sábado, 27 de febrero de 2016

¿HASTA CUÁNDO ABUSAN DE NUESTRA PACIENCIA?



¿HASTA CUÁNDO ABUSAN DE NUESTRA PACIENCIA?
Gehard Cartay Ramírez
           Esta es la pregunta que le hacemos los venezolanos a la cúpula corrupta en el poder.
       Pero esa claque no responde. Piensa que puede seguir burlándose del pueblo. Piensa que se puede mofar de millones de venezolanos que estamos decididos a cambiar esta situación cuanto antes. La cúpula podrida en el poder cree que la paciencia del pueblo no tiene límites. Que vamos a seguir calándonos su ineptitud, corrupción y abuso de poder por siempre. Y están equivocados: la paciencia tiene un límite.
       La paliza que recibieron en diciembre fue apenas un aviso. Pero pretenden no darse cuenta de ello y desprecian la voluntad soberana del país, harto ya del régimen que hemos padecido desde hace 17 largos años. Sin embargo, ya están advertidos. Que no vengan después a decir que los venezolanos no se lo avisamos.
       Precisamente ese cinismo y caradurismo con que han asumido su derrota de diciembre pasado los retrata como una cáfila de ambiciosos y corruptos que pretenden seguir en el poder a costa de lo que sea y como sea. Y qué equivocados están. A estas alturas todavía no conocen la fibra libertaria de los venezolanos, muy distintos al pobre pueblo cubano que tiene casi 60 años soportando la tragedia castrocomunista. Pero los venezolanos no somos cubanos. Que no se equivoquen.
      Aparte de habernos dividido con su mensaje de odio y violencia -creando resentimientos y reconcomios que antes no existían en el alma de nuestra nación-, han destruido a Venezuela como el país que venía ascendiendo hacia su desarrollo y progreso.
     Fue así como -criminalmente- enfrentaron a unos compatriotas contra otros para garantizar su permanencia en el poder, calificando a los suyos como “los buenos” y a los demás como “los malos”. Han apelado a las peores aberraciones, como esa de hacerle creer a algunos que si alguien logra superarse social, cultural y económicamente, es porque lo hizo perjudicando a los demás. La verdad es que cuando existe un decidido espíritu para alcanzar metas de progreso y crecimiento personal, resulta criminal afirmar que esos logros sólo son posibles a costa de dañar a los que no han alcanzado metas similares.
      Desde 1999 han manejado esta argumentación falsa para justificar su enfermiza ambición del poder por el poder mismo y no para ponerlo al servicio del pueblo. A la conseja maquiavélica del “divide y vencerás”, han agregado la siembra del odio entre nosotros, atavismo que llevará un tiempo desterrar en aquellos que han sido contaminados por el resentimiento contra los demás, por creerlos causantes de sus propios fracasos.
      Por si fuera poco, el régimen también ha empeorado nuestra calidad de vida. Comenzando por el derecho humano más esencial, como lo es derecho a vivir, hoy dolorosamente en Venezuela no hay Estado ni gobierno que lo garantice a plenitud. Actualmente, la inseguridad asesina todos los días a cientos de compatriotas, sin que el régimen haga algo para detener este monstruoso genocidio contra los venezolanos.
       Al igual que en esa materia, hoy también nos hemos “africanizado” en cuanto a la carencia de servicios públicos elementales en cualquier parte del mundo, como la electricidad y el agua potable. Los hospitales públicos tampoco funcionan y la gente se muere de mengua a sus puertas, esperando una atención que nunca llega.
      Para empeorar aún más las cosas, se ha vuelto una odisea conseguir los alimentos básicos para nuestra existencia y los pocos disponibles están racionados y a precios muy elevados. La cúpula por ahora en el poder acabó con la industria nacional de alimentos, creyendo que podía sustituirla comprándolos afuera a punta de petrodólares.
      También arruinó la agricultura y la cría, mediante expropiaciones e invasiones de fincas por parte de malandros de la peor calaña. Creyó que los dólares con que compraban afuera la comida -y que aquí se producía antes- le iban a durar toda la vida, a pesar de que se los robaban y derrochaban a manos llenas. Ahora Venezuela no tiene dólares ni comida, gracias a estos “genios” en el poder…
      Lo mismo pasa con los medicamentos, escasos en casi un noventa por ciento y también carísimos, por lo que ya muchos venezolanos han muerto al no poder conseguirlos. Estamos a las puertas de una tragedia humanitaria, a causa de la escasez de comida y medicinas.
      Y todo esto sucede luego de que el actual régimen ha saqueado, robado y despilfarrado más de 950 mil millones de dólares. ¡Con esa montaña de dinero ya se hubieran resuelto los problemas del país y de los venezolanos!
      Ante todo este monumental desastre hay que advertir una vez más que la paciencia tiene sus límites. Que no lo olvide la cúpula podrida que manda.

