jueves, 14 de agosto de 2014

NO AL AUMENTO DE LA GASOLINA



NO AL AUMENTO DE LA GASOLINA
Gehard Cartay Ramírez
No se justifica de ninguna manera el aumento de los precios de la gasolina.
Y esta no es una posición radical, ni oposicionista. Cierto es que en Venezuela pagamos la gasolina más barata del mundo. Cierto es también que aquí una botella de agua mineral  o un cafecito son más caros que un litro de gasolina. Cierto es, desde luego, que el subsidio que paga el Estado por la gasolina es gravoso desde hace muchos años.
Todo eso es verdad, amigo lector. Sin embargo, hay otras verdades también. Una primera y esencial es que somos un país productor de petróleo. Por lo tanto, sería una injusticia que pagáramos una gasolina más cara, como ocurre en otras naciones que no producen petróleo y lo importan a precios altos.
Otra verdad de Perogrullo es que, justamente por la anterior razón, aquí ha sido una política de Estado mantener muy bajos los precios del combustible. Por lo tanto, sería absurdo aumentarlos de la noche a la mañana. Otra cosa muy distinta hubiera sido ajustarlos de manera moderada, cada cierto tiempo, sin llegar, desde luego, a los precios exorbitantes que se pagan en países que no producen petróleo ni gasolina.
Una tercera verdad es que en Venezuela nunca -y menos ahora- hemos dispuesto de un transporte público de calidad que sea una alternativa en caso de aumentar los precios de la gasolina. En cambio, países como Estados Unidos, Europa Occidental  y algunos pocos latinoamericanos, han logrado una red de transporte público urbano y extraurbano (metro, trenes, autobuses, etc.) que son económicos y eficaces. Así, quienes poseen vehículos los usan en contadas ocasiones, y no todos los días -como aquí- para trasladarse a su trabajo. Por lo tanto, si bien es cierto que en esos países la gasolina es muy costosa, sin embargo, el transporte público no lo es, por lo cual el uso de vehículos particulares se reduce, con sus respectivos beneficios para el tránsito y la ecología.
Por desgracia, aquí, a pesar de los bajos precios del combustible, el transporte urbano sigue siendo deficiente y de pésima calidad. Esto, sin duda, resulta inexplicable. Lo lógico sería que, precisamente por lo barato de la gasolina, tuviéramos una red de transporte público de primera calidad. Se trata de una de esas paradojas venezolanas absurdas.
Hay, además, otro gravísimo problema: el transporte de carga en Venezuela es automotor. No tenemos, por ejemplo, una red ferroviaria que pudiera alivianar los costos si se suben los precios de la gasolina. Por lo tanto, si son aumentados tendrán efectos gravosos también en el ya de por sí elevado costo de la vida que sufrimos los venezolanos.  
Pero hay más todavía: en nuestro caso, el régimen chavista, desde hace más de una década, decidió desarrollar una absurda política exterior -financiada con nuestro petróleo- con el descabellado propósito de atraer aliados ideológicos y formar un bloque con esos países. Lo criminal de esta actitud es que desde hace diez años PDVSA regala nuestro petróleo a precios viles a otras naciones, y muchas veces -como ocurre con Cuba- ni siquiera lo pagan, todo lo cual explica el estado catastrófico en que hoy se encuentra nuestra principal empresa estatal.
El anunciado aumento de la gasolina es inaceptable por sus funestas consecuencias, entre ellas, su tremendo impacto en los precios y en el ya muy disminuido poder adquisitivo de los venezolanos. Por lo demás, Venezuela es hoy uno de los países donde pagamos los impuestos más caros, como el IVA -que no discrimina entre ricos y pobres-, y el peor de todos: la alta inflación que padecemos. De manera que darle por esta vía más dinero a un régimen corrupto e ineficiente como el actual sería imperdonable.  
Por lo tanto, es inmoral e injusto que luego de haber despilfarrado 950 mil millones de dólares desde 1999, ahora el régimen pretenda aumentar los precios de la gasolina mientras sigue regalando nuestro petróleo a otros países.
  @gehardcartay
LA PRENSA de Barinas - Martes, 12 de agosto de 2014.