miércoles, 26 de septiembre de 2012

Verdades
CAPRILES Y LAS MAYORÍAS SILENCIOSAS
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay
gehardcartay.blogspot.com

Fue Richard Nixon, poco antes de ser electo presidente de Estados Unidos en 1968, quien advirtió la existencia de “las mayorías silenciosas” que, por encima de encuestas y pronósticos, deciden quién gana cualquier elección.
Esas mismas “mayorías silenciosas”, aquí en nuestro país, elegirán el domingo siete de octubre a Henrique Capriles Radonski como presidente, y pondrán fin a 14 años de desastre y ruina encabezados por el Gran Hablador y su cúpula corrupta e incapaz.
“Las mayorías silenciosas” siempre se imponen en todo proceso electoral, aunque por lo general no son advertidas por los investigadores de opinión y, lo que es más grave aún, a veces subestimadas e ignoradas. Pero los efectos de su decisión equivalen a un terremoto político electoral.
Eso es lo que va  a ocurrir aquí en menos de dos semanas. Por supuesto que habría que ser muy lerdo o estúpido para no percatarse del avance incontenible de la candidatura de Capriles Radonski y de la caída en barrena del candidato eterno a presidente vitalicio.
Cualquiera con cierto olfato político puede darse cuenta, fácilmente, de que aquí va a producirse ya un cambio de presidente y de gobierno. Cualquiera puede atisbar, sin mayores problemas, que hay un descomunal descontento frente a la corrupción e incapacidad del actual régimen y un particular hartazgo ante el presidente saliente y su cháchara fastidiosa, luego de 14 años de fracasos continuados.
Habrá algunos, cada vez más escasos, que todavía “no oyen crecer la yerba”, como bien decía Mao Tse Tung. Son aquellos que viven en la luna o son presa del miedo. Porque hasta la mismísima cúpula putrefacta del régimen sabe que tiene perdidas las elecciones. Si no fuera así, amigo lector, ¿cómo se explica su evidente desesperación -y en especial la de su jefe único y candidato perdedor-, que los lleva a despilfarrar miles de millones de bolívares en propaganda costosa e inútil y a promover una perversa campaña sucia contra Capriles Radonski, el candidato ganador?
Si no fuera así, amigo lector, ¿cómo se explica esa campaña de chantaje inaceptable en que incurre el candidato oficialista al anunciar que si pierde “aquí viene una guerra civil”, cuando todos sabemos que tal cosa no ocurrirá? ¿O ese otro penoso ruego suyo a la clase media y a los ricos para que voten por él, “que sí les garantiza estabilidad y  orden”, luego de 14 años de amenazas contra ellos, de violaciones contra la propiedad y la iniciativa privada, de invasiones y abusos, sin que pueda olvidarse aquella sentencia terrorista suya de que “no quedaría piedra sobre piedra en el este de Caracas”, zona predominante de la clase media capitalina?
Si no fuera así, amigo lector, ¿cómo se explica esa campaña paralela del régimen que pretende sembrar miedo en ciertas capas del electorado echando a rodar especulaciones y dudas sobre el carácter secreto del voto? ¿O esas otras fantasías suyas sobre una supuesta “invencibilidad” del candidato oficialista, cuando cualquiera que saque cuentas puede comprobar que en cada elección saca menos votos que en la anterior, al revés de lo que ocurre con las fuerzas democráticas? ¿O es que acaso no perdieron por paliza  el referendo de 2008 y en el voto popular en las parlamentarias de 2010, sin olvidarnos de que la oposición ha ganado en los estados más poblados del país?
Vuelvo a lo de “las mayorías silenciosas” para destacar que, con su decisión este domingo siete de octubre, no sólo le van a dar triunfo a Capriles Radonski, sino que lo elegirán como presidente por una diferencia abrumadora. Y esto es muy importante destacarlo. Así no habrá duda alguna al respecto y -lo que es fundamental- se liquidará tempranamente cualquier absurda pretensión de la cúpula del régimen si intentara desconocer el triunfo ya cantado del candidato de las fuerzas democráticas y del nuevo país que tendremos a partir de próximo año.
Esa será la mejor contribución de las mayorías silenciosas a triunfo irreversible de Capriles Radonski: su contundencia absoluta, su carácter definitivo y de auténtica avalancha electoral que, al derrotar la candidatura continuista y reeleccionista del führer de Sabaneta, despejará definitivamente el camino que nos lleve a una nueva etapa de progreso y desarrollo.
“Todo tiene su final”, dice aquella pegajosa salsa de Willy Colón. En pocos días así lo comprobará el jefe único del régimen y su combo de ladrones e ineptos. El suyo fue un ejercicio de poder excluyente, cínico y concupiscente, como pocos en Venezuela. Casi 15 años de control absoluto y en medio de inmensos recursos económicos como nunca antes, gracias a los altos precios petroleros en todo este tiempo, que promediaron la bicoca de 100 dólares por barril.
Y sin embargo, nada de eso fue invertido para mejorar la calidad de vida de los venezolanos. Hoy el país está en las peores condiciones, nuestros problemas han crecido en todo sentido, hay más pobres que nunca, los servicios públicos son una calamidad nacional, el desempleo abunda en todos lados y la inseguridad ha matado casi 200.000 compatriotas.
¿Puede alguien extrañarse entonces de que las mayorías silenciosas hayan decidido darle un parao al actual régimen y elegir a Capriles Radonski como nuevo presidente, para abrirle campo a la esperanza?
Si alguien lo duda aún, este domingo siete de octubre podrá comprobarlo. Entonces, como otras veces, las mayorías silenciosas  derrotarán a un régimen corrupto e incapaz  y lo sustituirán por un gobierno de verdad, que gobierne para todos, que administre con eficiencia y pulcritud y que abra de par en par las puertas al futuro.

