealba, distinción oficial que el Gobierno del Estado Barinas otorga a aquellos compatriotas o extranjeros cuyo esfuerzo y ejemplo en el campo de la cultura y la ciencia los hace acreedores a tal reconocimiento. También se ha reeditado el poema Florentino y el Diablo, en sus tres versiones, y la edición de un disco/compacto con algunos de sus poemas musicalizados, interpretados por cantantes barineses y nacionales, así como el sonolibro Poemas Infantiles, especialmente dedicado a los niños barineses.
Y, dentro de la misma programación, se ha incluido la construcción e inauguración de la Casa de la Cultura de Sabaneta, justamente la capital del municipio Alberto Arvelo Torrealba, puesta en servicio hace pocos meses.
Arvelo Torrealba es el poeta mayor del llano venezolano y el nativista nacional por excelencia del siglo XX. En el ancho y largo corredor llanero que se extiende desde los confines del Arauca hasta el Delta del Orinoco, su poesía sigue viva: anda en los labios de la gente, en sus cantos y en sus dichos. Y los venezolanos de la costa caribeña, de Guayana, de los Andes y del Zulia, al igual que los del centro del país, también la conocen, sobre todo, su poema más popular, Florentino y el Diablo.
Ahora, nos acompañará su figura señera en esta amplia avenida que hoy inauguramos, al igual que nos acompañan su poesía y su ejemplo.
 Muchas gracias (Aplausos). 




DISCURSO DE ORDEN DEL EX PRESIDENTE
 LUIS HERRERA CAMPÍNS
 EN LA INAUGURACIÓN DE LA AVENIDA “ALBERTO ARVELO TORREALBA”

(Barinas, 23 de septiembre de 1995)

Así como Maturín es la gran urbe de los Llanos Orientales, Barinas lo es de los Occidentales. Lo digo y certifico yo, acarigüeño de vida y nacimiento, por más señas.
Barinas es una ciudad hecha para crecer después de haber vivido la grandeza colonial y la decadencia decimonónica. También lo es el Estado de su nombre para la prosperidad económica si sabe prevenir y rechazar la invasión de la droga procedente de “ya-se-sabe-dónde” y para la proyección cultural si alienta, estimula y convierte en cultivado el talento silvestre de sus hijos.
Esta tierra, hermosa conjunción de gentes y de climas, eclosión de la hidrografía, de la orografía, de la floresta, llanura y pie de monte, dualidad fecunda reflejada en el modo de ser barinés. Aquí hay un impresionante crecimiento agropecuario, llamado a convertirse en emporio de riqueza no avara y mañosamente acumulada en pocas manos, para disfrute de una comunidad activa, laboriosa y pujante. Muchos jóvenes profesionales, emigrados o no de aquí, son espontáneamente coincidentes en una especie de retorno a la tierra en su más amplia acepción. Pero falta a este proceso capitanes de empresa con vinculaciones amistosas en la Gran Capital para hacer mirar hacia acá, con mayor interés, al poder político central y al poder económico, a la fuerza de la cultura y a la de los medios de comunicación social.
Parecen esas promociones haber escuchado la invitación del gran poeta llanero guariqueño Francisco Lazo Martí:

“Es tiempo de que vuelvas,
es tiempo de que tornes.
No más de insano amor en los festines
de mirto y rosas y pálidos jazmines
tu pecho varonil,
tu pecho exornes”.

