lunes, 22 de julio de 2013

DISCURSO DE GEHARD CARTAY RAMÍREZ, EN NOMBRE DEL MOVIMIENTO LIDERAZGO EMERGENTE

“EL PRÓXIMO GOBIERNO DEBERÁ ENCARAR COMPLEJOS DESAFÍOS QUE PROBABLEMENTE NINGÚN OTRO HA ENFRENTADO”


DISCURSO DEL DIPUTADO
GEHARD CARTAY RAMÍREZ
 AL ANUNCIAR EL RESPALDO DEL MOVIMIENTO “LIDERAZGO EMERGENTE” A LA PRECANDIDATURA PRESIDENCIAL DE RAFAEL CALDERA

(Caracas, Hotel Tamanaco, 01 de septiembre de 1987)

Estamos aquí reunidos para realizar un acto de afirmación y confianza en el porvenir de Venezuela.
Queremos, al lado suyo, Presidente Caldera, convocar a quienes, como nosotros, son parte fundamental de la Venezuela que viene y conformar el liderazgo emergente que desde ya se prepara para afrontar los desafíos del futuro.
No venimos aquí a invocar el pesimismo como práctica masoquista o como fácil excusa, aunque, justo es decirlo, no escondemos nuestra preocupación por la grave crisis que atravesamos. No venimos aquí a ofrecer falsas promesas, ni a ilusionar a nadie con la demagogia de aquello que no se puede cumplir, aunque, también debemos decirlo, sí creemos que el país tiene salida y estamos dispuestos a ofrecer nuestro concurso al respecto. Venimos, pues, con una alta dosis de realismo y con la absoluta convicción de que Venezuela reúne recursos humanos y materiales para salir adelante. 
Estamos aquí porque creemos en la necesidad de un robusto liderazgo moral y político para enfrentar las dificultades que nos agobian. Y ese líder no es otro que usted, Presidente Caldera.
Estamos aquí porque sentimos la urgencia de un verdadero hombre de Estado al mando de la Nación. Y ese capitán no es otro que usted, Presidente Caldera.
Estamos aquí porque nos hemos convencido de que sólo un líder de su talla será capaz de convocar a los venezolanos en la tarea ciclópea de reconstruir al país quebrantado que a usted, como a nosotros, le duele tanto.
Sabemos, tan bien como usted, que tamaña empresa no es obra de un solo esfuerzo o de una sóla voluntad. Pero a quienes dicen por allí que no es una tarea mesiánica, pretendiendo con ello, sin lograrlo, vulnerar su opción presidencial, les decimos también que la misma, como empresa nacional de extraordinarias proporciones, requiere indudablemente de un conductor y guía de las más elevadas condiciones morales y políticas, capaz de despertar la confianza y la solidaridad de las grandes mayorías venezolanas. Y ese compatriota, dicho sea con todo respeto por quienes también aspiran a conducir al país en 1989, ese compatriota, repito, no es otro que usted, Presidente Caldera.
Está largamente demostrado, por lo demás, que usted ha sido siempre un hombre que cree y practica la democracia, el diálogo y el pluralismo.  Su anterior gestión de gobierno demostró su inclinación a rodearse de los mejores, dentro de un clima de respeto a las ideas y derechos humanos y con un saldo de ejecutorias que pocos Presidentes de Venezuela pueden presentar en su gestión.
Esas condiciones suyas son garantía de que realizará un gobierno de amplitud nacional, con las mejores voluntades y la mayor suma de inteligencias y capacidades para derrotar la crisis. Y aunque no quisiera extenderme ahora en consideraciones sobre el pasado, sí debo decir aquí algo        que todos sabemos pero que debe repetirse: la suya es una hoja intachable de servicios a Venezuela, todo lo cual le ha permitido acumular la experiencia que tanto necesitamos y que, por lo demás, sólo puede ser utilizada después que se obtiene y no antes, como resulta lógico y comprensible.
Por esto mismo, quienes ahora le manifestamos nuestra solidaridad estamos convencidos igualmente de que la Venezuela presente y futura no puede dejarse en manos de la improvisación, ni mucho menos a disposición de quienes utilizan el populismo y la irresponsabilidad demagógica como anzuelos para pescar votos ingenuos o ilusos. No es tiempo para adentrarnos en aventuras ya vividas o por vivirse. Es tiempo de que la experiencia sea el patrón que señale caminos y pautas a quienes nos sabemos con derecho a participar en la construcción de un país a la medida de las aspiraciones y sueños de todos los venezolanos.