 LA PRENSA de Barinas - Martes 25 de septiembre de 2012

martes, 18 de septiembre de 2012


VENTAJISMO CORRUPTO Y GUERRA SUCIA
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay


El candidato oficialista está definitivamente desesperado ante su segura derrota este siete de octubre.
Por eso apela a su grotesco ventajismo corrupto y corruptor y a la guerra sucia contra Henrique Capriles Radonski, a quien todo indica que será el ganador del venidero proceso electoral y, por tanto, el próximo presidente de la República.
Se trata, insisto, de un último y vergonzoso acto de desesperación por parte del candidato eterno a presidente vitalicio. Sabiendo, como lo saben, que tiene perdidas las elecciones presidenciales, él y su cúpula podrida acuden a este tipo de acciones miserables, que sólo sirven para desenmascararlos en toda su pestilencia inmoral, porque, en definitiva, no le van a garantizar una hipotética victoria que -por donde se analice- le resulta ya imposible de alcanzar.
Se trata, una vez más, de la miseria del poder en toda su desnudez moral. Porque nunca antes ha tenido mayor vigencia aquella máxima de Lord Acton, según la cual “el poder corrompe y el poder total corrompe totalmente”, como bajo el actual régimen. Nunca antes, amigo lector. Cualquier comparación entre los corruptos del pasado y la cúpula podrida del chavismo deja a aquellos como niños de pecho o simples roba gallinas, según dijera alguien años atrás.
Nunca antes se había usado y abusado el poder de manera corrupta e inescrupulosa como ahora. Esta práctica inmoral no sólo ha beneficiado a sus altos capitostes, hasta convertirlos en gente con grandes riquezas cuando antes eran unos “pata en el suelo”, sino que, como cualquiera puede constatarlo, ha entronizado también un ventajismo sin precedentes al usar los milmillonarios recursos del Estado venezolano para financiar y respaldar la candidatura reeleccionista del actual presidente de la República, algo nunca visto antes.
Porque hay que recordar aquí, una vez más, que entre 1958 y 1998 nunca tuvimos un presidente en ejercicio haciendo campaña por su reelección, abusando del poder y sus inmensos recursos económicos en una orgía de corrupción y ventajismo inigualables, como sucede en estos momentos. Entonces no existía la reelección inmediata, consagrada en la Constitución de aquel año por unos constituyentes irresponsables y adulantes que, por lo visto, no se dieron cuenta del trágico daño que le ocasionarían al país.
Desafortunadamente, con la reelección inmediata -y ahora indefinida- se abrieron las puertas al ventajismo más obsceno y desvergonzado que se haya visto en Venezuela. La verdad es que toda reelección presidencial (y de cualquier otra índole) siempre supone un riesgo. Por ello, los constitucionalistas más preclaros se han pronunciado en su contra. Pero, ahora y aquí, sus perjuicios han sido y son catastróficos en manos de un paranoico enfermo de poder, sin escrúpulos morales y éticos, para quien nada es más importante que él mismo y su obsesión por ser presidente vitalicio.