Son los versos iniciales de la “Silva Criolla”, grabada para un disco - hoy se lo puede considerar un incunable- por el eximio poeta de Barinas y de Venezuela, Alberto Arvelo Torrealba, sujeto central de este homenaje.
Ese llamado a cristalizar la tarea de la fecunda creatividad de la tierra con base en el trabajo tiene su acicate, estímulo y canal de formación técnica en los institutos de la Universidad Nacional Experimental “Ezequiel Zamora”, en el Colegio “Simón Bolívar” y en la Escuela Agronómica de los Padres Salesianos, planteles beneméritos por mil justos y reconocidos títulos. En esas aulas están capacitándose, con un sentido nuevo y social del conocimiento, los contingentes de jóvenes y nuevos productores, empeñados en elevar la calidad buscando la excelencia y en encontrar tecnologías adecuadas a nuestro ambiente y posibilidades para multiplicar el rendimiento por unidad de explotación. Ellos forman parte de la avanzada de los contingentes dispuestos a ganar, por razón y orgullo de soberanía, la decisiva batalla de la seguridad alimentaria.
Hoy estamos inaugurando importantes obras de urbanismo enriquecedoras de la realidad vial de esta ciudad en expansión. Sin tener ninguna adhesión fetichista a la política de obras públicas, ostentosa y banal para unos y suntuaria para otros, el país requiere la ordenación territorial y el embellecimiento de las zonas urbanas y su utilización para ir incorporando al crecimiento moderno y global las urbanizaciones populares y los barrios surgidos por la necesidad de establecerse y buscar viviendas y servicios públicos accesibles. Las nuevas calles y avenidas ofrecidas y construidas con un concepto de modernización y transformación urbanística, al ofrecer nuevas posibilidades dentro de un urbanismo distinto, más acorde con la dignidad personal de los habitantes y con las nuevas tendencias. Estas avenidas hoy incorporadas a la red vial de la ciudad van a ser canales de tránsito automotor, de desplazamiento humano y de integración democrática.
Son hitos capaces de alentar optimismo y de estimular iniciativas de avance y de progreso. Debemos agradecerle estas obras a la administración del Gobernador Gehard Cartay Ramírez. Representan un signo de vitalidad en este tiempo de prolongada crisis, cuando la parálisis económica, la elevación del índice de desempleo, la inseguridad personal y de los bienes y la inflación y la especulación han colocado a nuestro pueblo “entre el Masparro y la Yuca”, para decirlo con una gráfica expresión de añejo contenido y sabor barinés. 
Aquí estamos, Barinas, con el cariño encendido en la visión de la ciudad, entonando los versos del gran poeta larense Alí Lameda:

“De nuevo ante mis ojos, de cumbre y de llanura,
de alta columna rubia y acediana
florida, estás naciendo, saliendo de la antigua
y arcillosa envoltura polvorienta
de cuyo seno un día
surgió tu flor de arena,
el precioso cimiento de tu animada forma.
De nuevo tú, arenosa, cintilante
Barinas, en tu palmo
solemne te levantas;
y firmemente, delicadamente
como una inmensa garza prismática, del humo
y la desolación se va extendiendo
tu ardorosa lumbrera terrenal sobre todo
el viejo llano triste que tu penumbra ciñe”1.

