domingo, 27 de diciembre de 2015

UNA MINORÍA QUE SE CREE (AUN) MAYORÍA



UNA MINORÍA QUE SE CREE (AÚN) MAYORÍA
Gehard Cartay Ramírez
Derrotados aplastantemente por la inmensa mayoría de los venezolanos, Maduro y su cúpula podrida se siguen comportando como la mayoría que fueron.
Ahora son una minoría -escuálidos les decían ellos antes a quienes descalificaban como tales-, pero una minoría prepotente, arrogante y torpe que, prevalida del poder, se considera insustituible, típico comportamiento de los regímenes neo totalitarios.
Frente a su contundente derrota se comportan como psicópatas políticos. Carecen de grandeza, humildad y nobleza para aceptar que el pueblo ya no los soporta. Porque, amigos lectores, no se trata de que los hayamos derrotado, y de qué manera. El asunto es más grave aún: la gente está harta del régimen, y si fuera por la voluntad popular, ahora mismo serían expulsados del poder.
Con esta absurda conducta han llegado a extremos absolutamente cínicos. Ahora hablan de que la oposición les hizo fraude (¡!), como si todo el mundo no supiera que el actual CNE ha sido un lacayo del régimen desde hace varios años. El colmo de su desfachatez lo muestra el hecho indiscutible de que la MUD fue a este proceso en condiciones totalmente adversas, a causa de la actitud celestina del supuesto árbitro electoral. Por supuesto, la inmensa avalancha de votos a su favor anuló cualquier tentativa fraudulenta del oficialismo.
Aquí hasta las piedras conocen el ventajismo milmillonario, corrupto y corruptor del régimen en las recientes elecciones, sin que el CNE hiciera algo para condenarlo, y mucho menos evitarlo. Aquí todo el mundo sabe cómo abusaron de los dineros del Estado venezolano, de todos sus recursos y de las televisoras y radios oficiales para hacer campaña abierta a sus candidatos, violando la Constitución y las leyes.
Todo el mundo sabe que Nicolás Maduro, sin ser candidato a nada, se declaró en campaña y se encadenó a diario por la red de televisoras y emisoras del país para hacerles campaña a sus candidatos. Si pensó que les hacía algún favor, creyéndose un portaaviones (y no el submarino  destartalado que es), al final resultó todo lo contrario, pues mientras más campaña les hacía más los hundía.
Todo el mundo sabe que el régimen se dedicó también a comprar votos a cambio de artefactos domésticos, canaimitas, taxis, viviendas, bolsas de comida, etc., etcétera, en una práctica corrupta como pocas veces antes. Todo el mundo sabe que forzaron y aterrorizaron a los empleados públicos para que votaran por sus candidatos. Todos sabemos que presionaron a televisoras y radios privadas para que le negaran espacios a la MUD, y que esta, finalmente, fue apabullada por una masiva y costosa propaganda electoral oficialista.
Y aún así, perdieron. Perdieron -insisto- porque los venezolanos no nos calamos más este régimen inepto, ladrón e insensible, que ha destruido al país, sembrando odio entre hermanos y dividiendo nuestras familias. Perdieron porque, al final, el pueblo venció el miedo, la trampa, el ventajismo y la corrupción.
Perdieron porque destruyeron la producción nacional, tanto industrial como agropecuaria, condenándonos a una insólita y vergonzosa escasez de comida y bienes esenciales en un país tan rico como Venezuela. Perdieron porque nos humillaron a hacer largas colas para comprar un kilo de harina de maíz, unos pañales o un pollo. ¿O será que no se dieron cuenta de tal aberración, ellos, la cúpula podrida del régimen, que vive entre lujos y comodidades propias de un rico jeque árabe?
 Sin embargo, luego de tamaña paliza electoral, pretenden desconocer la voluntad popular expresada claramente el pasado seis de diciembre. Siguen con sus desplantes, ofensas y amenazas contra quienes no piensan como ellos, como si todavía fueran la mayoría arrogante y abusiva del pasado. Siguen hablando en nombre de un pueblo que ya no representan porque definitivamente les dio la espalda y está decidido a sacarlos del poder.
De manera irresponsable y en contra de la voluntad soberana ahora andan en maniobras de la peor especie para intentar desconocer la nueva Asamblea Nacional que elegimos los venezolanos hace poco. En su desesperación, pretendiendo una imposible sustitución, han inventado ahora un supuesto “parlamento comunal” que no aparece en ningún artículo de la Constitución. Sabe Dios cuántas trampas estarán armando aún y qué dislates no terminaran intentando de aquí al cinco de enero.
Sin embargo, hagan lo que hagan, no podrán contra la voluntad mayoritaria de nuestro pueblo. Aquí se ha iniciado ya un proceso, ese sí irreversible, de rescate de la dignidad nacional y de la unión y la reconciliación de los venezolanos. Y nada ni nadie podrán detenerlo.
@gehardcartay