Hoy no existe la sana práctica de separar los recursos financieros del Estado venezolano de los recursos con que pueda contar el partido de gobierno. Por el contrario, los presupuestos públicos oficiales -que son propiedad de todos los venezolanos- son manejados como les dá la gana por la cúpula corrupta del régimen y su jefe único. Y, desde luego, al creer que son de su propiedad absoluta, se apropian de ellos no sólo para enriquecerse en lo personal, sino también para ofrecer el bochornoso espectáculo de una mil millonaria campaña electoral hecha a los realazos, avasallante y abusiva, pocas veces vista antes también, y que, lamentablemente para ellos, no les va producir mayor respaldo sino todo lo contrario a la hora de escrutar los votos.
Con el mayor cinismo y desparpajo, hoy casi todas las dependencias del gobierno nacional -y las gobernaciones y alcaldías que controlan- están convertidas en comandos de campaña electoral del candidato vitalicio a presidente eterno, mientras sus jefes y altos empleados no cumplen con sus responsabilidades como servidores públicos (que es lo que son, al fin y al cabo), mientras crecen los problemas en todas partes. Incluso algunas dependencias militares, violando el artículo 328 de la Constitución Nacional, incurren en la desvergüenza de poner la figura del candidato oficialista en grandes anuncios, como sucede en el Destacamento 14 de la Guardia Nacional de esta ciudad.
Pero no contentos con su milmillonaria campaña electoral peculadora a costa de los recursos presupuestarios públicos, el régimen ha puesto en marcha una gigantesca operación de guerra sucia contra la candidatura triunfante de Henrique Capriles Radonski.
Para ello acuden a las más descabelladas y engañosas acusaciones. Han inventado un supuesto programa de gobierno oculto del candidato presidencial Capriles Radonski, como si los venezolanos fueran una recua de idiotas para creerse este cuento chino. La desesperación los ha llevado a pensar que cualquier truculencia en su contra va a servir para bajarlo en las encuestas que hoy favorecen ampliamente al candidato de las fuerzas democráticas.
Y lo peor es que utilizan, a tales efectos, a ciertos personajes de la picaresca política nacional, devaluados y desprestigiados, como ciertos ex gobernadores chavistas que, en su momento, saltaron la talanquera y fueron acusados de corruptos por el jefe único del régimen y su cúpula putrefacta. Ahora los han recogido nuevamente, luego de ordenar a sus jueces que los absuelvan. Y los han dotado de maletines repletos de dólares, buscando a quien comprar en el campo opositor, creyendo que con esta burda operación delincuencial van a detener la marcha de Capriles Radonski hacia la presidencia de la República.
Nada de eso los va a salvar de su segura derrota este siete de octubre. Digan lo que digan, hagan lo que hagan, gasten lo que gasten, compren a quien compren, su alicaído candidato presidencial ya tiene marcada la derrota electoral en su frente.
Y eso lo saben hasta las piedras.

