viernes, 26 de abril de 2013

PRESENTACIÓN DEL LIBRO
 “POLITICA Y PARTIDOS MODERNOS EN VENEZUELA”,
DEL DIPUTADO
GEHARD CARTAY RAMÍREZ

DISCURSO DEL DOCTOR
 RAFAEL ISIDRO QUEVEDO C.,
 RECTOR DE LA UNELLEZ, AL PRESENTAR EL LIBRO “POLITICA Y PARTIDOS MODERNOS EN VENEZUELA”, DEL DIPUTADO
GEHARD CARTAY RAMÍREZ

(Barinas, 08 de septiembre de 1983)

Apreciados amigos:
Esta noche, nos reunimos aquí, en el Hotel Bristol, un grupo de amigos, en un acto sencillo, lleno de frescura y de amistad, haciendo un alto en el camino de esta encrespada campaña electoral, para tributar un voto de reconocimiento a quien es capaz; en medio de la lucha y la diatriba, de tener el tiempo necesario para reflexionar e investigar, analizando la historia reciente de Venezuela, en un esfuerzo de pedagogía política muy útil para todos, y muy especialmente, para los jóvenes que inician su vida cívica en la Venezuela contemporánea.
Aquí, en esta reunión se han dado cita políticos activos de las más diversas toldas y algunos que, como quien habla, ha dejado la arena de la lucha callejera por el Claustro Universitario y la Academia, para colocar su esfuerzo universitario en la solidaridad de todos los barineses. Compañeros y adversarios partidistas juntos, en un acto como este, ofrecen una imagen de la madurez que ha venido alcanzando la Venezuela de hoy y reflejan la grandeza de espíritu y la amplitud de miras de todos aquellos que han tenido el valor de vencer el sectarismo y la animadversión para concurrir a este encuentro con la inteligencia y con la razón, al asistir a la presentación del libro Política y partidos modernos en Venezuela, (Guía para memoria de estudiantes, con especial referencia al Socialismo Marxista, la Social Democracia y la Democracia Cristiana), del joven político, ideólogo y escritor, Gehard Cartay Ramírez, a quien más allá de la amistad y el afecto que nos identifica en un compromiso común, debemos reconocer su brillantez de pensamiento, su esmero para el estudio de las ideas políticas y sociales, su preocupación constante por elevar la calidad del combate político y su permanente preocupación por darle al quehacer social un contenido ético y un mensaje ideológico, tan necesario en estas horas de tanto pragmatismo e interés material.
Su libro, escrito en un lenguaje claro, de redacción sintética, como una narrativa de la historia política del presente siglo, dentro del cual podemos ubicar en estilizadas pinceladas, la presencia de los hombres que han llenado con su polémico quehacer la vida nacional, muchos de ellos vivos y activos hoy por hoy; permitirán al joven lector que abra sus páginas, encontrar las raíces más cercanas de la Venezuela en que vive y comprender mejor, a la luz de los hechos allí citados, las coordenadas de ubicación de los hombres y de los partidos en la política de nuestros días.
Es muy placentero y estimulante asistir al nacimiento de un nuevo libro. Cualquiera que sea su contenido, es una expresión elevada de la civilización. A través de la historia ha sido la forma clásica de manifestar, no solo para el entorno cultural e histórico que vive el autor, sino también para el futuro, la expresión del pensamiento, la elaboración de las ideas, la contribución al acervo del conocimiento que la humanidad ha venido acumulando, como el mejor tesoro de su largo peregrinar por los tiempos, para justificar en su trascendencia espiritual e intelectual su condición de ser superior en el cultivo de grandes valores que han dado su configuración de género humano.
No cabe duda, a estas alturas, que una de ellas, es esa condición intrínsecamente social de la persona humana. El hombre como ser, nace inerme y débil. Cualquier otro animal adquiere una capacidad propia para sobrevivir casi al nacer. El hombre no. Necesita de la protección de los demás por muchos años y continúa requiriendo del concurso ajeno para satisfacer sus necesidades fundamentales, por el resto de su vida. No es un ser autosuficiente, necesita del concurso de los demás; pero también es sobreabundante, es decir tiene capacidades para producir más allá de lo que puede necesitar para sí mismo en un campo determinado. Un agricultor alimenta a muchos otros artesanos, comerciantes, pintores, escritores, artistas y políticos; pero se beneficia, se alegra y se satisface con la producción y los servicios de aquellos. De allí que el hombre, a diferencia de otros animales, haya tenido que organizarse en la Sociedad Civil; para realizarse, para protegerse, para satisfacer sus necesidades no sólo materiales sino también espirituales, para ser más, para valer más. De allí que el hombre en sociedad, haya superado progresivamente la anarquía, el desorden y el caos; estableciendo las reglas del juego para poder sobrevivir, definiendo normas de obligatorio cumplimiento y disponiendo un compromiso armónico entre la liberta individual y los derechos del hombre y la necesidad de una sociedad organizada y de una autoridad que sea garantía de esos derechos de la persona y de esas normas o leyes que se ha impuesto, para limitar la libertad de acción de cada uno hasta donde empieza la libertad del otro.
