miércoles, 29 de agosto de 2012

Discurso del diputado Gehard Cartay Ramírez:

 FREI RESUMIÓ LO MEJOR DEL SENTIMIENTO POPULAR CHILENO
   
Intervención en la Comisión Delegada del Congreso de la República ante la muerte del ex presidente de Chile, Eduardo Frei Montalva

(Sesión del día tres de febrero de 1982)

El PRESIDENTE: Tiene la palabra el diputado GEHARD CARTAY RAMÍREZ.
Diputado CARTAY RAMÍREZ (GEHARD): Señor presidente; señor vicepresidente; estimados colegas:
El día 22 de enero del presente año falleció en la ciudad de Santiago de Chile el ex presidente de aquel hermano país, Don Eduardo Frei Montalva.
Su muerte, como es natural, ha conmovido a los sectores democráticos de todo el mundo y fue motivo para que en los actos de sus exequias se produjeran manifestaciones de protesta contra el régimen dictatorial imperante en aquella República latinoamericana.
No podía ser de otra manera, puesto que Eduardo Frei fue durante toda su vida un demócrata integral, un luchador vertical y auténtico, que hizo de su actuación política un apostolado de civismo y humanismo. Fue un brillante político, un combativo parlamentario y un estadista singular. Sin duda, en Frei se resumía lo mejor del sentimiento popular chileno, es decir, su tradición libertaria, democrática, cultural y progresista.
Ahora, ante su lamentable fallecimiento, creo que resulta importante hacer una reseña de su trayectoria vital. Nacido el 16 de enero de 1911, hijo de Eduardo Frei, un inmigrante suizo, y de Victoria Montalva, dama chilena, fue un estudiante excepcional, tanto en el colegio, como en la educación media y en la universidad. Obtuvo, a los 22 años, el título de Licenciado en Leyes por la Universidad Católica de Chile, y su tesis versó sobre El régimen del asalariado y su posible abolición, en la cual planteaba la idea de la copropiedad y de la coadmnistración entre obreros y patronos, tesis que, por cierto, fue bastante discutida y tuvo un cariz indudablemente polémico en aquellas circunstancias.
Como dirigente universitario, Eduardo Frei fundó la Asociación Nacional de Estudiantes Católicos, iniciativa que, en cierta forma, lo llevó luego a participar en la política activa, una vez que regresa de Roma, luego de intervenir en un Congreso de Estudiantes Latinoamericanos, en 1933, promovido por el Papa Pío XII, y donde por cierto conocerá al venezolano Rafael Caldera.
En 1935, Frei ingresa al Partido Conservador, pero con decidido ánimo renovador e inspirado ya en la doctrina social de la Iglesia Católica. Inmediatamente, se traslada al norte de Chile, zona del salitre e importante centro obrero e industrial, y funda allí el periódico El Tarapacá. Permanecerá entonces tres años en esa dura tarea y será sustituido en aquella responsabilidad por Radomiro Tomic, otro joven líder demócrata cristiano.
En 1938 hace crisis la situación de los jóvenes del Partido Conservador y, encabezados por Frei y otros destacados líderes social cristianos como Bernardo Leighton, Radomiro Tomic, Rafael Agustín Gumucio, Tomás Reyes Vicuña, fundan la Falange Nacional. Esta promoción es, sin duda, un nuevo y fresco aliento dentro de la política chilena. Hablan un lenguaje distinto, diferente, renovado y están ganados, indudablemente, por una profunda vocación social.
En 1945, con apenas 34 años, Eduardo Frei es designado Ministro de Obras Públicas por el presidente radical Juan Antonio Ríos, y desde ese importante cargo realiza una magnífica labor, a pesar del breve tiempo que ejerce tal posición, a la cual renuncia en protesta por considerar excesiva la represión policial contra manifestantes opositores.
Su brillante carrera parlamentaria se inicia en 1949, al ser electo por primera vez como Senador de la República por Atacama y Coquimbo. En 1956 es reelecto, esta vez por Santiago de Chile, habiendo obtenido la primera mayoría.
En 1957 funda el Partido Demócrata Cristiano, conjuntamente con  de sus compañeros de la Falange Nacional, e inicia así el camino definitivo para lograr el apoyo de la mayoría de sus compatriotas y ascender al poder, apoyado en su programa político e ideológico. 
Dos años después, en 1958, Frei se postula por primera vez a la Presidencia de su país y, aún cuando no alcanza el triunfo, obtiene, sin embargo, una importante votación que consolida a su partido como una fuerza política nacional respetable.
En todo este tiempo, señor presidente, honorables senadores y diputados, Frei mantiene una asombrosa actividad. Multiplica su tiempo a través del método y del orden; trabaja en funciones partidistas; es fecunda su actividad parlamentaria; visita constantemente el interior del largo país austral en actividades proselitistas; escribe en la prensa; dirige la formación de las juventudes demócratas cristianas; ofrece conferencias y discursos; ejerce como profesor universitario; orienta y asesora sindicatos; representa a su país en eventos internacionales y, por si fuera poco, escribe y publica numerosas obras, entre ellas, Chile desconocido, Aún es tiempo y La Política y el Espíritu, libro que, por cierto, mereció de Gabriela Mistral, la gran poetisa chilena y Premio Nobel de Literatura, el siguiente comentario: “Una de las mejores cosas que a lo largo de años se haya publicado en el género del ensayo social en la América del Sur”.
Frei también publicó La historia de los partidos políticos en Chile, Sentido y forma de una política, La verdad tiene su hora, El mandato de la historia y las exigencias del porvenir y América Latina: Opción y esperanza.