LA PRENSA de Barinas - Martes, 18 de septiembre de 2012

jueves, 13 de septiembre de 2012

Verdades
EL AUTÉNTICO ÁRBITRO ELECTORAL
Gehard Cartay Ramírez
gehardcartay@gmail.com@gehardcartay
gehardcartay.blogspot.com

El auténtico árbitro electoral este siete de octubre no es el CNE, sino el pueblo venezolano.
Y esto hay que tenerlo muy claro. Porque vamos a ser los venezolanos los únicos que arbitraremos y decidiremos la elección del nuevo Presidente de la República, y no el cenáculo cerrado y obsecuente frente al régimen en que hoy, lamentablemente, ha degenerado el Consejo Nacional Electoral.
El CNE está obligado a ser, conforme la ordena la Constitución Nacional, el Poder Electoral del país. Por desgracia, hoy es una marioneta manejada a su antojo por el jefe del régimen y su cúpula podrida. Sus cuatro rectoras son fichas del PSUV e incondicionales del jefe único del régimen, que las puso allí. Por eso, hemos visto el vergonzoso papel que vienen cumpliendo para garantizarle una aberrante impunidad al candidato eterno a presidente vitalicio, mientras sanciona por cosas verdaderamente estúpidas a Henrique Capriles Radonski, el candidato de las fuerzas democráticas.
Los abusos del CNE, por tanto, no pueden ser silenciados ni aceptados de ninguna manera. Así, por ejemplo, el celestinaje vergonzoso que ha mostrado al favorecer el uso y abuso corrupto y ventajista del patrimonio público a favor del candidato oficialista es, sin duda alguna, de una gravedad nunca antes vista. Se trata del acto de peculado y corrupción más grande que registra la historia venezolana, ante el cual, repito, el CNE no ha hecho otra cosa que demostrar complicidad y complacencia.
No menos indignante ha sido la parcialización del CNE frente a los abusos criminales del régimen cuando utiliza los medios de comunicación del Estado venezolano a favor del candidato eterno a presidente vitalicio, sin vergüenza y con el mayor desparpajo y cinismo. Las interminables cadenas de radio y TV para que el Gran Hablador haga su campaña electoral al amparo del presupuesto del Estado, nunca han sido censuradas y menos sancionadas por el CNE. Tampoco se ha ocupado de prohibir –como lo manda la ley- la inmoral utilización de la televisión y la radio oficiales para insultar, calumniar y ofender a Capriles Radonski, a quien, además, el régimen le niega los espacio a los que tiene perfecto derecho en esos medios de comunicación públicos.
También ha habido otros igualmente graves, tal como el de no aceptar observadores internacionales, a menos que sean los de UNASUR, esa suerte de sindicato de presidentes amigotes y chulos de fuhrer de Sabaneta. Claro, estos últimos apañarán las irregularidades y abusos de su compinche venezolano, algo que no harían los observadores de la OEA y la Unión Europea, por ejemplo, a los cuales se les ha negado la condición de observadores.
En esta materia, amigo lector, no podemos ser ingenuos. Al CNE hay que ponerlo en su sitio y denunciar todas sus marramuncias y abusos, así como sus incontables violaciones a la Constitución Nacional y las leyes. No podemos permanecer mudos y cruzados de brazos ante tantas tropelías suyas. Tampoco podemos aceptar el chantaje –que algunas veces repiten ciertos opositores comeflores- de que criticar al CNE “estimula el abstencionismo y contribuye a crear dudas sobre la confiabilidad del voto”.
 Y vamos a estar claros al respecto. Una cosa es el CNE como organismo electoral, y otra –muy otra, por cierto- es el mecanismo electoral que permitirá el sufragio universal, directo y secreto, mediante el cual elegiremos al nuevo presidente este siete de octubre. Por tanto, el primero poco tiene que ver con el segundo… ¡siempre que los opositores estemos alertas en las mesas y no nos dejemos atropellar por los adversarios, ni permitir operaciones irregulares y fraudulentas!
Al CNE le corresponde recibir las actas de todas las mesas y totalizarlas, con lo que finaliza el proceso al anunciar los resultados finales. Pero es en las mesas de votación donde se cumple casi todo el proceso electoral, especialmente los actos más importantes como lo son la votación y el escrutinio.
Afortunadamente, el CNE no contará los votos este siete de octubre, sino que se escrutarán en las mesas. En cada una de ellas, sus miembros deben auditar las actas de las máquinas de votación, cuyos resultados tienen ser exactamente los mismos que arroje el conteo manual de las papeletas donde consta cómo fue nuestro voto, y que cada uno de nosotros depositará en una caja aparte, luego de votar.
Por consiguiente, será en las mesas donde hay que defender y hacer respetar, cueste lo que cueste, la voluntad popular que elegirá al nuevo presidente de la República. Por eso mismo, será el pueblo venezolano el único árbitro electoral, y no el CNE, que, como se ha visto, ha renunciado a su papel arbitral, al favorecer al oficialismo durante la presente campaña electoral.