En ese esfuerzo común por convivir en sociedad nació la actividad política, primero como un arte, como un don, como una habilidad para comprender el fenómeno humano, para manejar las relaciones humanas, para interpretar las aspiraciones colectivas y para liderizar a las comunidades logrando con ello la delegación de autoridad y el ejercicio del poder. Con el tiempo se han ido estableciendo leyes, se han ido encontrando principios generales que explican la conducta humana y que permiten comprender con mayor claridad las relaciones entre los hombres. Poco a poco, la política ha ido matizando el arte y la habilidad personal con el conocimiento y con la ciencia; pero siempre ha requerido de dotes personales de cierta excepcionalidad, brillantez intelectual, elocuencia, fortaleza de espíritu y de cuerpo, arrojo, audacia, valor a veces cercano a la temeridad, simpatía, resistencia, tenacidad y por encima de todo, consistencia ideológica, seguridad para conducir y liderizar a las masas, sentido de la historia, concepto de globalidad en la estrategia. Es decir, un carisma que inspire en el pueblo, fe y esperanza en su conducción. Por todo ello, la política se convierte en una vocación especial, en una carrera de servicio colectivo, en una entrega sacrificada al trabajo social. El político auténtico no tiene horario, ni tregua ni descanso; carece de fortuna personal, pues su interés no está en el dinero ni en los bienes materiales; debe ser un hombre honesto, sincero y transparente, pues de ello dependerá la credibilidad que el pueblo ponga en él y no podrá desmayar un sólo instante, su presencia es símbolo de acción, de disciplina, de trabajo y diligencia. Como la sociedad debe seguir su marcha por el camino de la historia, cada vez con más y mayores exigencias; el político da por cumplido su papel para dar paso a otro, siempre con mayores exigencias, ya que la sociedad se hace cada vez más compleja. De allí que el ejercicio auténtico de la política, al decir del Papa, sea, después de la religión, la más alta expresión de la caridad, es decir del amor y de la entrega al servicio del prójimo. Quienes no actúan así no son políticos y como aventureros y farsantes sólo sirven para desacreditar frente al pueblo, la imagen legítima de una actividad trascendente. Ninguna Sociedad estable puede existir sin la política y sin los políticos. Quien quiera sustituirlos, entra inmediatamente en su esfera de acción y se convierte en tal. Lo importante entonces, es darle a la política como actividad esencial del hombre el contenido científico, filosófico e ideológico; artístico, ético y moral; social y humano que requiere para que la sociedad se fortalezca y progrese haciendo florecer la civilización en todo su esplendor. Cuando ella fracasa se presenta la hora de la decadencia y al ocurrir tal desgracia, las sociedades se deterioran y colapsan; el vicio, la guerra y la anarquía devoran el esfuerzo que muchas veces ha costado siglos de trabajo y de constancia.
Es por ello, creo yo, que es necesario fortalecer y reivindicar el sentido existencial y espiritual de la política; devolviéndole todos sus atributos, comprendiendo sus múltiples exigencias y depurando a sus actores de falsos, de farsantes y oportunistas.
Es propicia esta ocasión para señalar la necesidad perentoria de enseñar a los jóvenes la naturaleza y la práctica de tan distinguida exigente actividad. La educación política es difícil, porque requiere no solo de una teoría, de un ideal de un proyecto histórico, sino también de un testimonio existencial que no acepta dobleces. Hay que acometer este esfuerzo como uno de los objetivos esenciales de nuestra sociedad actual. Hemos conquistado, a base de luchas políticas, una sociedad democrática que con todos los defectos que pueda tener, nos garantiza la libertad, la afirmación de los derechos fundamentales de la persona, la paz y el bienestar general, permitiendo caminos para hacer perfectible la Sociedad Civil.
