viernes, 2 de agosto de 2019

Crónicas del Olvido
“BAQUIANO, VOLANDO RUMBOS”

(Vida y obra de Alberto Arvelo Torrealba)
**Alberto Hernández**
1.-
Alberto Arvelo Torrealba era de los pocos mortales que le conocía las mañas al diablo, por eso se hizo Florentino para encararse con él y probarse. Asumió la personalidad del cantador llanero para hacerle frente a la historia de su país, la que vivió con creces desde su vocación de escritor, abogado y diplomático.
Aunque –según estudiosos de su obra y vida- prefería al oscuro por la calidad de su tono, verbo y fuerza.
Viaja uno lector por los llanos, por la historia cercana de este país y por la vida de un hombre que a diario suena en Venezuela. Alberto Arvelo Torrealba es, precisamente, llanos, país y existencia y de esta manera lo registra Gehard Cartay Ramírez en su libro “Baquiano, volando rumbos (Vida y obra de Alberto Arvelo Torrealba)”, publicado por el Fondo Editorial de la Alcaldía del Municipio Barinas, 2017.
Es una lectura apaciguada por el talante del sujeto estudiado. Un libro que completa el tránsito de quien es el autor de una obra cimera. Una obra sembrada en el país que lee y en el país que recita de memoria sus versos. Es un libro donde la política, la poesía, la geografía, la hidrografía y el alma de una tierra arropa con gracia la versatilidad de un artista que hizo de su lar nativo icono, representación, savia y asunto, para que el país supiera de sus secretos, de sus arranques de vitalidad terrena. Es un libro enjundioso donde hablan muchos personajes. Donde se mueven y también viajan muchos nombres y apellidos que han construido o afectado, de alguna manera, la historia de esta geografía mestiza.
2.-
Gehard Cartay Ramírez es barinés como Arvelo Torrealba. Fue gobernador de su patria chica entre 1974 y 1992. Abogado y escritor, se dedicó a seguirle los pasos a este viajero impenitente que sigue siendo Arvelo Torrealba, porque de muchas maneras está en la voz de los venezolanos y araucanos de este lado y del lado colombiano. Su obra continúa diciendo, hablando, cantando, recitando, declamando. Es una poesía para eso, para añadirle a la tierra rural, a los ríos, al campo la gracia que ha perdido en la ciudad. Aquel terruño olvidado por quienes nacieron en él. Una tierra a la que se le puede seguir cantando en otro tono, sin necesidad de regresar al espíritu de aquellos que la siguen viviendo. El ejemplo está en Efraín Hurtado, quien construyó una poética del llano vista desde su formación académica sin dejar de tocar lo que le atañía como nacido en él.
Alberto Arvelo Torrealba es un clásico de la palabra del monte, de la palabra cerrera, orejana, vibradora como los caños y correnteras que cruzó y navegó. Es un bonguero que, como los personajes de Gallegos, sabía de la hondura, orillas y barrancos de las diferentes corrientes de los estados llaneros de Venezuela. Su poesía se asentó en ellas y de allí su paisaje y sus personajes.
Para quienes podrían amanecer con al ceño fruncido, es relevante afirmar que nadie que viva alejado de los asuntos de la “llaneridad” escribiría como Gallegos o como Arvelo. Pero se impone decir que su paso por este mundo dejó calcada, herrada, marcada la bestia, los demonios y los ángeles que sobrevuelan aquella tierra plana en la que apareció este país.
Por esa y muchas razones es preciso hacer un registro de autores y obras de quienes han nacido y escrito acerca de las cosas de los llaneros y sus vidas viajeras, trashumantes o detenidas en el mismo lugar.
3.-
El tomo de Gehard Cartay convida al lector a revisar los capítulos que cuentan la existencia del poeta y prosista barinés, quien fuera abogado, diplomático, ecologista, viajero y atento observador de la conducta de sus paisanos.
Este libro, para leer corrido o consultar, se extiende sobre el cuero seco de la historia que mucha gente de hoy, sostenida por el mal uso de la tecnología, desconoce. Una historia que se revela en estas páginas desde “La Venezuela de 1904”, pasando por la miseria de Barinas, Juan Vicente Gómez, Rómulo Gallegos, el liceo Caracas donde estudió el autor y algunos de los futuros gobernantes de la Nación. Igualmente, estudia Cartay todas las obras de Arvelo, desde “Música de cuatro” hasta “Lazo Martí, vigencia en lejanía”, que escribió, esta última, en su lecho de enfermo. Por supuesto, “Florentino y el Diablo” ocupa un espectro más amplio por ser la obra más importante del escritor barinés.
Datos y más datos dan cuenta de este exigente trabajo de Gehard Cartay. Me atrevo a decir que el más completo sobre el autor de los contrapunteadores de los llanos de este país olvidadizo.
“Caminos que andan” es un estudio de los ríos llaneros. Es un ensayo, una investigación que revela el carácter de este hombre que desde que escribió su primer trabajo no ha dejado de ser nombrado en casi todo el país. Su “Florentino y el Diablo” fue llevado a grabación. José Romero Bello y el Carrao de Palmarito hicieron de esa obra espacio de atracción cultural en medio mundo. Y así, desde “Doña Bárbara” y “Cantaclaro”, de Rómulo Gallegos, hasta la “Cantata Criolla”, de Antonio Estévez, el cantador anónimo, después Florentino Coronado, luego Florentino a secas, es la huella más honda que representa, junto con “El alma llanera”, el espíritu y ánima de quienes nacieron en esos potreros y aún recuerdan haber nacido allí.
Baquiano, Arvelo Torrealba sigue siendo entonado por coros, orfeones, orquestas y cantantes solistas que han hecho de ese poema, de esa copla, parte del espíritu de Venezuela.