La victoria debe ser abrumadora
No podemos, entonces, confiarnos de ninguna manera y menos frente a las bellaquerías de la cúpula del CNE.
Ya en otras dos ocasiones anteriores pudimos derrotar al régimen y a sus fichas en el organismo electoral. Así fue durante el referendo revocatorio de 2008 y luego en las elecciones parlamentarias de septiembre de 2010. En ambas ocasiones, el CNE tuvo que aceptar los resultados electorales, entre otras cosas, por la abrumadora ventaja que obtuvo la oposición al rechazar las reformas constitucionales propuestas por el jefe del  régimen y luego en el voto popular para la elección de la Asamblea Nacional, donde también fueron derrotados los candidatos oficialistas.
Lo que nos enseñan ambas victorias es que estamos obligados a derrotar por paliza al candidato vitalicio a presidente eterno. No puede ser de otra manera. La diferencia debe ser sustancial, para evitar cualquier absurda pretensión oficialista por desconocer el triunfo de Capriles Radonski como nuevo presidente. Y, desde luego, para que el CNE adopte la actitud que está obligado a adoptar y anuncie a tiempo la victoria del candidato de las fuerzas democráticas. 
 Ojalá estemos a la altura de tal desafío. Nuestros hijos y sus hijos también nos lo agradecerán en su momento.

 LA PRENSA de Barinas  - Martes, 11 de septiembre de 2012.

lunes, 3 de septiembre de 2012


AMUAY: SÍMBOLO DEL RÉGIMEN -

* Gehard Cartay Ramírez



Aunque el régimen intente tapar las colosales proporciones y consecuencias de la explosión en la Refinería de Amuay, una de las más grandes del mundo, la realidad es que resulta imposible ocultarlas.

A estas alturas, por ejemplo, no se sabe con exactitud el número de compatriotas muertos en esta espantosa tragedia. Se ha dado algunas cifras, pero todos sabemos que, por las características del siniestro, muchos restos humanos podrían haberse desintegrado de tal manera que no será posible cuantificarlos, mucho menos rescatarlos. Otros, mutilados, tampoco podrán ser identificados.

Todo ello implica que estamos ante una terrible tragedia que el régimen ha tratado de disminuir en su importancia, acudiendo al manoseado e inaceptable chantaje de que "no se puede politizar el tema", a menos que lo hagan ellos.

Pero es falso y canallesco que exigir una investigación y condenar a los culpables de tal situación apocalíptica sea "politizarlo". De ninguna manera, amigo lector. Pretender eso no es más que una actitud cínica e hipócrita, en la cual, por cierto, son especialistas el jefe único del régimen y su cúpula podrida. En cualquier país serio lo que procedería es investigar lo sucedido por parte de expertos que no tengan nada que ver con la desgracia y, por supuesto, establecer las respectivas responsabilidades.

Aquí no. Aquí, con su habitual desvergüenza, el régimen anuncia una comisión investigadora… ¡con gente de la mismísima Pdvsa, es decir, con los responsables de la tragedia!, mientras, en el colmo del caradurismo, el fuhrer de Sabaneta aplaude la extinción del incendio como el logro fundamental y, finalmente, anuncia que "la función debe continuar", como si aquí no hubiera pasado nada.

Y resulta que, aparte de las vidas humanas que causó el siniestro y los centenares, quizás miles, de heridos, muchos de ellos en grave estado, hay que agregar las casi 2.000 viviendas destruidas por la explosión y un centenar de negocios afectados. Ello, sin contar los daños a futuro que, en su salud, sufrirán miles de compatriotas y los perjuicios al medio ambiente, aparte del gravísimo deterioro que ha experimentado la refinería en su conjunto. Baste decir, a este respecto, que 600.000 barriles de naftas ardieron en Amuay y contaminaron peligrosamente la atmósfera, con los consiguientes perjuicios futuros a personas, fauna y vegetación, tanto terrestre como marina.