Esa Sociedad Democrática, con sus instituciones fundamentales debemos protegerla y mejorarla. La existencia de los tres poderes independientes y autónomos entre sí: el ejecutivo, el legislativo y el judicial; la elección popular directa y secreta de los gobernantes; la libertad de expresión del pensamiento sin otras restricciones que el respeto a la dignidad y el honor de las personas; la garantía de la vida, de la seguridad personal y de la paz social; la posibilidad de participar en las organizaciones básicas, intermedias y superiores de la Sociedad Civil; la existencia de los partidos políticos con sus plataformas ideológicas y sus programas de gobierno, las prioridades de bienestar social en alimentación, en educación y salud para la población; y muchas otras connotaciones más, hacen de la democracia como régimen político “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” un bien inestimable y un sistema de vida que vale la pena defender.
Tiene defectos, que debemos superar, puesto que aún queda el rescoldo de viejas experiencias caudillescas, de roscas interesadas en mantener el control de la participación ciudadana y de intereses equívocos que a veces pretenden colocar los fines prioritarios del bien común al servicio de sus propios y particulares intereses. Todo ello tendrá que irse superando. Cada día debemos acercarnos a formas más amplias y directas de participación y al logro de un mayor compromiso de todos los ciudadanos en la gestión de su propio destino. La elección unipersonal de los parlamentarios y de los Concejales debe ser una meta a alcanzar; la alternabilidad en el liderazgo dentro de los partidos y la frecuente renovación de sus cuadros directivos constituye una necesidad de la política venezolana; la formación ideológica y la incorporación de la ciencia y de la técnica en el funcionamiento de las organizaciones políticas constituye una exigencia de estos tiempos, porque la práctica política tiene también que adaptarse al desarrollo que los pueblos van alcanzando. Es necesario reivindicar la credibilidad del ciudadano en los compromisos electorales y lograr la comprensión y la convicción en el elector, de que no se trata de escoger al que más ofrece, o al que más critica, sino al que en base a su capacidad y experiencia garantiza el cumplimiento de su promesa, muchas veces a costa de sacrificios y de más trabajo para todos. Es importante avanzar en la perfectibilidad de la Democracia, para sacar provecho a estos 25 años de su ejercicio corrigiendo sus fallas y fortaleciendo sus logros.
Ese esfuerzo educativo lo invoco esta noche, porque se hace necesario el rescate de la juventud, que ejercerá el liderazgo próximo. La preocupación y el interés por la política, en su legítimo sentido, es una alternativa formativa para hacer un ciudadano integral, que si bien, no tenga porque llegar a ser un líder, si pueda constituirse en ciudadano crítico, en elector consciente, en persona exigente de sus propios dirigentes. Esa alternativa, venida a menos, vista con desprecio por algunos y calificada como deleznable por quienes se aprovechan de la falta de formación cívica y política del pueblo, tiene que ser reivindicada. La política, como el deporte o como las artes, constituye para el joven una fortaleza frente al vicio, la droga, la alienación cultural y la confusión que suele invadir y desesperar a muchos jóvenes. No olvidemos ahora, que ha sido la juventud políticamente formada, la generación conductora de las grandes horas de nuestra historia.
De allí que, debamos estimular en la juventud de hoy, la lectura de libros, revistas y periódicos. Vivimos en una época en la cual los medios radioeléctricos han invadido la esfera de atención del ser humano. Ellos penetran en nuestras propias casas a cualquier hora. Lo que ocurre en cualquier lugar de nuestra tierra lo sabemos casi de inmediato a través de la radio o de la televisión, oyendo y viendo la realización de los hechos, casi como si fuéramos espectadores invisibles de un escenario universal. Del mismo modo, el espectáculo recreativo que se ofrece a través de la magia de la video-cinta y del televisor, han transformado la intimidad de la vida familiar en un pequeño teatro cuya programación es permanente e inagotable. Todo ello ha traído progreso, ha acercado a los hombres y a las naciones, y ha llevado educación, recreación y alegría a muchos hogares; pero también ha provocado un abandono casi obligado de la lectura, cuyo papel en la formación personal es necesario reivindicar. Debemos hacer un especial esfuerzo por destinar algún rincón apropiado de nuestras casas para ubicar los libros, para establecer una biblioteca que aunque modesta, nos permita ese recogimiento silencioso y meditativo de la lectura que tanta falta nos hace en esta hora, para devolver al espíritu el sosiego y la paz, que el estudio, la reflexión y la contemplación devuelven al ser angustiado de nuestro tiempo. Debemos comprometernos a promover el libro y a estimular su diaria lectura no solo como una fuente indispensable de ilustración sino también como el mejor amigo para encontrar el camino de la tranquilidad espiritual y de la sabiduría.
