viernes, 22 de septiembre de 2017

18 AÑOS DE DESTRUCCIÓN



18 AÑOS DE DESTRUCCIÓN
Gehard Cartay Ramírez
En estos 18 ya largos años, el chavomadurismo hundió a Venezuela y destruyó el país que veníamos siendo.
En cambio, en apenas 12 años el presidente Franklin Delano Roosveelt sacó a Estados Unidos de la gran depresión, reactivó su economía, rescató a millones de ciudadanos de la pobreza, creó millones de puestos de trabajo -derrotando así el desempleo descomunal creado por el crack del año 29-, construyó grandes obras de infraestructura como autopistas, represas y centrales eléctricas, convirtiéndolo en la primera potencia industrial y militar, y hasta ganó la segunda guerra mundial, aliado con los ingleses y los soviéticos, derrotando así nazifascismo, encabezado por Hitler y Mussolini.
En sólo 12 años, Konrad Adenauer, el gran líder demócrata cristiano europeo, a través de lo que históricamente se ha conocido como “el milagro alemán”, levantó a Alemania Federal de sus propias cenizas, recuperó la economía, creó empleo y productividad para sacar a millones de compatriotas de la pobreza y la miseria, reconstruyó la infraestructura destruida por la guerra, colocó a su país entre las grandes potencias mundiales e instauró la Economía Social de Mercado y de Democracia Política, que sería -andando el tiempo- la pionera del Estado de Bienestar, hoy imperante en buena parte del continente europeo.
En apenas 12 años, Inglaterra, conducida por el formidable liderazgo de Winston Churchill, también salió del saldo trágico de la segunda guerra mundial, durante la cual sus ciudades sufrieron los rigores de los incesantes bombardeos de la implacable aviación de Hitler. Y, sin embargo, sus gobernantes, en poco tiempo, construyeron una nueva economía, reabrieron sus fábricas y medios de producción destruidos, crearon nuevos empleos, mejoraron los niveles de calidad de vida y hoy están integrados a las economías más sólidas.   
En sólo 12 años, los demócratas cristianos italianos, encabezados por Alcide De Gásperi, también lograron rescatar su país de las consecuencias devastadoras del delirio y la demencia de Mussolini y los efectos del conflicto bélico mundial. Durante ese tiempo, reactivaron el aparato productivo, rebajaron los índices de pobreza y hambre entre sus ciudadanos, se integraron a la economía mundial y reconstruyeron a Italia, hoy convertida en una de las economías más fuertes del planeta.
En apenas 12 años, los japoneses resucitaron a su destruido país, luego de la locura de sus militares guerreristas al aliarse con Hitler y Mussolini y perder la guerra, sufrieron los efectos devastadores de las dos primeras bombas atómicas que destruyeron Hiroshima y Nagasaki, con saldo terrible de cientos de miles de muertos. Aún así, doce años después, el Japón civilista y democrático ya había reconstruido su economía e infraestructura, convirtiéndose en una potencia industrial como pocas y entrado en el selecto grupo de los países plenamente desarrollados del mundo.
En el caso venezolano -sin haber sufrido, por supuesto, los estragos de un conflicto bélico de gran magnitud-, también es cierto que, a partir de 1959 y hasta 1972, exactamente en un período similar de 12 años, nuestro país también logró grandes avances, sin disponer entonces de los altos precios petroleros que desde hace una década ha dilapidado el régimen chavomadurista. Así, por ejemplo, masificó la educación, se construyeron miles de escuelas, cientos de liceos y decenas de universidades, así como numerosos hospitales, centrales eléctricas, autopistas y carreteras, cientos de miles de viviendas, aparte de haberse reactivado la economía y el aparato productivo como pocas veces antes. Y, sin embargo, por si fuera poco, entre 1960 y 1968, esos gobiernos tuvieron que enfrentar al golpismo militar de derecha e izquierda y las guerrillas terroristas financiadas por Fidel Castro.
Traigo a colación todas estas experiencias de gobierno exitosas en apenas 12 años, para que nos demos cuenta del espectacular fracaso del actual régimen desde 1999, a pesar de que ha tenido mucho más tiempo, pero también muchísimos más recursos financieros.
Sin embargo, Venezuela es hoy una nación en ruinas. De aquel pujante país que teníamos hace 18 años sólo quedan recuerdos y más nada. Hoy somos una población insólitamente empobrecida cada vez más por el régimen, sin comida suficiente, sin medicinas, azotada por la inseguridad, con la mayor corrupción e inflación del planeta. En definitiva, el chavomadurismo ha resultado una maldición para todos.
Los más de 950 mil millones de dólares que el chavomadurismo ha despilfarrado y robado en estos 18 largos años no los gastaron los países europeos ya señalados para alcanzar su reconstrucción y salir adelante; ni siquiera los gobiernos republicanos de Venezuela desde 1830 hasta 1998.
Por eso los venezolanos no pueden perdonarlos. Que los perdone Dios, si acaso.
@gehardcartay
El Blog de Gehard Cartay Ramírez
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 26 de septiembre de 2017.
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jueves, 21 de septiembre de 2017