La Prensa de Barinas (Venezuela) - Martes, 22 de diciembre de 2015

miércoles, 23 de diciembre de 2015

LA COLOSAL DERROTA DEL RÉGIMEN



LA COLOSAL DERROTA DEL RÉGIMEN
Gehard Cartay Ramírez
Maduro y su claque corrupta no terminan de asimilar su colosal derrota del pasado seis de diciembre.
En lugar de aceptarla con nobleza y sindéresis han tomado el absurdo camino de descalificarla, como si con ello pudieran borrarla. La misma noche en que se produjo aquella histórica paliza electoral apelaron al ridículo argumento de que “los había derrotado la guerra económica en su contra”. (Algún humorista se burló entonces de Maduro diciendo que este se había inventado un enemigo de mentira que, vaya estupidez, terminó derrotándolo.)
Lo cierto es que, en vez de procesar, examinar y analizar su contundente derrota, tal como lo aconsejan las circunstancias, el régimen sigue aferrado a sus acostumbrados embustes, a su miserable falta de grandeza y a su habitual desprecio por la inteligencia de los venezolanos.
No deja de ser tragicómico ese oxímoron madurista según el cual la victoria electoral de la MUD no es una victoria popular, sino una victoria de “la guerra económica”, “la derecha” y “el imperialismo”. No faltaría más, desde luego. Tal es el catecismo castrocomunista que les han enseñado a repetir como loros.
Quiere decir entonces que las únicas “victorias populares” han sido las de ellos en el pasado. Y que el pueblo sólo es tal si vota por ellos. Si vota por la oposición, como lo hizo abrumadoramente el seis de diciembre, deja de ser pueblo para convertirse en “oligarquía” y en esa fantasiosa “guerra económica” en la que nadie ha creído, como quedó ya suficientemente demostrado.
Toda esta madeja de hilarantes argumentaciones para tratar de tapar una monumental derrota que ya conoce todo el mundo -y que muy merecidamente le propinó la aplastante mayoría de los venezolanos- retrata la perversa calaña moral de quienes en los últimos 17 años destruyeron este país. Si tuvieran una pizca de vergüenza y dignidad, a estas alturas deberían haber renunciado al poder, entre otras cosas porque lo que hizo el pueblo venezolano hace pocos días fue darles una patada por el fundillo, dicho sea elegantemente.
Como lo señalé el martes pasado, la derrota del régimen de Maduro se debe al abrumador voto castigo del pueblo contra su nefasta gestión económica, social y política, así, en ese mismo orden. La gente se hartó ante tanta incapacidad, ineptitud y corrupción. Por lo tanto, su lógica reacción no podía ser otra que la de derrotar, como lo hizo, a los culpables de las tragedias que venimos soportando desde hace algún tiempo.
Hubiera sido inexplicable, por lo tanto, que los venezolanos votaran por quienes han sido sus verdugos, por quienes han acabado con la producción económica nacional, por quienes son los únicos culpables de la falta de comida, de la escasez de medicinas, del desabastecimiento, del cada vez más alto costo de la vida, de la galopante inflación que sufrimos, del crecimiento de la pobreza y la miseria, de la liquidación de la clase media, de las largas colas para comprar los pocos comestibles y artículos esenciales que se consiguen… y pare usted de contar.
Hubiera sido inexplicable, por supuesto, que los venezolanos apoyaran con su voto a quienes sólo han sembrado odio y confrontación entre nosotros; a quienes han ejecutado una política de exclusión, atropello y muerte contra quienes no piensan como ellos; y a quienes han destruido las instituciones y las han degenerado hasta ser parte de una mafia de poder y corrupción como nunca antes.
Hubiera sido igualmente inexplicable que los venezolanos le dieran su voto a un régimen represivo y autoritario que ha asesinado jóvenes estudiantes por el “delito” de protestar y querer una mejor Venezuela; que ha convertido en presos políticos a sus adversarios; y mandado al exilio a miles de compatriotas que deberían estar aquí luchando por un país desarrollado y próspero.
Hubiera sido inexplicable, desde luego, que los venezolanos le dieran su voto a quienes ya han demostrado que sólo ejercen el poder para su beneficio propio y para enriquecerse a manos llenas, olvidándose de las mayorías populares que antes los apoyaron porque creyeron en sus promesas y hoy comprueban dolorosamente que fueron engañados y utilizados.          
¿Cómo carajo estos genios del régimen pudieron pensar siquiera que sus víctimas, es decir, los venezolanos, los iban a gratificar con su voto, luego de tanta destrucción e incapacidad?        
Quedan, por supuesto, otras cruzadas muy importantes por librar y ganar. El régimen, aunque muy mal herido por la derrota sufrida y con un margen de maniobra escaso, intentará, sin embargo, unos cuantos zarpazos más.
No nos queda otra alternativa que seguir derrotándolo hasta nuestra victoria final.
       @gehardcartay
LA PRENSA de Barinas - Martes, 15 de diciembre de 2015.