Pero Amuay es el símbolo del régimen. Lo sucedido en Amuay revela, en toda su desnudez, las características de quienes por ahora ejercen el poder: negligencia, incapacidad, improvisación, ignorancia, irresponsabilidad, insensibilidad e impreparación. Lo que ha sucedido en Amuay es el reflejo fiel de lo que el régimen actual ha representado para Venezuela en estos desgraciados catorce años. Sólo que allí, en la península de Paraguaná, todo esto acaeció en segundos apenas.

Los medios han reseñado informes y auditorías externas que revelan el alto índice de accidentes e incendios ocurridos en los últimos años en las refinerías e instalaciones petroleras de Pdvsa. Sólo en Amuay, durante el año pasado, hubo 222 accidentes, entre ellos 100 incendios, según reveló la firma RJG Risk Engineering, al reportar la situación a las empresas aseguradoras de la estatal petrolera venezolana (El Universal, 32-07-2012).

Por si fuera poco, entre 2003 y 2010, hubo en Pdvsa 254 accidentes con 226 trabajadores lesionados y 63 fallecidos, según escribió en El Nacional del domingo Alberto Quirós Corradi, experto petrolero.

Un Midas al revés
Toda esta gravísima situación es la que explica por qué Pdvsa dejó de ser la eficiente y prestigiosa empresa petrolera -una de las importantes del mundo- que era hasta que el jefe del actual régimen la desbarató en 2002, al botar 20.000 ingenieros, técnicos y trabajadores, algo por lo que tendrá que ser condenado algún día no lejano. Y todo ello para ponerle la mano a la estatal petrolera, utilizar sus recursos en su proyecto personal y poner a una cuerda de incapaces e ignorantes a dirigirla a todos los niveles.

Lamentablemente, hoy las consecuencias están a la vista. A la larga lista de muertos y heridos, se suman las pérdidas económicas y financieras. Hoy Pdvsa ha dejado de producir más de un millón de barriles diarios de petróleo y otros millones más de gasolina. Ahora importa gasolina desde Estados Unidos (sí, amigo lector: ¡del imperio mesmo!), para suplir el déficit del mercado interno, algo inconcebible hasta hace poco. Por este camino chavista, dentro de poco importarán petróleo para disfrazar la escasa producción interna que hoy tiene Pdvsa.

A Pdvsa la han convertido en la caja chica del régimen en la misma medida en que han empeorado sus condiciones de empresa eficiente que fue hasta 2002. Ahora financia misiones politiqueras y electorales, en lugar de producir petróleo. Ahora se ocupa de importar y vender alimentos y también de dejarlos podrir, como ocurre en Pdval, todo lo cual demuestra también la corrupción oceánica que la caracteriza hoy en día. (Y eso para no ocuparnos ahora de "minucias" como la del famoso maletín de Antonini, con los 800.000 dólares para la campaña de la Kirchner en Argentina).

Por desgracia, tan mal como Pdvsa también anda Venezuela hoy día, bajo este nefasto régimen, que ha destruido al país y comprometido sus recursos por varias generaciones. Tanto, que hoy somos un país con potencialidades energéticas, pero con gravísimos problemas de suministro de energía, como lo demuestran los constantes apagones. Somos un país petrolero que tiene que importar gasolina. Un país que tuvo hasta hace una década la quinta empresa petrolera mundial, y hoy ésta se encuentra casi paralizada, aunque vendiendo pollo y arroz.

El candidato vitalicio a presidente eterno definitivamente ha resultado un Midas al revés. Si aquel todo lo que tocaba lo convertía en oro, este todo lo que toca lo convierte en excremento. Todo cuanto toman él y su cúpula podrida lo destruyen, tal como lo demuestra -entre muchos otros- el caso de Pdvsa y, concretamente, la tragedia de Amuay.

Por eso mismo, hoy Amuay es su símbolo, es decir, muerte, incapacidad y desolación.
 
[La Prensa de Barinas - Martes, 04 de septiembre de 2012)