UNA
MINORÍA QUE SE CREE (AÚN) MAYORÍA
Gehard
Cartay Ramírez
Derrotados
aplastantemente por la inmensa mayoría de los venezolanos, Maduro y su cúpula
podrida se siguen comportando como la mayoría que fueron.
Ahora
son una minoría -escuálidos les
decían ellos antes a quienes descalificaban como tales-, pero una minoría
prepotente, arrogante y torpe que, prevalida del poder, se considera insustituible,
típico comportamiento de los regímenes neo totalitarios.
Frente
a su contundente derrota se comportan como psicópatas políticos. Carecen de
grandeza, humildad y nobleza para aceptar que el pueblo ya no los soporta.
Porque, amigos lectores, no se trata de que los hayamos derrotado, y de qué
manera. El asunto es más grave aún: la gente está harta del régimen, y si fuera
por la voluntad popular, ahora mismo serían expulsados del poder.
Con
esta absurda conducta han llegado a extremos absolutamente cínicos. Ahora
hablan de que la oposición les hizo fraude (¡!), como si todo el mundo no supiera
que el actual CNE ha sido un lacayo del régimen desde hace varios años. El
colmo de su desfachatez lo muestra el hecho indiscutible de que la MUD fue a
este proceso en condiciones totalmente adversas, a causa de la actitud
celestina del supuesto árbitro electoral. Por supuesto, la inmensa avalancha de
votos a su favor anuló cualquier tentativa fraudulenta del oficialismo.
Aquí
hasta las piedras conocen el ventajismo milmillonario, corrupto y corruptor del
régimen en las recientes elecciones, sin que el CNE hiciera algo para
condenarlo, y mucho menos evitarlo. Aquí todo el mundo sabe cómo abusaron de
los dineros del Estado venezolano, de todos sus recursos y de las televisoras y
radios oficiales para hacer campaña abierta a sus candidatos, violando la
Constitución y las leyes.
Todo el mundo sabe que Nicolás Maduro, sin
ser candidato a nada, se declaró en campaña y se encadenó a diario por la red
de televisoras y emisoras del país para hacerles campaña a sus candidatos. Si
pensó que les hacía algún favor, creyéndose un portaaviones (y no el submarino
destartalado que es), al final resultó
todo lo contrario, pues mientras más campaña les hacía más los hundía.
Todo el mundo sabe que el régimen se dedicó
también a comprar votos a cambio de artefactos domésticos, canaimitas, taxis, viviendas, bolsas de comida, etc., etcétera, en
una práctica corrupta como pocas veces antes. Todo el mundo sabe que forzaron y
aterrorizaron a los empleados públicos para que votaran por sus candidatos.
Todos sabemos que presionaron a televisoras y radios privadas para que le
negaran espacios a la MUD, y que esta, finalmente, fue apabullada por una
masiva y costosa propaganda electoral oficialista.
Y aún
así, perdieron. Perdieron -insisto- porque los venezolanos no nos calamos más
este régimen inepto, ladrón e insensible, que ha destruido al país, sembrando
odio entre hermanos y dividiendo nuestras familias. Perdieron porque, al final,
el pueblo venció el miedo, la trampa, el ventajismo y la corrupción.
Perdieron porque destruyeron la
producción nacional, tanto industrial como agropecuaria, condenándonos a una
insólita y vergonzosa escasez de comida y bienes esenciales en un país tan rico
como Venezuela. Perdieron
porque nos humillaron a hacer largas colas para comprar un kilo de harina de
maíz, unos pañales o un pollo. ¿O será que no se dieron cuenta de tal
aberración, ellos, la cúpula podrida del régimen, que vive entre lujos y
comodidades propias de un rico jeque árabe?
Sin embargo, luego de tamaña paliza
electoral, pretenden desconocer la voluntad popular expresada claramente el
pasado seis de diciembre. Siguen con sus desplantes, ofensas y amenazas contra
quienes no piensan como ellos, como si todavía fueran la mayoría arrogante y
abusiva del pasado. Siguen hablando en nombre de un pueblo que ya no
representan porque definitivamente les dio la espalda y está decidido a
sacarlos del poder.
De
manera irresponsable y en contra de la voluntad soberana ahora andan en
maniobras de la peor especie para intentar desconocer la nueva Asamblea
Nacional que elegimos los venezolanos hace poco. En su desesperación,
pretendiendo una imposible sustitución, han inventado ahora un supuesto
“parlamento comunal” que no aparece en ningún artículo de la Constitución. Sabe
Dios cuántas trampas estarán armando aún y qué dislates no terminaran
intentando de aquí al cinco de enero.
Sin
embargo, hagan lo que hagan, no podrán contra la voluntad mayoritaria de
nuestro pueblo. Aquí se ha iniciado ya un proceso, ese sí irreversible, de
rescate de la dignidad nacional y de la unión y la reconciliación de los
venezolanos. Y nada ni nadie podrán detenerlo.
@gehardcartay
La Prensa de Barinas (Venezuela) - Martes, 22 de diciembre de 2015