LA OPOSICIÓN Y EL REALISMO POLÍTICO


LA OPOSICIÓN Y EL REALISMO POLÍTICO

Gehard Cartay Ramírez
Ya la MUD escogió sus candidatos a gobernadores en todo el país. Ahora debe enfrentar lo que viene, pero con realismo político.
Resulta obvio que el régimen no esperaba que la mayoría de la oposición democrática participara en la supuesta elección de gobernadores. Resulta obvio también que calculó mal su jugada, al dar por seguro que aquella no participaría, presionada por alguna gente decepcionada por la elección de la fraudulenta Constituyente madurista o porque ya no sienten que podamos salir de la dictadura de manera inmediata.
Se sabía de antemano que si la oposición no postulaba candidatos, entonces el régimen haría sus elecciones y se cogería todas las gobernaciones, sin mucho esfuerzo y gracias al criterio de quienes sostenían la conveniencia de no participar. Está claro que ahora la realidad es otra.
Pero no hay que llamarse a engaño con lo que viene al respecto. La perversidad y el carácter decididamente dictatorial del régimen madurista los llevará a adoptar cualquier medida para prolongar su permanencia en el poder, no importa si la misma es inconstitucional, ilegal e inmoral.
Los “juristas” perversos del oficialismo podrían estar barajando, a mi juicio, cuatro escenarios. Uno: nuevo aplazamiento de las elecciones, apelando a cualquier argumento, por traído de los cabellos que pueda ser. Ya lo hicieron el año pasado y no pasó nada. Lo pueden volver a hacer otra vez, confiados en que tampoco ocurrirá nada.
Dos: convocan las elecciones, pero a través de su fraudulenta “constituyente” madurista “inhabilitan” los mejores candidatos de la MUD, tratando de debilitar su opción y escoger indirectamente aquellos que le más convendrían. Este es un escenario bastante probable también, aunque, por lo visto, el voto opositor va apoyar a cualquier candidato suyo.
Tres: La oposición gana la mayoría de las gobernaciones, pero la fraudulenta “constituyente” madurista termina de quitarle atribuciones a aquellas, hasta hacerlas perfectamente inútiles. Ese camino lo vienen transitando desde hace tiempo, de manera que no tendría nada de extraño que lo intenten.
Cuarto: la fraudulenta “constituyente” madurista elimina la figura de gobernadores y alcaldes en función de su proyecto de Estado Comunal, o también podría aprobar que los gobernadores sean designados otra vez por el presidente de la República.
Alguien me dirá que todo esto es inconstitucional. Y es verdad. Pero todo lo aprobado por la fraudulenta “constituyente” madurista lo ha sido, alegando la escandalosa mentira de que son un poder “supraconstitucional” y “originario”. Y no lo son: ni una ni otra cosa. Ellos no pueden sustituir la vigente Constitución de 1999, ni su poder es originario.
Lo que sí es cierto es que no quieren hacer las elecciones de gobernadores porque se saben derrotados de antemano. Saben que el repudio generalizado del pueblo venezolano a la dictadura les impedirá ganar alguna gobernación, si acaso. Saben que si se cuentan en unas elecciones regionales quedarán, una vez más, desnudos de apoyo popular ante la comunidad internacional y se comprobaría de nuevo que carecen del respaldo de la gran mayoría de los venezolanos.
Ahora unas brevísimas reflexiones sobre las primarias de la MUD. Lo primero que debe anotarse es que los resultados en todo el país no son para engolosinarse. (En el caso particular de Barinas los resultados fueron muy estrechos entre los aspirantes. Por lo tanto, el ganador necesita de los otros dos precandidatos y quienes los apoyan, porque pretender asumir el próximo desafío electoral de manera personalista y sectaria sería un gravísimo error.)
 Por otra parte, la altísima abstención también obliga a los precandidatos triunfadores a trabajar más duro y en unidad con los derrotados y sus equipos. Ya se sabe, desde luego, que en este tipo de procesos la abstención siempre se hace presente. También se sabe que muchos opositores consideraban este evento como una competencia entre los partidos de la MUD y que de antemano votarán por los elegidos.
Todo eso se sabe. Pero algo ocurrió y hay que analizarlo, porque la concurrencia ha debido ser mayor, especialmente luego de la exitosísima jornada del 16 de julio pasado. Todo ello obliga, insisto, a no confiarse en un triunfalismo estúpido ni a subestimar al adversario. Cuidado con ambas tentaciones.
No quiero ser “aguafiestas”, sino realista. Hay que estar preparados para lo que viene: las emboscadas del régimen, sus maniobras perversas para seguir aferrados al poder, su desconocimiento continuado a la soberanía popular. Si hay elecciones, los candidatos de la MUD deben saber que no van a un carnaval electoral, sino a una dura prueba, donde tendrán que sumar y no dividir, y poner en el terreno su compromiso, su coraje y hasta su vida.
@gehardcartay
El Blog de Gehard Cartay Ramírez
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 12 de septiembre de 2017.
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lunes, 11 de septiembre de 2017