Recordemos, pues, con este nuevo libro, ameno, sencillo y breve, que nos regala el Diputado Gehard Cartay Ramírez, cuál es el escenario político de nuestra Venezuela, cuáles sus mensajes, sus hombres y sus partidos y hagamos votos porque nuestro amigo, reciba en el lector interesado, el estímulo necesario para que continúe escribiendo, no solo en las páginas de nuevos libros, su pensamiento, sino también en el testimonio personal de una vida generosa y abnegada como líder político al servicio de su pueblo.
Muchas gracias.



  

PALABRAS DEL DIPUTADO
GEHARD CARTAY RAMIREZ
AL PRESENTAR SU LIBRO
 “POLÍTICA Y PARTIDOS MODERNOS EN VENEZUELA”

(Barinas, 8 de septiembre de 1983)

Comienzo por agradecer las generosas y sabias palabras de presentación que acaba de pronunciar el señor rector de la Universidad Experimental de los Llanos Occidentales “Ezequiel Zamora”, mi distinguido amigo y paisano, doctor Rafael Isidro Quevedo. Él ha logrado no solamente captar lo que constituye la parte medular de este librito que presentamos hoy, sino, además, recoger -a grandes trazos- la inquietud que se vive frente a la política y sus partidos y, en general, frente al sistema democrático.
Esta noche estamos presentando ante la opinión pública regional el resultado del esfuerzo de algunos meses de trabajo y de investigación. Un esfuerzo que nació por la angustia que nos provocó la presencia numerosa, diaria y permanente de jóvenes de distintos centros de educación media y universitaria que acuden a los partidos políticos para recoger información sobre la fundación y evolución de nuestras instituciones partidistas, así como sobre sus proyectos políticos e ideológicos. También solicitan una interpretación cabal del proceso de vida democrática e institucional del país, fundamentalmente a partir de la muerte del general Juan Vicente Gómez.
Por lo general, esos jóvenes acuden a nuestros líderes políticos y no encuentran satisfecha su inquietud, su angustia, su interrogante. Y muchas veces, dado el fenómeno del pragmatismo galopante que pareciera copar a la mayoría de los partidos políticos, esos jóvenes no obtienen la respuesta a sus planteamientos.
Viendo esos muchachos, escuchándolos, pensé que tal vez un esfuerzo de sistematización sencillo y modesto podría ayudarlos a comprender algunos datos fundamentales del proceso de formación de nuestros partidos políticos. Y acometí la tarea sin ningún tipo de pretensiones, sabiendo que no iba realizar un trabajo de investigación ni de virtudes académicas, sino fundamentalmente con el propósito de servir de guía a nuestros estudiantes, a nuestros jóvenes y a quienes tengan inquietud por conocer el tema que desarrollarnos en esta muy sencilla obra (Aplausos).
Decimos en el prólogo que “para esos jóvenes, fundamentalmente, fue escrito este libro. Nos conformarnos, pues, conque la obra sea una guía útil para quienes se inician en el conocimiento y estudio de los partidos políticos venezolanos. Por eso hemos afirmado al inicio de estas páginas que no abrigamos ninguna pretensión, como no sea la de prestar un modesto servicio a los jóvenes estudiantes del país y a quienes requieran información directa y concisa sobre al particular”.
La estructura del libro está concebida con un criterio didáctico. Abordamos en tres partes algunos temas que ayudan a comprender este proceso evolutivo. La primera se refiere a la génesis de los partidos políticos contemporáneos. Se abordan en tres capítulos la dictadura hegemónica del general Gómez; la actividad política contra su régimen, así como los partidos formados por sus opositores fuera del país y, finalmente, la transición operada bajo el gobierno de Eleazar López Contreras. Una segunda parte se destina al tratamiento de lo que consideramos son los cuatro partidos políticos modernos de la Venezuela de hoy. Cronológicamente se asume el análisis del Partido Comunista de Venezuela, del partido Acción Democrática, del Partido Social Cristiano Copei y del Movimiento Al Socialismo. Y la tercera parte, recoge un conjunto de inquietudes en relación a lo que han sido nuestros partidos políticos y nuestro proceso democrático.
Yo deseo esta noche agradecer la motivación y la colaboración que recibí de esos jóvenes, que me llevaron indirectamente a asumir esta tarea. Deseo, desde luego, agradecer al editor José Agustín Catalá -cuya presencia nos honra esta noche- su particular interés en los temas y reflexiones vertidas en este libro. Su estimulo y colaboración han sido fundamentales para que el mismo pueda llegar a las manos del público lector.
