martes, 3 de abril de 2012

Verdades
¿CUAL SOBERANÍA?
Gehard Cartay Ramírez

gehardcartay@gmail.com

@gehardcartay
gehardcartay.blogspot.com

El actual régimen es -sin exageración- el más entreguista y vende patria que ha registrado la historia venezolana.
Y no deja de ser cínico que sea también, de la boca para afuera, el que ha hecho más gargarismos antiimperialistas al afirmar que “rescató la soberanía nacional”, supuestamente entregada en el pasado al imperio estadounidense.
Nada más falso, amigo lector. En estos desgraciados 13 largos años de régimen chavista, Venezuela ha sido hipotecada como nunca antes, ni siquiera cuando la dictadura gomecista le entregó a Estados Unidos la explotación petrolera, a cambio de su protección.
Ahora, para vergüenza de los venezolanos, somos una colonia castrocomunista, doscientos años después de haber alcanzado nuestra independencia política. La actual tiranía que oprime al pueblo cubano es la que manda en Venezuela. Su sátrapa mayor, al seducir a un arrobado imitador suyo, logró lo que no pudo por las armas a principios de la década de los sesenta del siglo pasado.
Hoy, sin disparar un tiro y sin la fiera resistencia que le opusieron el presidente Rómulo Betancourt y los recios militares patriotas de entonces, al punto de derrotarlo política y militarmente, Fidel Castro ha colocado a Venezuela bajo sus órdenes, mientras se aprovecha de nuestros recursos financieros y económicos para mantener su agónica dictadura.
No contentos con esta traición a la patria, el régimen chavista ha colocado bajo la supervisión castro comunista -disfrazada de “asistencia técnica”- el control de importantes áreas de la defensa y la seguridad de la nación, así como sectores vitales de la economía, la salud, el registro civil e inmobiliario, etc., etcétera.
Se trata de una actitud absurda. El régimen cubano no tiene nada positivo que aportarle a Venezuela, pues ha sumido a Cuba en la más abyecta situación de miseria, hambre e irrespeto a los derechos humanos, al punto que muchos prefieren desafiar a los tiburones para tratar de llegar a Estados Unidos, y no seguir sufriendo los rigores de un infierno como el cubano.
Hay, además, otro hecho gravísimo. El régimen chavista, a pesar de haber recibido los más altos precios petroleros de nuestra historia, ha aumentado nuestra deuda externa como nunca antes. Al cierre del tercer semestre de este año, según el informe del Banco Central de Venezuela, la deuda externa llegó a 95.000 millones de dólares, es decir, 233 por ciento más que la acumulada en 1999, cuando el Gran Hablador llegó al poder, con el agravante de que la deuda de ahora paga altos intereses del 13% al 18%, seis u ocho veces más que la tasa de crecimiento promedio de nuestra economía en los últimos 12 años.        
Aparte de tal felonía contra los hijos de Bolívar, el actual régimen ha hipotecado al imperialismo chino nuestras reservas petroleras, a cambio de 20.000 millones de dólares para financiar su ruinoso proyecto político y económico. Se trata de una vulgar entrega de nuestra soberanía económica, con el embarque de 200.000 barriles diarios de petróleo por 10 años, a precios de hoy, cuyo transporte al otro lado del planeta lo pagaremos nosotros.
Nunca antes gobierno alguno -salvo el de Guzmán Blanco en el siglo XIX, que pagaba a quienes nos prestaban dinero con los ingresos de las aduanas- había llegado a estos extremos de entrega a un país extranjero. Pues bien, violando la Constitución Nacional y las leyes de la materia, el actual régimen ha otorgado nuestras reservas petroleras como garantía prendaria de la deuda milmillonaria que ha contraído con China.
Entonces, ¿de cuál soberanía se ufana la cúpula podrida del chavismo y su jefe, cuando han convertido a Venezuela en una colonia política e ideológica del castrocomunismo cubano, aumentado nuestra deuda externa como nunca y transformado a los venezolanos en deudores milmillonarios de los chinos? 
Un nuevo atropello contra “La Prensa”
Como era de esperarse en un régimen que controla el Poder Judicial, la decisión tribunalicia contra La Prensa “concedió la razón” al régimen en su intento por cercar y liquidar a este medio de comunicación social. No ha sido, por supuesto, una sorpresa para nadie, pues este guión está escrito y programado en todas sus fases. Por esto mismo, se trata de una maniobra burda, sobre la cual los barineses estamos advertidos desde hace tiempo. El futuro se encargará de poner en claro toda esta tragicomedia contra la libertad de expresión, y sus sicarios de hoy deben saber que serán condenados, en su momento, por el juicio más severo: el de la historia. Y no serán absueltos.