@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 23 de febrero de 2016.

sábado, 20 de febrero de 2016

EL SOCIALISMO COMO FRACASO



EL SOCIALISMO COMO FRACASO

Gehard Cartay Ramírez
El actual régimen se cataloga como “socialismo del siglo XXI, justamente luego de que esa etiqueta ideológica resultara uno de los fraudes históricos más notables de la historia.
No tiene nada de raro, entonces, que esta tragedia que vivimos los venezolanos desde hace varios años también se defina como socialista. Cualquiera que haya leído un poco de historia sabe que el socialismo ha fracasado en todas partes porque fue incapaz de desarrollar un modelo económico que permitiera distribuir la riqueza, promover la iniciativa personal de cada quien y respetar el derecho de propiedad como una conquista humana lograda por el trabajo de hombres y mujeres.
El socialismo fracasó estruendosamente en todas partes, al igual que ha fracasado en Venezuela. Esa es la gran verdad. Primero fue la caída del Muro de Berlín y la liquidación de la Alemania Comunista por haber llevado al hambre, la miseria y al atraso aquella parte del pueblo alemán. Luego vino el derrumbe de la Unión Soviética, la gran mentira del siglo XX, considerada por sus seguidores como el paraíso socialista del mundo. Pero se acabó porque su fracaso económico fue de tal magnitud que, sin que nadie disparara un tiro en su contra, los propios rusos decidieron liquidarla. El efecto dominó no se hizo esperar: como si fueran un castillo de naipes también se acabaron las Repúblicas Socialistas satélites de la Unión Soviética.
Desde la década de los 90, China también abandonó el socialismo como sistema económico, si bien se mantiene, por ahora, un régimen comunista en lo político. Algo parecido ocurre con Vietnam, reconvertido también al capitalismo, luego de 20 años de sistema socialista marxista. A estas alturas, apenas Corea del Norte y Cuba mantienen esquemas socialistas, lo que ha significado su fracaso, tanto en el plano político, como en el campo económico y social. Ambos países son víctimas de férreas dictaduras, donde se irrespetan los derechos humanos, no hay libertades de ningún género y sus pueblos están condenados a ser eternamente pobres y miserables.
La mejor demostración del fracaso socialista lo constituye el hecho indiscutible de que en hoy en Cuba, por ejemplo, la gente huye o trata de huir hacia los Estados Unidos, aún a riesgo de que los devoren los tiburones. Nunca se ha visto que los estadounidenses huyan hacia “el mar de la felicidad” cubana. Todo lo contrario. Lo mismo pasaba entre 1946 y 1989 con la gente de Alemania Comunista que escapaba hacia la Alemania Demócrata Cristiana, pero nunca ocurría al revés. La explicación está en que el socialismo es contrario a las aspiraciones de progreso y superación del ser humano, y por eso siempre estará condenado al fracaso.
En nuestro caso, el socialismo que ofrece el régimen que padecemos desde 1999 está fundado en las mismas limitantes e ingredientes por los cuales ha fracasado en otras partes. Uno de ellos es la conversión de nuestra gente en pedigüeños de dádivas oficiales, a través de las fulanas Misiones. Se anula entonces su capacidad para ser autónomos económicamente, susceptibles, por tanto, de ceder a la presión del régimen cada vez que sea necesario. Lo mismo pasa con los Mercal y los servicios y bienes que oferta el sector público, siguiendo el esquema de racionamiento cubano, capaz de controlar así a la gente para sus fines políticos y clientelares.
No hay en estos mecanismos socialistas ningún incentivo a la superación de la persona, a su crecimiento económico y social, a su capacidad para tener su propia empresa o actividad de lucro. Sólo se busca que todos sean empleados al servicio del Estado, y no de la sociedad, de sus familias y de sí mismos.
No se persigue crear una sociedad de propietarios -como debe ser-, sino de obreros asalariados en función de las metas del régimen y su cúpula corrupta. Por eso mismo, el régimen destruyó la industria nacional y quebró al sector agropecuario. De esta forma se ha producido un empobrecimiento general, estrangulada la iniciativa personal, impedida la creación y distribución de la riqueza y casi liquidado el derecho de propiedad como uno de los derechos humanos fundamentales en toda sociedad auténticamente participativa.
¿Será esto lo que desean los venezolanos? Yo estoy seguro que no. Este es un pueblo libertario, con capacidades creadoras, sentido de progreso y espíritu de superación. Por eso mismo, no podemos a aceptar que se nos siga convirtiendo en un país más empobrecido, sumido en la miseria, la tristeza y el desamparo como ahora le ocurre al hermano pueblo cubano.
Esto tiene que acabarse pronto, como se acabó en otras latitudes del planeta que también sufrieron la maldición del socialismo.

