martes, 8 de mayo de 2012

Verdades
LEGADO NEFASTO
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay
gehardcartay.blogspot.com

Uno de los nefastos legados que dejará el actual régimen será la anarquía y el irrespeto de ciertos sectores frente a la Constitución y las leyes, así como a las naturales reglas de la convivencia humana y del sentido común.
Como lo he señalado otras veces, esta situación deriva de varios factores. Uno de ellos, tal vez el más importante por su reiteración y efecto de imitación en algunos, es la permanente actitud transgresora del jefe único del régimen respecto a la Constitución y las leyes. Está más que demostrado que se siente por encima de la Carta Magna -gracias a la alcahuetería de las “instituciones” obligadas a hacer efectivo su respeto y acatamiento- y, por tanto, como en la popular canción mejicana, cree que “su palabra es la ley”.
Por desgracia, el actual presidente se ha convertido en el primer infractor de la República. A estas alturas, su autoritarismo ha violado casi todos los artículos de la Constitución de 1999. Allí está, por ejemplo, el absurdo grado militar (“el comandante presidente”, como le dicen sus aúlicos) en que ha convertido la Presidencia de la República, cargo civil por excelencia. O la criminal politización de la Fuerza Armada para amenazar a sus adversarios. O el desconocimiento de los principios federales, con el propósito de liquidar a gobernadores y alcaldes para imponer su vocación autocrática.
Y ello, para no hablar de su irrespeto cuando actúa como Jefe de Estado desde una nación extranjera, hoy convertida en la metrópolis del colonialismo castrocomunista que nos humilla como el país soberano que fuimos. Todos esos actos inconstitucionales implican un golpe de Estado continuado, algo que en un país democrático ya hubiera significado la sustitución legítima del régimen.
Pues bien, si tal es la actitud del primer obligado a respetar y hacer respetar la Constitución y las leyes de la República, ¿qué podemos esperar de los demás, exceptuando a los ciudadanos respetuosos del ordenamiento jurídico?
Por ese gravísimo efecto de imitación, hoy somos un país a la deriva, donde la anarquía y el desorden nos arropan cada vez más. Pareciera que en estas desgraciadas circunstancias podemos terminar convertidos en otro país africano, y no sólo por el régimen que padecemos, sino por el desconocimiento del ordenamiento jurídico y las normas elementales de la coexistencia humana.
Esa conducta infractora de ciertos sectores comienza con el irrespeto al primer derecho humano, como lo es el derecho a la vida. Casi 200 mil asesinatos en los 13 años y medio del actual régimen lo demuestran. Podría decirse que a nuestros compatriotas hoy los matan como si fueran moscas, en una especie de genocidio que contabiliza más muertos que todas nuestras guerras civiles anteriores e, incluso, que los conflictos bélicos de Colombia o del Medio Oriente.
Luego está el desconocimiento del derecho de propiedad, estimulado y perpetrado por el régimen. En la actualidad, nadie se siente seguro, no sólo de su vida, sino de sus bienes, que pueden ser ocupados por cualquier autoridad, por lo general en connivencia con delincuentes de toda laya, cuyo negocio es invadir propiedades ajenas y traficar con ellas, a excepción, por supuesto, de las grandes propiedades de los corruptos del régimen y de sus testaferros. Y no hablemos del malandraje menor que roba y asalta en la calle y en sus casas a muchos compatriotas.
A la actitud transgresora del jefe del régimen se añade su discurso de odio, intolerancia y descalificación hacia quienes no piensan como él, sin faltar sus célebres máximas escatológicas (recuerden “la victoria de mierda” de la oposición en el referendo del 2 de diciembre de 2008, dicha por cadena de radio y televisión en horario matutino. Nada hizo entonces, por cierto, la Defensoría “y que” del Pueblo, que se escandaliza por cosas de menor calibre… si las dice alguien ajeno al régimen).
   Una conducta antisocial como esa, fomenta también la ausencia de respeto por las normas mismas de convivencia. Hoy, por desgracia, la agresividad y la anarquía determinan el comportamiento de mucha gente. No hay respeto por los mayores, como nos enseñaron en el hogar y la escuela. No hay respeto por las normas elementales de educación y cortesía.
(El no acatamiento a las normas del tránsito, por ejemplo, revela en toda su magnitud la anarquía que nos carcome. Mucha gente conduce a la ofensiva, sin consideración por los demás, sin respetar los semáforos, a altas velocidades en el perímetro urbano, saltándose los canales de las vías, sin importar que existan unos para desplazamientos rápidos y otros para andar despacio, y sin faltar quienes marchan a contravía, como sucede con algunos motorizados.)
Tal vez será más fácil enderezar la crisis económica del país cuando salgamos de esta pesadilla. Pero no lo será superar este nefasto legado del actual régimen.
 
LA PRENSA de Barinas – Martes, 08 de mayo de 2012.