Usted, Presidente Caldera, además de la experiencia de que hablamos, tiene clara noción de su responsabilidad en este momento histórico que vive Venezuela. Nos acogotan gravísimos problemas, mientras nos acercamos cada vez más a nuevas dificultades y tropiezos. La Venezuela de hoy se encuentra en serias dificultades financieras, no obstante la cercanía de tiempos ya idos en los cuales la abundancia no fue aprovechada para superarnos, sino que más sirvió de abono a la corrupción, el facilismo y la inversión de algunos de nuestros valores de comportamiento colectivo, entre ellos, la austeridad, la templanza y el trabajo productivo.
Constituye aún una vergüenza que debemos liquidar el hecho monstruoso de que una porción considerable de nuestros compatriotas subsista en condiciones de pobreza crítica, mientras, por otra parte, crecen el desempleo, la inseguridad personal, la falta de oportunidades y la amenazante marginalidad social y económica. Nuestro pueblo es golpeado, día a día, por el alto costo de la vida y la especulación, sin posibilidad alguna, no sólo de mejorar tan difícil situación, sino de sentirse resguardado y estimulado por el poder del Estado. Nuestros jóvenes se están graduando de profesionales desempleados, mientras que la clase media ve reducir cada vez más sus posibilidades y expectativas.
El panorama es sombrío y preocupante, y nos angustia no sólo como venezolanos sino como jóvenes que actuamos en diversas áreas del acontecer nacional. Los políticos, intelectuales, empresarios, profesionales, artistas, deportistas y periodistas que hoy nos congregamos en esta significativa ocasión no queremos evadir nuestra responsabilidad con Venezuela. Queremos asumirla con decisión y coraje, con humildad y generosidad, poniendo al servicio del interés del país lo que somos y lo que podemos hacer en su beneficio.
No estamos pidiendo un papel estelar que no nos corresponde aún. No creemos en esquemas generacionales, las más de las veces oportunistas y vanidosos. Queremos unir nuestro esfuerzo al suyo y al de cualquier venezolano de buena voluntad que le indigne y le duela la difícil coyuntura que en este momento golpea al país y sus posibilidades.
El próximo gobierno, y usted lo sabe, deberá encarar complejos desafíos que probablemente ningún otro anteriormente ha enfrentado. Lo que algunos expertos han denominado El Efecto Venezuela, que resume la triste historia -reciente por lo demás- de un país que lo tuvo todo a manos llenas sin aprovecharlo debidamente, para arrastrar luego esa penosa deuda que tanto nos pesa, esa absurda realidad que hoy nos condiciona tan intensamente, debemos erradicarla de nuestro quehacer colectivo como nación. Y podemos hacerlo, sin duda alguna, si somos capaces de superar los traumas de los desaciertos recientes y los complejos que tanto nos atan al pesimismo desalentador y pernicioso.
Ese desafío que nos plantea la presente realidad podemos afrontarlo con éxito porque como país aún tenemos a disposición recursos humanos y materiales. Lo fundamental, sin embargo, no es sólo la existencia de medios para superar las dificultades. Lo fundamental es que tenemos también la gente capaz para acelerar el desarrollo del país y ponerlo en función de todos los venezolanos y no de unos pocos.
Y si a tales factores unimos el de un liderazgo lo suficientemente experimentado y capaz para dirigir esa empresa de todos, entonces tenemos derecho a ser optimistas en relación a nuestro aporte para enfrentar el presente y el futuro de Venezuela.
Aquí estamos, pues, maestro y discípulos frente a una hora trascendental de nuestra historia. Tanto usted como nosotros sabemos lo que podemos hacer y, sobre todo, lo que queremos hacer por Venezuela.
A usted le decimos sus discípulos que esta es la hora del maestro: su hora, Presidente Caldera.
¡Cuente con nosotros! (Aplausos)