Sentimos que en esta hora que vivimos los venezolanos hay necesidad de hacer un alto en el camino para evaluar lo que ha sido hasta ahora nuestro proyecto político institucional. Quien ha escrito este libro es un joven dirigente político desde la temprana edad de los trece años. Ha asumido su papel con pasión venezolana y en sus reflexiones recoge inquietudes que en la discusión y en el diálogo ha escuchado y planteado a otros dirigentes políticos jóvenes pertenecientes a partidos distintos al suyo. Por eso piensa que muchas de esos planteamientos son compartidos por miembros de su generación, indistintamente de su posición política ideológica.
Y hemos tratado el tema de la democracia y de los partidos, sin dejarnos vencer por posiciones extremas o radicales. No hemos sido tentados por quienes piensan que la democracia ha fracasado en el país. Pero tampoco participamos de la idea de aquellos que creen que la democracia lo ha logrado todo y que, en consecuencia, no merece ninguna transformación auténtica y revolucionaria.
Pensamos que lo mismo sucede con nuestros partidos políticos. Nos negamos a creer que la democracia sea un simple régimen de partidos. Pensamos que el proceso democrático implica la existencia de un conjunto de sociedades intermedias entre el ciudadano y el Estado y que, por tanto, los partidos políticos son una de esas instituciones primordiales. Pero al lado de ellos, y muchas veces a pesar de ellos, han venido organizándose sociedades intermedias, como las asociaciones de vecinos o los grupos ecológicos y culturales, que aspiran a satisfacer necesidades y demandas que muchas veces no han podido resolver las propias instituciones partidistas.
Estamos ante una coyuntura histórica para nuestro país. Como se ha dicho muchas veces, la época de las vacas gordas parece declinar, al menos por ahora. Los venezolanos deberíamos entonces reencontrarnos con nuestra vocación de pueblo trabajador y austero que, a costa de sacrificios, pueda obtener los grandes objetivos de nuestro destino nacional. Sentimos que este país de hoy ha cambiado su entorno notablemente. No es el país dormido que despierta a la muerte del general Juan Vicente Gómez. No es tampoco el país que encontró la Revolución de Octubre de 1945. Y ha dejado muy atrás, inclusive, los objetivos planteados por la implantación de la democracia el 23 de enero de 1958.
Estamos avanzando hacia una nueva etapa histórica del país. Las propias circunstancias políticas y económicas que vivimos en estos días son un claro indicio de que hay que adaptarse a modelos de conducción y de liderazgos robustos, honestos y austeros. La Venezuela post petrolera parece comenzar a surgir ante nosotros como una evidencia de lo que siempre temimos y frente a lo cual no hemos sido capaces de prepararnos.
A la generación del presente y a las del futuro nos corresponde una tarea fundamental en esta hora. Justamente en este año de 1983 celebramos los primeros 25 años de la implantación de nuestra joven democracia. Algunas voces autorizadas han dicho en estos días que hay necesidad de relanzar la democracia, dándole un énfasis muy especial a sus aspectos sociales y económicos. Creemos que allí está, realmente, la tarea que puede servir de convergencia a los distintos sectores de nuestra vida nacional.
Los años futuros serán para todos nosotros años de desafíos. Años en los cuales será posible probar nuestra propia estirpe de pueblo que siempre superó las dificultades, por complejas que ellas fueran. En este momento en que nos encontramos ante una nueva hora y un nuevo desafío, el reto de transformar nuestra democracia y nuestros partidos políticos se convierte -ahora más que nunca- en una tarea urgente que no puede, en ningún caso, tardar más, ni sufrir un nuevo aplazamiento.
Al hacer estas reflexiones, con ocasión de la presentación de esta modesta obra, deseo recoger una palabras que en la tarde de hoy nos dijera nuestro querido amigo y paisano barinés, el escritor José León Tapia, cuya presencia en este acto nos honra igualmente. Nos decía que cuando se presenta un libro se tiene la sensación de que nos ha nacido un hijo. Yo creo que ese sentimiento es justamente el que puede interpretar la emoción y la satisfacción que experimento esta noche al presentar a los barineses esta obra, modesta y sencilla, sin pretensiones de ninguna clase -insisto-, y que sólo se verá compensada en su esfuerzo en la medida en que sintamos que será de utilidad para los jóvenes y fundamentalmente para los estudiantes.
Muchísimas gracias (Aplausos).