NO AL AUMENTO DE LA
GASOLINA
Gehard Cartay Ramírez
No se justifica de ninguna manera el aumento de los precios de la
gasolina.
Y esta no es una posición radical, ni oposicionista. Cierto es que en
Venezuela pagamos la gasolina más barata del mundo. Cierto es también que aquí
una botella de agua mineral o un
cafecito son más caros que un litro de gasolina. Cierto es, desde luego, que el
subsidio que paga el Estado por la gasolina es gravoso desde hace muchos años.
Todo eso es verdad, amigo lector. Sin embargo, hay otras verdades
también. Una primera y esencial es que somos un país productor de petróleo. Por
lo tanto, sería una injusticia que pagáramos una gasolina más cara, como ocurre
en otras naciones que no producen petróleo y lo importan a precios altos.
Otra verdad de Perogrullo es que, justamente por la anterior razón, aquí
ha sido una política de Estado mantener muy bajos los precios del combustible.
Por lo tanto, sería absurdo aumentarlos de la noche a la mañana. Otra cosa muy distinta hubiera sido ajustarlos de manera
moderada, cada cierto tiempo, sin llegar, desde luego, a los precios exorbitantes
que se pagan en países que no producen petróleo ni gasolina.
Una tercera verdad es que en Venezuela nunca -y menos ahora- hemos
dispuesto de un transporte público de calidad que sea una alternativa en caso
de aumentar los precios de la gasolina. En
cambio, países como Estados Unidos, Europa Occidental y algunos pocos latinoamericanos, han logrado
una red de transporte público urbano y extraurbano (metro, trenes, autobuses,
etc.) que son económicos y eficaces. Así, quienes poseen vehículos los usan en
contadas ocasiones, y no todos los días -como aquí- para trasladarse a su
trabajo. Por lo tanto, si bien es cierto que en esos países la gasolina es muy costosa,
sin embargo, el transporte público no lo es, por lo cual el uso de vehículos
particulares se reduce, con sus respectivos beneficios para el tránsito y la
ecología.
Por desgracia, aquí, a pesar de los bajos precios del
combustible, el transporte urbano sigue siendo deficiente y de pésima calidad.
Esto, sin duda, resulta inexplicable. Lo lógico sería que, precisamente por lo
barato de la gasolina, tuviéramos una red de transporte público de primera
calidad. Se trata de una de esas paradojas venezolanas absurdas.
Hay, además, otro gravísimo problema: el transporte de carga en
Venezuela es automotor. No
tenemos, por ejemplo, una red ferroviaria que pudiera alivianar los costos si
se suben los precios de la gasolina. Por lo tanto, si son aumentados tendrán
efectos gravosos también en el ya de por sí elevado costo de la vida que
sufrimos los venezolanos.
Pero hay más todavía: en nuestro caso, el régimen chavista, desde hace
más de una década, decidió desarrollar una absurda política exterior -financiada
con nuestro petróleo- con el descabellado propósito de atraer aliados ideológicos
y formar un bloque con esos países. Lo criminal de esta actitud es que desde
hace diez años PDVSA regala nuestro petróleo a precios viles a otras naciones, y
muchas veces -como ocurre con Cuba- ni siquiera lo pagan, todo lo cual explica
el estado catastrófico en que hoy se encuentra nuestra principal empresa
estatal.
El anunciado aumento de la gasolina es inaceptable por sus funestas
consecuencias, entre ellas, su tremendo impacto en los precios y en el ya muy
disminuido poder adquisitivo de los venezolanos. Por lo demás, Venezuela es hoy
uno de los países donde pagamos los impuestos más caros, como el IVA -que no discrimina
entre ricos y pobres-, y el peor de todos: la alta inflación que padecemos. De
manera que darle por esta vía más dinero a un régimen corrupto e ineficiente
como el actual sería imperdonable.
Por lo tanto, es inmoral e injusto que luego de haber
despilfarrado 950 mil millones de dólares desde 1999, ahora el régimen pretenda
aumentar los precios de la gasolina mientras sigue regalando nuestro petróleo a
otros países.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas - Martes, 12 de agosto de 2014.