Nacido en Barinas en 1905 y fallecido en Caracas en 1971, Alberto Arvelo Torrealba le puso traje culto a los motivos folklóricos con una mezcla de lirismo e ingenio. Supo descubrir el arte escondido en lo popular, como quien sopla sobre la ceniza para dejar al descubierto la roja brillantez del fuego de la brasa. Su palabra penetró el pentagrama con la rica cadencia de su ritmo y, por eso, pudo escribir con todo acierto Beatriz Mendoza: “Ha sido el poeta que más ha nutrido la música folklórica venezolana”2. Quizá el último de sus poemas convertido en canción sea “Ojos Color de los Pozos”, en la cultivada voz de María Teresa Chacín, musicalizado por primera vez en 1976 por Guillermo Jiménez Leal, con variaciones sobre un aire llanero tradicional: “Los Diamantes”, del legendario Ignacio “Indio” Figueredo.
Familia por la sangre y por el canto de Alfredo Arvelo Larriva y de Enriqueta Arvelo, el bardo barinés supo abrirse paso entre poetas de tanta fuerza como Miguel Otero Silva, Pablo Rojas Guardia, Carlos Augusto León, Manuel Felipe Rugeles, Héctor Guillermo Villalobos, Manuel Rodríguez Cárdenas, Miguel R. Utrera y Luis Beltrán Guerrero, entre otros de la llamada “Generación del 28”, como señala en veste de crítico literario el poeta José Ramón Medina. Lo califica como “el más notable de los cultores del nuevo nativismo venezolano, cuyos libros “Cantas” (1932) y “Glosas al Cancionero” (1940) más tarde, constituyeron una insospechada revelación de temas y motivos propios de nuestros llanos, dándole categoría estética a la copla y a la décima popular y rescatando nobles materiales de nuestro folklore para la función cuita de la poesía”3.
Esta tierra llanera de Barinas, contada al detal y al mayor, por el buen decir y bien escribir de José León Tapia, además del renombrado trío de los Arvelo (Alfredo, Enriqueta y Alberto), cosecha óptima, mantiene una magnífica producción poética. Desde su refugio de Sabaneta surgen esplendorosos los versos del gran heredero paisano de Alberto Arvelo, Eduardo Alí Rangel, con voz altiva y propia. Cuando todavía podía arrancar finísimas melodías a su cordaje lírico, murió Rafael Ángel Insausti, el poeta cantor del “Desasosiego de los Horizontes”, de los “Aires de Lluvia y Luz”, de los “Conjuros a la Muerte”, “De Pie sobre la Sombra”, escuchando “Las Voces Ulusorias” en el “El Valle, la Ciudad y el Monte” y obsequiándonos su límpido y diáfano lirismo como “La Herencia Leve” al dejar de “Estar Vivo”.
La valoración de lo criollo es una constante en la literatura de Arvelo. Lo recoge con la mirada o con el oído, o con ambos a la vez, y los va vistiendo con la gala de lo culto sin hacerle perder su identidad, en una filigrana de pulitura. La belleza está en las cosas, dentro de ellas, en espera de oportunidad para salir a la luz. El poeta, en cierto sentido, guarda similitud con el escultor en piedra o en mármol. A golpes de buril y martillo va dando forma a la estatua, pero es también como si la tuviera desvistiendo de cobertura vulgar, pues pareciera estar ya hecha dentro del material rocoso y el escultor simplemente la hubiera encontrado y la limpiara para ponerla a lucir su belleza escondida. Esculpir es tallar, y tallar es quitar lo inexpresivo y permitir la afloración de lo bello. Ningún otro poeta de nuestra lengua ha logrado, como Alberto Arvelo, la proeza idiomática de elevar la calidad de lo popular sin perder el sabor ni el sentimiento. Federico García Loca trabajó también el octosílabo, métrica de lo popular, y as dejó admirables coplas y romances cultos sobre la base de motivos folklóricos. Entre nosotros, Andrés Eloy Blanco -en sus “Coplas del Amor Viajero”- supo encerrar en ese mismo metro poético el ingenio, si no de lo popular, al menos de lo popularizable, y sus glosas y “palabreos’ encierran y proyectan esos elementos con un gran acento lírico.
En Arvelo se confunde el conocimiento de pueblo y naturaleza. Sabe sus íntimas vinculaciones y, por eso, al contemplar esa dualidad, la interpreta sin adulterar su razón de ser y de expresión. Su poesía gira en torno a la valoración de lo criollo. Lo criollo: el llanero y la llanura, el paisaje humano y natural, poblado de criaturas. El orgullo de ser de una tierra plana donde al mirar se produce simultáneamente el encuentro de la luz y el horizonte. Todo cuanto está situado entre la persona y el horizonte constituye un motivo estético. La imaginación creativa se encarga de encontrar la belleza oculta en la rusticidad de los elementos o del lenguaje.
El horizonte es, en la acepción castiza, “la línea que limita la superficie terrestre a que alcanza la vista del observador, y en la cual parece que se junta el cielo con la tierra”. Esa familiaridad visual e intelectual con el horizonte hace al llanero disimular su sentido de las distancias, pues todo está “ahí mismito”, y su verdadera obsesión de lejanías y de misterio:

“Ah malaya un trotecito
que no terminara nunca.
Ah malaya si encontrara
aquello que nadie busca”.

Hondura lirica y profundidad metafórica son características de Arvelo, con un dejo filosófico como al desgaire. No lo abandona la soledad -no la desolación- como ambiente y el horizonte como paisaje vital. Una de sus “Cantas” me complazco en repetirla por la fácil plasticidad de la metáfora, esa ocurrencia de la imaginación cuando observa algo y lo transforma por asociación de ideas, revistiéndolo de belleza expresiva no siempre captada de primera impresión por el lector:

“El horizonte y yo vamos
Solos por la llana tierra.
Me enlazó todos los rumbos
Su audacia de soga abierta”.