@gehardcartay

 LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 16 de febrero de 2016

domingo, 14 de febrero de 2016

SAQUEO, CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD



SAQUEO, CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD

Gehard Cartay Ramírez

Los venezolanos sufren como nunca el saqueo de las riquezas del país, la corrupción galopante y una impunidad criminal, todo oculto dentro de una caja negra.

Toda esa opacidad y falta de transparencia pareciera que está en los genes de la cúpula podrida que manda desde 1999.

Su extinto jefe y la logia militarista que lo acompañó en su larga carrera de golpistas dentro de las Fuerzas Armadas Nacionales actuaron siempre en la oscuridad, fingiendo la lealtad que habían jurado a la Constitución entonces vigente.

Así procedieron también durante los golpes de Estado que intentaron contra la democracia venezolana en 1992. Lo hicieron luego de haber infiltrado la institución castrense desde finales de los años setenta, ocultos bajo la piel de corderos que escondía sus siniestras intenciones.

Lo hicieron durante las elecciones de 1998, cuando se disfrazaron de demócratas y engañaron a casi todo el mundo prometiendo villas y castillos y dándose golpes de pecho en defensa de la democracia, aunque, ciertamente, sólo se proponían copiar aquí “el mar de la felicidad” castro comunista.

Durante aquella campaña electoral, el golpista candidato negó ser socialista, afirmó que en Cuba existía una dictadura, dijo que respetaría la libertad de expresión y la empresa privada y que, si ganaba las elecciones, sólo estaría en la presidencia por un período de cinco años. Puras mentiras, como se demostró luego. Pero, como siempre ocurrió, mentía para esconder sus siniestros propósitos.

En realidad, sólo lo movía una ambición enfermiza por el poder. Existen testimonios de íntimos amigos de Chávez entonces -entre ellos, los de Herma Marksman, Urdaneta Hernández y Nedo Paniz-, según los cuales aquel habría dicho que si llegaba a la presidencia jamás la entregaría porque sólo “lo sacarían a plomo”. Los hechos demostraron que sólo se trataba de un grupo de ambiciosos de poder vitalicio.

Por eso mismo, una vez que lo asumieron, iniciaron la destrucción de todas las instituciones democráticas, con la complicidad de algunas de ellas, como la extinta Corte Suprema de Justicia, que en 1999 -violando flagrantemente la Constitución- dio luz verde a la realización de la Constituyente. A partir de allí, con la cobardía de muchos y la colaboración de otros más, el chavismo inició una auténtica demolición de la democracia venezolana para sustituirla por este bodrio de ineptitud y ladronismo que hoy padecemos.

Ese régimen devino luego en la caja negra que es hoy. Así como escondió sus verdaderos propósitos en la campaña electoral de 1998, una vez en el poder ha mantenido una permanente política de ocultamiento sistemático, como corresponde a su verdadera naturaleza. Nunca ha habido transparencia en el manejo de patrimonio público, ni en la ejecución de sus planes y proyectos.

En ese objetivo de ocultar la realidad de los hechos e imponer su matriz de opinión, el régimen ha cerrado televisoras, radios y diarios, y comprado todos los que ha podido con los dineros de su corrupción pestilente e infinita. Los ya muy escasos medios de comunicación dignos y plurales que aún existen están sometidos a duros embates para cerrarlos a como dé lugar. Lo que se pretende es ocultar la dramática situación que ahora padecemos.

Por eso hoy también pretenden ocultar la tragedia que sufrimos. La disfrazan denunciando una supuesta “guerra económica”, cuando todos sabemos que no hay comida, pero sí inflación, especulación y alto costo de la vida, gracias a las erráticas políticas económicas del chavomadurismo, que acabaron con el aparato productivo nacional.

Así también han venido ocultando la milmillonaria corrupción de la cúpula podrida del régimen, de la cual no se ocupa ninguna de las instituciones que deberían investigarla y castigarla. Del mismo modo han ocultado la partida de defunción de su extinto jefe y la mismísima partida de nacimiento de quien lo sustituyó en el cargo.

Este domingo anterior, en el semanario La Razón, el ex parlamentario Carlos Tablante denunció que a Cadivi le robaron 165 mil millones de dólares y que, con motivo de la emergencia eléctrica decretada por Chávez en 2010, también se timaron otros 60 mil millones de dólares. Antes, el exministro chavista Jorge Giordani había denunciado el saqueo al Sitme (Sistema de Transacciones con Título en Moneda Extranjera)  por 25 mil millones de dólares. Por cierto, este exministro calcula que les han robado más 300 mil millones de dólares a los venezolanos desde hace 10 años. Y eso sólo para hablar de la corrupción con los dólares de la República.

