lunes, 29 de julio de 2013


LA DOBLE MORAL DEL RÉGIMEN
Gehard Cartay Ramírez
Resulta obscena la doble moral del régimen que padecemos los venezolanos, iniciado hace ya casi 15 años.
Doble moral para acusar y castigar a los demás por todo  aquello que ellos sí han hecho y siguen haciendo, ahora amparados en el ejercicio totalitario del poder. Lo curioso e irónico es que esas acusaciones los definen a ellos mismos desde que, con alevosía y nocturnidad, forzaron las ventanas de la institucionalidad para asaltar el poder por la vía del golpe de Estado el 4 de febrero de 1992. Centenares de muertos provocaron aquella noche. Nunca se hizo justicia al respecto, pero ni esas muertes ni los delitos de ahora quedarán impunes. Algún día tendrán que responder ante la Historia y los tribunales.
Dicen ser bolivarianos y hacen todo lo contrario de lo que proclamó el Libertador en su momento: la inconveniencia de que un sujeto se perpetúe en el poder; los perjuicios del militarismo como forma de gobierno; el principio de moral y luces como bases del ejercicio gubernamental; o el ideal de que la República se sostiene con la presencia de hombres ilustrados en su conducción.
Acusan a sus adversarios, con ocasión o sin ella, de ser golpistas. La historia ya ha comprobado que Chávez y los felones que lo acompañaron en febrero de 1992 han hecho del golpismo su filosofía y su razón de ser. Casi una década conspirando en los cuarteles y un fallido golpe de Estado los hicieron emerger a la notoriedad, descartando toda forma de lucha civil y democrática.
 Ahora, al frente de un régimen que desconoce la Constitución y las leyes, desarrollan un golpe de Estado continuado para apoderarse del poder total. Y tienen el tupé -ellos, que han sido y son golpistas hasta en sus cromosomas- de acusar de “golpistas” a quienes hoy se le oponen, cuando los hechos desmienten esa falacia.
Acusan a sus adversarios de ser fascistas, siendo que ellos sí lo son. Quien haya leído los decretos que los golpistas de 1992 tenían preparados en caso de triunfar, encontrará allí principios fasciocomunistas, copiados de los que aplicaron en su momento Hitler, Stalin y Mussolini. Esos decretos liquidaban las instituciones democráticas (algo que ellos, por cierto, criticaron al tristemente célebre decreto de Carmona, tildándolo de dictador, vaya ironía), desconocían los derechos humanos y desataban una cacería criminal contra sus adversarios.
Se las echan de honestos en el manejo de los recursos del Estado y se han convertido en el régimen más corrupto de toda la historia venezolana. Han saqueado al Estado venezolano y creado una nueva plutocracia gracias al robo de los recursos públicos, mientras  la gran mayoría de los venezolanos son hoy más pobres. Lo peor de todo es que una vergonzosa impunidad impide que ahora sean investigados, juzgados y condenados, en virtud de que los organismos que deberían hacerlo obedecen perrunamente a la cúpula podrida del régimen.
Pretenden convencer a los demás que con ellos se inició una nueva etapa de progreso para Venezuela, pero la realidad los desmiente. Nunca antes nuestro país había estado peor, y las pocas cosas buenas que tenemos, corresponden a ese pasado que tanto aborrecen los personeros del régimen. Precisamente su labor de destrucción sistemática de la democracia y la institucionalidad corrobora la existencia de un país mejor que este de ahora.
Se jactan de ser incluyentes (“Ahora Venezuela es de todos”), pero centenares de miles de compatriotas han sido excluidos, despedidos de sus cargos, presos sin fórmula de juicio, perseguidos, aterrorizados o echados al exilio. Las listas Tascón, Maisanta  y otras son copia fiel de prácticas nazis, comunistas y fascistas.
Se las echan de patriotas, pero son dirigidos desde Cuba, cuya tiranía toma la mayoría de las decisiones y ocupa los altos niveles del régimen imperante, por ahora, en Venezuela. Dicen ser antiimperialistas, pero nos han endeudado y atado al actual imperio chino, como nunca antes lo hizo ningún gobierno con potencias extranjeras. Dicen ser respetuosos de los derechos humanos, pero son aliados de gobiernos criminales como los de Irán, Siria, Bielorrusia, China, Rusia, y antes, del Irak de Hussein y la Libia de Gadafi.
Doble moral, doble discurso, sin duda. El actual régimen incurre en los mismos vicios que tanto le critica a los gobiernos anteriores, pero se niega a practicar tan siquiera algunas de sus virtudes.

 LA PRENSA de Barinas - Martes, 23 de julio de 2013.