lunes, 21 de julio de 2014

EL CHAVISMO: FÁBRICA DE POBRES



EL CHAVISMO: FÁBRICA DE POBRES
Gehard Cartay Ramírez
-“Mire, General, usted todavía no ha comprendido la revolución. Se lo explico: El piso político nos lo da la gente pobre: ellos son los que votan por nosotros, por eso el discurso de la defensa de los pobres. Así que, los pobres tendrán que seguir siendo pobres, los necesitamos así, hasta que logremos hacer la transformación cultural (…) Entretanto, hay que mantenerlos pobres y con esperanza”.
(Cínica explicación del ministro Jorge Giordani al general Guaicaipuro Lameda, entonces presidente de PDVSA en 1999, según testimonio de este último.)

Quince años después y luego de haber despilfarrado y robado nuestra riqueza petrolera, el único legado del régimen chavista es el crecimiento acelerado de la pobreza.
Porque lo único cierto es que hoy los venezolanos somos más pobres, salvo la cúpula corrupta en el poder. Nuestra calidad de calidad de vida se ha degradado en tal magnitud que los sueldos y salarios apenas alcanzan para cubrir pocas de las necesidades más elementales, mientras los precios aumentan de manera desorbitada e incontrolada. Hemos llegado a extremos tales que adquirir un apartamento pequeño, una casa modesta o un pequeño carro resulta imposible para el venezolano de clase media, mucho menos para los pobres, cada vez más numerosos.
Hoy Venezuela está peor que antes en todo sentido. El país se deteriora como nunca y eso es lo que explica el empeoramiento de la calidad de vida de los venezolanos, empobreciéndonos a casi todos, salvo los corruptos del régimen y aquellos que tenían y aún conservan sus bienes de fortuna.
 La gran verdad es que, desde 1999, el régimen chavista ha multiplicado la pobreza como nunca antes, expandiéndola por todas partes. Quienes ya antes eran pobres hoy lo siguen siendo, en medio de una gravísima crisis económica caracterizada por el alto costo de la vida, la escasez, el desabastecimiento, la inflación y el desempleo.
Hoy los venezolanos están siendo sometidos a la humillación de permanecer largas horas haciendo interminables colas para comprar cuatro kilos de harina de maíz, unos cuantos rollos de papel sanitario, algo de carne o leche -si es que se consiguen-, mientras la cúpula podrida en el poder lo tiene todo a manos llenas, con milmillonarias fortunas extraídas mal patrimonio público de todos los venezolanos.
Toda esta pesadilla en el campo económico se refleja en lo social: crecen también la inseguridad, los asesinatos, robos y violaciones, con su carga diaria de homicidios que ya suman más de 300 mil muertos en 15 años. Nadie se siente seguro en ninguna parte, porque a la gente la delincuencia los mata como si fueran moscas. Hoy, aquí en Venezuela, “la vida no vale nada”, como en la canción ranchera de José Alfredo Jiménez.
Los servicios públicos básicos -agua potable y energía eléctrica- no funcionan. Hemos retrocedido a niveles casi africanos. La salud está peor que nunca, pues los hospitales públicos colapsaron hace tiempo, y las clínicas privadas van por el mismo camino, al suplir los servicios que deberán prestar aquellos. Han reaparecido enfermedades extinguidas, mientras centenares de miles de pacientes ya no pueden adquirir sus medicamentos porque se han dejado de importar o de producir en el país. 
Desde 1999, de manera intencional y premeditada, el régimen se propuso acabar con la economía privada, cerrando empresas productivas, ya fueran pequeñas, medianas o grandes, tanto en las ciudades como en el campo. Se lo exigía así su proyecto político y económico, a su vez basado en la aberrante vocación de poder vitalicio y absoluto de su jefe único, hoy occiso. Por ello, en la medida en que liquidara el aparato productivo en manos privadas, se acrecentaba el dominio chavista del milmillonario del Estado petrolero venezolano. 
Lo que trajo consigo esta estrategia criminal no fue otra cosa que la eliminación de millones de puestos de trabajo y el consiguiente crecimiento del desempleo. Y al haber más desempleados en la calle lo que vino luego fue el crecimiento de la pobreza. Todo un lamentable círculo vicioso, cuyo desenlace, cada vez más próximo, nos tiene ya a las puertas de una explosión social con sus impredecibles consecuencias de tragedia humanitaria.
No podían ser otras las consecuencias del modelo económico del actual régimen, basado en las ya fracasadas y trágicas experiencias comunistas de la extinta Unión Soviética, donde solo produjo pobreza y miseria, y que luego abandonaron hasta los propios jefes comunistas en China, pues nunca les funcionó durante más de 60 años.
Hoy el país está en ruinas, prácticamente. No hay recursos suficientes para atender las necesidades básicas de los más pobres. La inflación acumulada entre 1999 y 2013 es superior al 2.300% y la deuda pública ya superó los 200 mil millones de dólares.
 El chavismo, en fin, ha resultado una gran fábrica de pobres.
  @gehardcartay
LA PRENSA de Barinas - Martes, 15 de julio de 2014.