Al horizonte lo relaciona con la soga. La soga no hace recordar al horizonte en puridad de verdad; pero el horizonte sí hace recordar la soga abierta; en él caben sin estorbarse material o metafóricamente todos los infinitos caminos del Llano.
En las glosas -la copia central la brinda cada uno de sus versos para ser el final de cada décima-, se va desarrollando una secuencia salpicada de gracia y de ingenio. La copla dice, por ejemplo:

“Cuatro veces te he mentado,
Ya ningún has respondido:
¿Quién me manda a andar buscando
lo que no se me ha perdido?”

Y la segunda décima oscila entre un llamado al amor y una respuesta del desamor, sin desentrañar el enigma:

“Por eso quiero saber
Para acabar mis porfías,
si hace mucho me querías
o me empiezas a querer,
o si me quisiste ayer
y ya me echaste al olvido,
o si nunca me has querido.
Con todas las ansias juntas
Te hice las cuatro preguntas
Y a ninguna has respondido.”

Estoy lejos de ser un crítico literario. En esta materia, mi oficio es de lector. Cuando uno lee las versiones de su magno poema “Florentino y el Diablo” en las versiones de 1940, 1950 y 1957, uno observa cómo el afán de perfeccionamiento y de darle mayor contenido, en ningún momento lo hace sacrificar la estampa del Diablo en la Versión de 1949:

“Súbito un hombre en la puerta,
indio de grave postura,
ojos negros, pelo negro,
frente de cálida arruga,
pelo de guama luciente
que con el candil relumbra.
Un golpe de viento guapo
le pone a volar la blusa
y se le ve jeme y medio 
de puñal en la cintura.
´Oiga, vale, ese es el Diablo´
-la voz por la sala cruza”.

Y en la enriquecida Versión de 1957:

“Súbito un hombre en la puerta,
indio de grave postura,
ojos negros, pelo negro,
frente de cálida arruga,
pelo de guama luciente
que con el candil relumbra,
faja de hebilla lustrosa
con letras que se entrecruzan,
mano de sobrio tatuaje,
lunar de sangre en la nuca.
Un golpe de viento guapo
le pone a volar la blusa
y se le ve jeme y medio 
de puñal en la cintura.
Entra callado y se aposta
para el lado de la música. 
Dos dientes de oro le aclaran
la sonrisa taciturna.
´Oiga, vale, ese es el Diablo´
-la voz por la sala cruza-“.

No morirá la tradición mientras la gente recuerde vivencias llaneras convertidas en paisaje poético, chispa de ingenio florido en pleno contrapunteo. Dos muestras parciales son elocuentes.


Así cantó Florentino:

“Huracán lo zarandea.
El hasta siempre está firme
cuando el pabellón ondea.
Si el despecho lo atolondra
tómese esta panacea:
Prefiero entenderle al mudo
y no al que tartamudea
Loro con ala cortada
es el que más aletea.
¡Quién ha visto indio en Guayana
lavando oro sin batea!
¡Quién ha visto peón de llano
que ni enlaza ni colea!
Le dijo la negra Clara
a la catira Matea:
´Si no va a comprar los gofios
¿pa´ que me los manosea?´
Yo que le atravieso el golpe
Y el arpa que bordonea.”

Así el Diablo contestó:

“Y el arpa que bordonea.
Si porque tuerce clavijas
presume tanta ralea,
ya yo le voy a enseñar
cómo el traste se puntea,
haciéndole las escalas
en fusa y semicorchea.
También le araño la armónica
por muy abajo que sea
como le subo quintales
sin mecate y sin polea
y le conozco el gritico
del que eriza y cacarea.
Gallero que entiende su arte
amolando se recrea:
sabe que con bulla de ala
no se cobra la pelea;
se cobra con puñalada
cuando la sangre chorrea,
cuando el vencedor se empina
y el vencido patalea.
Vaya poniéndose adelante
Pa´ que en lo oscuro me vea”.

