lunes, 3 de septiembre de 2012


AMUAY: SÍMBOLO DEL RÉGIMEN -

* Gehard Cartay Ramírez



Aunque el régimen intente tapar las colosales proporciones y consecuencias de la explosión en la Refinería de Amuay, una de las más grandes del mundo, la realidad es que resulta imposible ocultarlas.

A estas alturas, por ejemplo, no se sabe con exactitud el número de compatriotas muertos en esta espantosa tragedia. Se ha dado algunas cifras, pero todos sabemos que, por las características del siniestro, muchos restos humanos podrían haberse desintegrado de tal manera que no será posible cuantificarlos, mucho menos rescatarlos. Otros, mutilados, tampoco podrán ser identificados.

Todo ello implica que estamos ante una terrible tragedia que el régimen ha tratado de disminuir en su importancia, acudiendo al manoseado e inaceptable chantaje de que "no se puede politizar el tema", a menos que lo hagan ellos.

Pero es falso y canallesco que exigir una investigación y condenar a los culpables de tal situación apocalíptica sea "politizarlo". De ninguna manera, amigo lector. Pretender eso no es más que una actitud cínica e hipócrita, en la cual, por cierto, son especialistas el jefe único del régimen y su cúpula podrida. En cualquier país serio lo que procedería es investigar lo sucedido por parte de expertos que no tengan nada que ver con la desgracia y, por supuesto, establecer las respectivas responsabilidades.

Aquí no. Aquí, con su habitual desvergüenza, el régimen anuncia una comisión investigadora… ¡con gente de la mismísima Pdvsa, es decir, con los responsables de la tragedia!, mientras, en el colmo del caradurismo, el fuhrer de Sabaneta aplaude la extinción del incendio como el logro fundamental y, finalmente, anuncia que "la función debe continuar", como si aquí no hubiera pasado nada.

Y resulta que, aparte de las vidas humanas que causó el siniestro y los centenares, quizás miles, de heridos, muchos de ellos en grave estado, hay que agregar las casi 2.000 viviendas destruidas por la explosión y un centenar de negocios afectados. Ello, sin contar los daños a futuro que, en su salud, sufrirán miles de compatriotas y los perjuicios al medio ambiente, aparte del gravísimo deterioro que ha experimentado la refinería en su conjunto. Baste decir, a este respecto, que 600.000 barriles de naftas ardieron en Amuay y contaminaron peligrosamente la atmósfera, con los consiguientes perjuicios futuros a personas, fauna y vegetación, tanto terrestre como marina.

Pero Amuay es el símbolo del régimen. Lo sucedido en Amuay revela, en toda su desnudez, las características de quienes por ahora ejercen el poder: negligencia, incapacidad, improvisación, ignorancia, irresponsabilidad, insensibilidad e impreparación. Lo que ha sucedido en Amuay es el reflejo fiel de lo que el régimen actual ha representado para Venezuela en estos desgraciados catorce años. Sólo que allí, en la península de Paraguaná, todo esto acaeció en segundos apenas.

Los medios han reseñado informes y auditorías externas que revelan el alto índice de accidentes e incendios ocurridos en los últimos años en las refinerías e instalaciones petroleras de Pdvsa. Sólo en Amuay, durante el año pasado, hubo 222 accidentes, entre ellos 100 incendios, según reveló la firma RJG Risk Engineering, al reportar la situación a las empresas aseguradoras de la estatal petrolera venezolana (El Universal, 32-07-2012).

Por si fuera poco, entre 2003 y 2010, hubo en Pdvsa 254 accidentes con 226 trabajadores lesionados y 63 fallecidos, según escribió en El Nacional del domingo Alberto Quirós Corradi, experto petrolero.

Un Midas al revés
Toda esta gravísima situación es la que explica por qué Pdvsa dejó de ser la eficiente y prestigiosa empresa petrolera -una de las importantes del mundo- que era hasta que el jefe del actual régimen la desbarató en 2002, al botar 20.000 ingenieros, técnicos y trabajadores, algo por lo que tendrá que ser condenado algún día no lejano. Y todo ello para ponerle la mano a la estatal petrolera, utilizar sus recursos en su proyecto personal y poner a una cuerda de incapaces e ignorantes a dirigirla a todos los niveles.

Lamentablemente, hoy las consecuencias están a la vista. A la larga lista de muertos y heridos, se suman las pérdidas económicas y financieras. Hoy Pdvsa ha dejado de producir más de un millón de barriles diarios de petróleo y otros millones más de gasolina. Ahora importa gasolina desde Estados Unidos (sí, amigo lector: ¡del imperio mesmo!), para suplir el déficit del mercado interno, algo inconcebible hasta hace poco. Por este camino chavista, dentro de poco importarán petróleo para disfrazar la escasa producción interna que hoy tiene Pdvsa.

A Pdvsa la han convertido en la caja chica del régimen en la misma medida en que han empeorado sus condiciones de empresa eficiente que fue hasta 2002. Ahora financia misiones politiqueras y electorales, en lugar de producir petróleo. Ahora se ocupa de importar y vender alimentos y también de dejarlos podrir, como ocurre en Pdval, todo lo cual demuestra también la corrupción oceánica que la caracteriza hoy en día. (Y eso para no ocuparnos ahora de "minucias" como la del famoso maletín de Antonini, con los 800.000 dólares para la campaña de la Kirchner en Argentina).

Por desgracia, tan mal como Pdvsa también anda Venezuela hoy día, bajo este nefasto régimen, que ha destruido al país y comprometido sus recursos por varias generaciones. Tanto, que hoy somos un país con potencialidades energéticas, pero con gravísimos problemas de suministro de energía, como lo demuestran los constantes apagones. Somos un país petrolero que tiene que importar gasolina. Un país que tuvo hasta hace una década la quinta empresa petrolera mundial, y hoy ésta se encuentra casi paralizada, aunque vendiendo pollo y arroz.

El candidato vitalicio a presidente eterno definitivamente ha resultado un Midas al revés. Si aquel todo lo que tocaba lo convertía en oro, este todo lo que toca lo convierte en excremento. Todo cuanto toman él y su cúpula podrida lo destruyen, tal como lo demuestra -entre muchos otros- el caso de Pdvsa y, concretamente, la tragedia de Amuay.

Por eso mismo, hoy Amuay es su símbolo, es decir, muerte, incapacidad y desolación.
 
[La Prensa de Barinas - Martes, 04 de septiembre de 2012)