VIVIMOS CADA VEZ PEOR



VIVIMOS CADA VEZ PEOR
 Gehard Cartay Ramírez
En Venezuela, desde hace al menos 60 años, nunca como ahora se había deteriorado tanto la calidad de vida de nuestra gente.
Los venezolanos vivimos cada vez peor. Esta es una verdad que no necesita comprobaciones adicionales. Basta mirar a nuestro alrededor, en nuestras ciudades y pueblos, o en los campos, para verificarla. Basta mirar la cara de la gente para darse cuenta.
Hoy Venezuela es un país trágico, hundido en problemas de toda laya, mientras la cúpula podrida del régimen se aferra al poder sólo para seguir enriqueciéndose. Por eso no se ocupan de resolver los problemas.
Ahora todo está peor que antes de 1999. Lo afirmo sin exageración alguna. Los problemas que teníamos entonces –ahora pálidos al lado de los creados por el régimen chavomadurista en estos largos 18 años– se han profundizado. Esto significa que no sólo no los resolvieron, como lo prometieron en 1998 quienes hoy mandan, sino que los multiplicaron. Pero no sólo eso: ahora hay nuevos problemas, mucho más graves y complejos, que también empeoran por la incompetencia de la cúpula del actual régimen.
Veamos. La inseguridad ha crecido de manera alarmante. Desde 1999, aquí “la vida no vale nada”, como en la ranchera de José Alfredo Jiménez. Todos los días decenas de compatriotas son asesinados por el hampa. Ya suman, a estas alturas de la tragedia chavomadurista, más de 300.000 muertos por el hampa y sus terroristas al servicio del régimen. No hay prácticamente familia venezolana a la que no le hayan asesinado alguno de sus miembros. Vivimos una guerra de exterminio contra la Venezuela decente y trabajadora, sin que el régimen haga algo por impedirlo. Ha sucedido todo lo contrario: haber armado a la delincuencia y garantizarle plena impunidad provoca este genocidio que nos devasta.
Venezuela es hoy un país sin comida suficiente para alimentar a su gente. El régimen acabó con la producción nacional de alimentos, al expropiar o invadir miles de fábricas y fincas agropecuarias. El resultado no podía ser otro que el que hoy sufrimos: una gravísima escasez de comida, especulación y alto costo de la vida y, como lógica consecuencia, la familia venezolana  está subalimentada, sin ingerir las proteínas necesarias, especialmente sus niños. En cambio, los jerarcas de la cúpula podrida del régimen –comenzando por su cabeza– cada día están más gordos y barrigones.
Hoy la inflación galopante nos empobrece más a todos cada día, menos al milmillonario cogollo chavomadurista. Los sueldos cada vez son más insuficientes y no alcanzan ni siquiera para cubrir la cesta alimentaria. Cada semana aumentan los precios de la comida y de los artículos básicos de consumo, si es que se consiguen. Ya se sabe que el bien de consumo que escasea es también el más caro. Todo ello es la consecuencia directa de políticas económicas protocomunistas o socialistas, que han fracasado en todos lados. Y aquí no podía ser la excepción.
Al arruinar la producción nacional, no sólo no hay comida suficiente, sino que tampoco hay trabajo suficiente. Por eso han crecido el desempleo y la falta de oportunidades. Los que trabajan ganan muy poco para adquirir lo fundamental. Y los que no tienen empleo, están aún en peores condiciones.
No hay medicinas para nuestros enfermos. La salud pública está cada día peor. La salud privada se ha encarecido también. La consecuencia no puede ser otra que el crecimiento de enfermedades de todo tipo –algunas eliminadas en el pasado y que ahora reaparecen- y la tragedia del venezolano común al no tener garantías para su salud y promedio de vida.
Y todo ello para no hablar de la pésima educación pública que ha retrocedido un siglo o de la crisis general de los servicios públicos, como la energía eléctrica y la falta de agua potable, todo ello en un país que tuvo en el pasado una de las más grandes hidroeléctricas de Suramérica y posee fuentes naturales de agua que ya quisieran en otras latitudes del mundo.
Lo peor es que todo esto acontece en uno de los países más ricos del planeta y en el que posee las reservas petrolíferas más grandes del globo terráqueo. Sin embargo, la terrible paradoja es que ese mismo país hoy alberga uno de los pueblos más pobres del mundo, sin comida suficiente y con pésimos niveles de vida.
El chavomadurismo, en estos 18 años, acabó con la Venezuela que venía superándose y desarrollándose. Esa podrida cúpula terminó siendo un Midas al revés: todo lo ha convertido en miseria, ruina y pobreza.
Todo esto ya lo sabemos, pero el tiempo nunca será suficiente para repetirlo.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes 05 de agosto de 2017.
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