Más adelante volvió Florentino:

“Quien mejor contrapuntea
hace sus tratos de día
y trabaja por tarea,
sin andar averiguando
si el caballo corcovea,
ni si el patrón tiene atajo
y dónde lo veranea,
ni si a la mona le gusta
el panal de matajea,
ni los unguentos del brujo
faculto en farmacopa
con nervios de terecay
y corazón de hicotea,
ni si se roba el novillo
el que lo cachilapea,
ni quién desuella la vaca
ni quién pica la correa,
ni quien siembra los guayabos,
ni quién saca la jalea,
ni a dónde diablo va a dar
la bala que chaflanea.
´Cójame ese trompo en la uña,
a ver si tataratea´.
Ni que yo fuera lechuza
en campanario de aldea
para cantar en lo oscuro
con esta noche tan fea”.

El Diablo volvió al ataque:

“Con esta noche tan fea
el destino de mi sombra
con el suyo se carea.
La ley por la que yo cobro,
si el fallido regatea,
echándosela de libre
el que nació con librea,
ni da plazo, ni da quita,
ni avala, ni prorratea.
No se cancela en un día
lo que por vida flaquea.
Mercaderes del milagro
contra huracán y marea
besan el escapulario
cuando el bongo se voltea.
Se acuerdan de Santa Bárbara
sólo si relampaguea”4.

Señoras y señores: aquí estamos realizando un acto de justicia al erigir esta estatua e inaugurar la Avenida “Alberto Arvelo Torrealba”, inolvidable poeta.
Dispénsenme por recordar aquí su figura de hombre de letras y de amigo, con las palabras pronunciadas por mí el 27 de Mayo de 1971 en la Casa de la Cultura de Barinas, con motivo de clausurarse la semana de homenajes al poeta:

“¿Quién que lo conoció no recuerda su estampa de hombre bueno? `Pesaroso en el paso´, nasal la voz que adquiría impensado humor en las anécdotas y énfasis retórico en la declamación, un aire de melancolía que le invadía todo el rostro le daba cierto aletazo de tristeza a la sonrisa y hacía que con aquel típico rictus de su nariz diera la impresión de que estaba aspirando `la dulce flor del ocaso´. En su semblante distraído, llamaban la atención los ojos, como si un impulso de curiosidad los proyectara hacia fuera, más que a buscar lo que encontraba y otros no veían, a captar la esencia de lo encontrado, su voz y su mensaje. Muchas veces al contemplar aquella mirada, me venía a la memoria la explicación que Florentino, el fantaseador, daba a José Luis, el positivista, en Cantaclaro, sobre la facilidad de su versificación:
 -Es muy fácil, hermano. Los versos están en las cosas de la sabana; tú te la quedas mirando y ella te los va diciendo…”
   
Aquí está desafiando el tiempo: la poderosa posteridad del recuerdo proyectada en la más débil posteridad del bronce. Por si acaso asomara como retador algún fantasma en una “noche de oscuro chubasco”, alzaría la voz varonil de su canto alardoso sin miedo:

“Sepa el cantador sombrío
que yo cumplo con mi ley,
y que si canté con todos
tengo que cantar con él”.




1 El Corazón de Venezuela, por Alí Lameda, Obra Poética, Volumen II, ediciones Centauro, Caracas, 1979, página 106.
2  La Infancia en la Poesía Venezolana, Compilación, selección, prólogo y notas de Beatriz Mendoza Sagarzazu, Ediciones de la Presidencia de la República para la Fundación del Niño, Caracas, 1983, página 176.
3 Ochenta años de Literatura Venezolana, por José Ramón Medina, Monte Ávila Editores, Caracas, 1980, página 131.
4 Florentino y el Diablo, por Alberto Arvelo Torrealba, edición a cargo de Alberto Arvelo Ramos y Mariela Arvelo de Rodríguez Tamayo, Publicación del Banco Industrial de Venezuela, Caracas, 1980, páginas 39-43, 90 92.
5 Alberto Arvelo Torrealba, Poeta Vital de la Llanura, por Luis Herrera Campíns, Caracas, 1971, página 7.