El régimen es, pues, una caja negra, sin transparencia alguna, para ocultar sus perversiones y vicios.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) Martes, 09 de febrero de 2016.

domingo, 7 de febrero de 2016

LA PACIENCIA TAMBIÉN SE AGOTA



LA PACIENCIA TAMBIÉN SE AGOTA
Gehard Cartay Ramírez
Al igual que la comida, el empleo y las medicinas, la paciencia de los venezolanos también se agota ante la incapacidad del régimen para sacar al país del foso en que lo ha metido desde 1999.
Y nadie podría asegurar que Maduro y su cúpula podrida no se han dado cuenta todavía. Si eso fuera cierto -que no lo es-, esa cáfila de ineptos tendrían que estar ciegos y sordos frente a esta desgracia venezolana que clama ante los ojos de Dios. Porque se trata, dicho sea sin hipérbole alguna, de una situación calamitosa en extremo y de una verdadera tragedia humanitaria que, en poco tiempo, le estallará en la cara a la pandilla que usufructúa el poder.
 Sin embargo, como lo anotamos la semana pasada en este mismo espacio de opinión, el régimen está paralizado ante tan descomunal desastre, creado por ellos mismos -insisto- desde hace ya 17 largos años.  Y como no están ya en capacidad de enfrentarlo, Maduro y su claque apelan al más burdo cinismo para desviar su irresponsabilidad criminal.
Por estos días han soltado algunas perlas al respecto, siempre culpando a los venezolanos de la tragedia que inició Chávez en 1999 -y que ellos han aumentado groseramente-, eso sí, sin admitir jamás que toda la culpa es suya, y de nadie más. Maduro ha dicho, por ejemplo, que él no es el culpable (¡!) de que la gente haga colas interminables para tratar de comprar algo de comida. La “ministra” de salud, por su parte, dijo que la escasez de medicamentos obedece a que la gente los compra sin necesitarlos (¡!) y que no hay crema dental porque todos nos cepillamos tres veces al día, “lo que no debe ser” (¡!).
Antes, también un “ministro” de la alimentación tuvo los riñones de declarar que si había colas para comprar alimentos era porque los venezolanos “teníamos mucha plata para adquirirlos” (¡!). Más recientemente, el teniente Cabello señaló que en este país “hay mucha comida” (¡!) y que la oposición inventa lo contrario para desestabilizar al régimen (¡!).
Como se observa, la campaña mentirosa del régimen siempre se basa -desde 1999- en buscar a los culpables de la crisis fuera de ellos, ya sea el imperialismo, la derecha, la oligarquía, los marcianos o lo que sea, pero nunca son ellos los responsables del desastre actual. (Se trata de la misma estrategia de la dictadura castrocomunista que tiene 57 años culpando de sus males al embargo yanqui, aunque este ya no exista en la práctica desde hace tiempo, y sin embargo, el pueblo cubano hoy está más hundido que nunca en la pobreza y el hambre.)     
Lo más trágico e imperdonable de todo es que en 1999 llegamos a esta catástrofe a pesar de que Venezuela venía transitando una senda de desarrollo y progreso sostenido como nunca antes -con problemas, claro está-, pero dentro de una estrategia de superación de los mismos a mediano plazo. Y si no hubiéramos caído en la aberración de que una mayoría de compatriotas eligiera a Chávez en 1998 (y, peor todavía, lo reeligiera en 2000, 2006 y 2012), hoy nuestro país estuviera en mejores condiciones desde todo punto de vista.
Hasta 1998 Venezuela no sufría los males que ahora padecemos: no existía una inflación significativa, ni el alto costo de la vida había llegado a los extremos actuales. No sufríamos tampoco la escasez y el racionamiento pavoroso de comida como ahora, ni hacíamos colas para intentar conseguir un rollo de papel sanitario o un kilo de leche, porque abundaban en los anaqueles y la gente compraba cuando quería lo que necesitaba. Esto hay que decirlo, entre otras cosas porque es una verdad irrefutable.
No obstante, el régimen permanece cruzado de brazos mientras avanza la tragedia de Venezuela. Por supuesto que ya nada pueden hacer. Y no pueden porque ellos son el problema, no la solución. Resulta imposible, por tanto, exigirle a quienes son los culpables de todo este desastre que intenten buscarle una solución.
Lo que la cúpula podrida del régimen debe hacer -y cuanto antes, mejor- es irse y darle paso a otra gente en el mando de la nación, quienes tendrán a su cargo la difícil tarea de sacar de abajo a un país que merece un mejor destino y que, a pesar de todo, cuenta aún con recursos humanos y materiales para salir adelante.
Mientras tanto, la paciencia de los venezolanos se agota cada día más. Por eso, aquí tiene que darse cuanto antes un verdadero cambio de régimen y de gobierno. El país es una gigantesca olla de presión a punto de explotar y ya se sabe que en cualquier momento puede suceder.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 02 de febrero de 2016.