martes, 15 de mayo de 2012


Verdades

EL LABERINTO DEL RÉGIMEN

Gehard Cartay Ramírez

El régimen está atrapado y sin salida dentro del laberinto que él mismo creó en los doce años anteriores.
Ahora, frente a una probable ausencia de su jefe único, se encuentra sin sustituto a la vista. Los segundones que aceptaron tal papelón, sin siquiera chistar, eunucos por su propia mediocridad y sumisión al caudillo sabaneteño -quien no permitió a ninguno prepararse para un probable relevo-, ahora se enfrentan a una situación incierta.
Ninguno de ellos es percibido en sus propias filas como posible sustituto. Nadie los considera a la altura de tal desempeño y, lo que es peor, ninguno es tomado en cuenta con seriedad, llegada la hora de considerar necesariamente quien reemplazará a su caudillo.
Toda esta situación es la lógica consecuencia por haber degenerado el actual régimen en una perversión personalista, caudillista y mesiánica, donde uno sólo decide por los demás y estos le deben sumisión, adulancia e incondicionalidad absoluta.
Y es que no podían ser otras las consecuencias. El culto a la personalidad del jefe único, su excesiva figuración como único líder sin contrapesos y la lamentable circunstancia de ser temido y obedecido, sin que nadie se atreviera a insurgir contra esta absurda situación, trajeron consigo el deplorable espectáculo de un régimen condenado a desaparecer junto a su única figura, sin dejar posibles herederos y, por supuesto, sin posibilidades democráticas de permanecer en el poder.
En este sentido, ha habido -desde 1999 hasta hoy- dos grandes equivocaciones retroalimentadas mutuamente por el caudillo y sus segundones incondicionales. El primero se creyó siempre insustituible, desconociendo así las leyes de la historia y la propia naturaleza humana. Siempre habló, entre retrechero y autosuficiente, que gobernaría hasta el 2021 o el 2030, sin darle chance a ningún otro de los suyos. Estos, a su vez, fueron incapaces de plantear la necesidad del relevo, ninguno se creyó con capacidad para sustituir al führer de Sabaneta y todos se automutilaron como líderes de futuro.
Por eso hoy el actual régimen no tiene porvenir. Porque  nunca pensó en el futuro y se ahogó en su propio presente de mediocridad y corrupción inigualables, sin reparar que los movimientos políticos sólo pueden asegurar su continuidad histórica en la medida en que sean proyectos ideológicos, y no meras aberraciones personalistas.
Así lo demostró la reciente historia venezolana en lo que respecta a los dos grandes partidos de masas surgidos en la década de los años cuarenta. Ambos plantearon sus plataformas políticas de manera autónoma a sus líderes máximos. Ambos tenían vida propia, al margen de la personalidad de sus fundadores. Ambos los sobrevivieron, y hasta hubo uno de ellos que pudo superar la defección de su máximo líder, sin que ello implicara su desaparición.
Y en cuanto a Betancourt y Caldera, sus líderes fundadores, habría que señalar que, sin dejar de ser tales, permitieron sin embargo el surgimiento de otras figuras de relevo, algunos de los cuales llegaron -al igual que ellos- a la presidencia  de la República, y se preocuparon por estimular figuras de relevo que, en todo caso, asumieron la conducción de sus partidos en un momento determinado.
(Hubo incluso, en el caso de Caldera, concretamente, la posibilidad de que se le disputara su liderazgo y hasta fuera derrotado en la contienda interna, como ocurrió en 1987 cuando Eduardo Fernández le ganara la candidatura presidencial del partido que había fundado en 1946. Que luego decidiera, cinco años más tarde, postularse como independiente, no le resta valor a aquel gesto suyo de haber aceptado disciplinadamente entonces aquella derrota.)
Nada de esto ocurrió ni ocurrirá en el chavismo por su naturaleza caudillista y personalista, con un líder único que manda a los demás y estos le obedecen ciegamente. Un movimiento así carece de dinámica interna por estar negado al relevo y no tendrá jamás una proyección histórica trascendente.
Por eso, repito, el régimen se encuentra atrapado en su propio laberinto. A estas alturas no tiene sino dos opciones: ir a la próxima contienda electoral con la candidatura de su líder único, alicaído y disminuido sensiblemente, sin posibilidades ciertas de victoria por aquello de que nadie elige a un enfermo grave para que lo gobierne; o lanzar a alguno de sus segundones “bates quebrados”, con lo que se haría más fácil la victoria electoral de Capriles Radonski como abanderado de la unidad democrática.
Cualquiera de las dos posibilidades, como se observa, los condena a una derrota inevitable.

LA PRENSA de Barinas - Martes, 15 de mayo de 2012.