LA LUCHA
DE CALLE
Gehard
Cartay Ramírez
Los ciudadanos y ciudadanas tienen
derecho a manifestar, pacíficamente y
sin armas, sin otros requisitos que los que establezca la ley.
Se prohíbe el uso de armas de
fuego y sustancias tóxicas en el control de las manifestaciones pacíficas. La
ley regulará la actuación de los cuerpos policiales y de seguridad en el
control del orden público.
Artículo 68 de la Constitución
Nacional
En los regímenes democráticos la lucha de calle es
un derecho constitucional. Las dictaduras, en cambio, lo cercenan, pues le
tienen terror al pueblo en la calle.
La lucha de calle, por
ser un derecho legítimo, debe ser ejercido pacífica y democráticamente. Y justamente
porque no es ni debe ser un recurso violento, el Estado, junto a quienes
organizan las manifestaciones, están en la obligación de garantizar la
seguridad de los manifestantes, así como la de los terceros y sus bienes.
La Constitución establece ese derecho plenamente,
según su artículo 68, citado como epígrafe al inicio. Por desgracia, como casi
todo el articulado de la Carta Magna, el actual régimen venezolano también lo
viola permanentemente. Y es que, a estas alturas, ya sabemos que casi todas las
manifestaciones pacíficas son enfrentadas con violencia armada y tóxica, y casi
siempre lo hace un componente militar, aunque la Constitución asigne ese papel
a los cuerpos policiales.
Ocurre que al régimen madurista no le gusta que la
gente manifieste de manera pacífica. La verdad es que poco importa que le guste
o no, por cuanto desde hace años son cada vez más los venezolanos que salen a
protestar a diario, pues razones sobran ante el calvario que sufrimos por la
falta de comida, la inseguridad o el caos de los servicios públicos, sólo por
citar los problemas más acuciantes en el océano de dificultades en que se
hunden los venezolanos en esta hora funesta.
Pero lo cierto,
desgraciadamente, es que por lo general el régimen reprime con violencia el
derecho a manifestar garantizado por la Constitución. Así es como reprime por
igual manifestaciones grandes y
pequeñas, sean de jóvenes, ancianos o mujeres, y hasta de niños, como sucedió
hace pocos meses en Caracas, cuando se protestaba por el mal funcionamiento de
un hospital infantil. Por desgracia, luego moriría uno de aquellos niños
manifestantes, paciente de cáncer, por falta de medicinas.
Pero, además, aparte de reprimirlas, también se dedica
a amenazar con anticipación cuando se anuncia una de ellas, lo cual también es
otra forma de terrorismo, y en este caso es gravísimo porque se aterroriza
desde el Estado mismo. Eso es lo que viene haciendo frente a la Toma de
Caracas, anunciada por la MUD para el venidero primero de septiembre.
Ya Maduro, por
ejemplo, la amenazó por adelantado y como de costumbre no dejó de calificarla
de “golpista”. Pero fue más allá en sus grotescas amenazas: Erdogan (el presidente turco) se va quedar como un niño
de pecho para lo que va a hacer la revolución bolivariana si la derecha pasa la
frontera del golpismo"(El Universal,
20-08-2016). Ya se conoce la gigantesca represión del gobierno de Turquía,
luego de una intentona golpista en su contra. Pero aquí la cosa es distinta: no
es lo mismo manifestar pacíficamente que dar un golpe de Estado.
La verdad es que ya estamos hartos de tantas
calamidades, humillaciones y desconocimiento de nuestros derechos como pueblo
libertario. Y ante la colosal burla de impedir la realización del referendo
revocatorio a Maduro, los venezolanos concientes tenemos el deber de protestar
e impedir por todos los medios este nuevo irrespeto a la voluntad popular.
Esa es la razón por la que se realizará la Toma de
Caracas este venidero primero de septiembre. Ya se sabe que el régimen
aterrorizará, amenazará, asustará, extorsionará y hará hasta lo imposible por
evitar lo que, a todas luces, podría convertirse en una de las manifestaciones
populares más grandes de la historia venezolana. Y vamos a ver quién puede más:
si ellos, con su terrorismo de Estado; o nosotros, los venezolanos que
reclamamos un cambio urgente del régimen y de la caótica situación que ahora
atravesamos.
Los venezolanos no
renunciaremos a nuestro derecho -hoy también un insoslayable deber patriótico-
a manifestar pacíficamente contra este nefasto régimen, por criminales y
vesánicas que sean los intentos de este para desanimarnos y reducirnos a ser un
pueblo inerme y estúpido frente a sus abusos.
No lo vamos a hacer
jamás. Si eso llegara a ocurrir, entonces estaríamos legitimando la dictadura y
hundiéndonos en una tragedia como la que desde hace 60 años sufre el pueblo
cubano.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 23 de agosto de 2013.