Eduardo Frei gana la Presidencia de su país en las elecciones de 1964, habiendo obtenido el 56 por ciento de los votos, la más alta votación alcanzada por candidato presidencial alguno en Chile. Fue entonces un Presidente con una obra excepcional e histórica, cuya gestión se destacó por importantes medidas revolucionarias: la llamada chilenización del cobre; la reforma agraria, cuya ejecución obligó incluso a una reforma constitucional sobre el derecho de propiedad; la sindicalización campesina; la reforma educacional; amplias políticas de vivienda popular, obras hospitalarias; edificaciones escolares, etc., etcétera.
Finalizado su período, el presidente Frei entrega el poder a su sucesor, Salvador Allende, triunfador en las urnas y quien, al no haber logrado la mayoría calificada, será ratificado por el Congreso de Chile con el voto favorable de la bancada parlamentaria del Partido Demócrata Cristiano.
Al dejar de ejercer la Jefatura del Estado, Eduardo Frei es electo Senador por amplia mayoría, y más tarde será designado Presidente del Senado de Chile, cargo al cual dio, sin duda alguna, su signo de dignidad y decoro personal.
Luego del golpe militar guiado por el general Augusto Pinochet, una vez desencadenada la brutal represión y el asesinato de miles de chilenos, coartadas las libertades públicas e individuales en aquella hermana nación, el ex presidente Eduardo Frei encabezó la resistencia interna contra la tiranía chilena y liderizó, entre otras iniciativas, la negativa al plebiscito propuesto por el dictador y su junta Militar en 1980 para perpetuarse en el poder.
Y aún cuando su campaña fue muy limitada y precaria en recursos económicos -apenas se le permitió una concentración en el Teatro Caupolicán, trasmitida solamente por dos emisoras radiales-, obtuvo, no obstante, un amplio respaldo en su posición, respaldo que sumó cerca del 30 por ciento de los votos reconocidos por el régimen dictatorial, sobre todo teniéndose en cuenta que fue este último el que controló el proceso, sin testigos ajenos a la Junta Militar en aquella oportunidad.
El ex presidente Frei dijo en aquel discurso en el Teatro Caupolicán las siguientes palabras que, con la venia del ciudadano presidente, voy a leer (lee):
“Podrán imponer los resultados; pero tal como lo dijo un día un gran chileno, refiriéndose a quien ocupaba el gobierno: Usted puede hacer todo lo que quiera; tiene la fuerza. Pero lo que no podrá hacer es inspirar confianza. Lo propio decimos hoy. Este pueblo ya decidió votar que No, aunque sabe que no tendrá medios de control verdadero sobre los escrutinios. Por eso nadie se hace ilusiones sobre el resultado. Su No será categórico: No al plebiscito mismo y a todo lo que significa. Será así un testimonio ante su propia conciencia y ante su propia patria. Esa conciencia seguirá creciendo después del 11 y su marcha no podrá ser detenida”.
Con estas actividades de lucha contra un régimen despótico, Eduardo Frei fue aumentando su prestigio dentro y fuera de su patria. Particularmente debo destacar hoy aquí el hecho de que Frei fue un gran amigo de Venezuela y de sus más prominentes líderes, entre otros, del Presidente Luis Herrera Campíns, del ex Presidente Rafael Caldera y del ex Presidente Rómulo Betancourt, a quien por cierto dedicó un sentido artículo periodístico, publicado en el diario El Nacional, a raíz de la muerte del líder fundador de Acción Democrática.
Esta es, a grandes trazos, la silueta de Eduardo Frei Montalva, el ilustre chileno que ha fallecido hace pocos días.
Ciudadano presidente, estimados parlamentarios, quisiera terminar mi intervención de esta tarde citando unas palabras suyas, contenidas en uno de sus últimos libros: El mandato de la historia y las exigencias del porvenir, que, sin duda alguna, constituyen lo que pudiéramos llamar su testimonio, su visión sobre el atormentado Chile de hoy y fundamentalmente su testamento político. Dijo allí, con la venia de la Presidencia (Asentimiento):
“Tengo un amor apasionado por mi patria. No es ella para mí sólo un pedazo de tierra, es parte de mi ser y por eso me es imposible callar. Pienso que tal vez lo único que puede aportar un hombre que ya ha vivido y ha tenido el privilegio de haber gobernado este país, es una lección de profunda esperanza (…) Chile también se ha caracterizado por tendencias históricas que la han dado su propia fisonomía. Este país fue citado como un ejemplo de organización política, de estabilidad, de respeto a normas jurídicas y a una autoridad impersonal de anticipados avances sociales, y su pueblo ha demostrado madurez en el juico y gran sentido de convivencia y del respeto mutuo. Estas constantes no se deben a la acción de una persona, de un estadista o a la casualidad: reflejan el carácter profundo de un pueblo que se manifiesta en todas las formas de su existencia. La corriente que emana de esa fuente tan profunda no puede extinguirse y ninguna circunstancia puede agotarla. Tenemos la certeza de que brotará más fuerte y más amplia”.
Es a este hombre, a este patriota chileno y latinoamericano, a quien venimos a rendirle homenaje esta tarde en el seno de la Comisión Delegada del Congreso de Venezuela.
Solicito respetuosamente, señor Presidente, que ordene leer por Secretaría el proyecto de Acuerdo presentado que, por mi intermedio, presenta la Fracción  Parlamentaria del Partido Social Cristiano Copei.
Muchas gracias.