lunes, 10 de octubre de 2016

LA DEMOCRACIA AGÓNICA

LA DEMOCRACIA AGÓNICA
Gehard Cartay Ramírez
Sin que a alguien pueda sorprenderle, la democracia venezolana está en fase agónica.
Estos son días en que esa amenaza cobra agresividad, y a quienes de verdad nos duele el destino de Venezuela no podemos permanecer impasibles, inactivos o indiferentes. La pérdida definitiva de nuestra democracia sería una tragedia y un baldón que condenaría históricamente a sus victimarios, pero también a quienes los adversamos, si permitimos que aquellos cumplan su criminal cometido.
Por supuesto que la democracia no se ha perdido todavía de manera definitiva. Pero esa es una real posibilidad. Los pocos signos exteriores que aún subsisten no son los esenciales, sino simplemente formales. Y aún estos también parecen condenados a desaparecer.
En un principio, la democracia fue identificada como el gobierno del pueblo, en su acepción etimológica tradicional. Pero ese concepto es insuficiente hoy en día. La democracia no puede ser limitada al derecho del pueblo a elegir sus gobernantes. Ahora es mucho más que eso. Hoy en día comprende el respeto a los derechos humanos y el orden constitucional; el diálogo y el pluralismo; el reconocimiento de  la disidencia; el parlamentarismo en su mejor expresión; el régimen de partidos como vehículos de participación ciudadana y de todas aquellas sociedades intermedias que permiten a los ciudadanos interactuar con el Estado.
Hoy en Venezuela casi todos esos principios democráticos son desconocidos por las instituciones obligadas a garantizarlos. Uno de ellos, precisamente el más importante, como lo es el respeto y acatamiento de la voluntad del pueblo venezolano, hoy se desconoce abiertamente. El régimen se ha declarado en rebeldía frente a la soberanía popular e intenta profundizar su dictadura desconociendo el derecho de los venezolanos a decidir su propio destino.
Así, frente al derecho que la Constitución nos otorga para revocar el mandato de quien ejerce la presidencia de la República, ahora presenciamos la grotesca actitud de las cuatro rectoras del CNE, militantes de PSUV, quienes, en lugar de promover y garantizar la participación electoral de la ciudadanía, la bloquean y sabotean, con el sólo propósito de complacer a un régimen que se sabe ya sin apoyo popular y, por tanto, se niega a que se convoque el RR.
Pero no sólo eso. Tampoco quieren realizar las elecciones de gobernadores y legisladores regionales, pautadas por la Constitución para diciembre de este año. Una de esas rectoras tuvo la infeliz ocurrencia de argumentar que no se podían realizar por razones presupuestarias, es decir, por carencia de recursos. Y todos sabemos que el costo de esas elecciones debe estar contemplado en el presupuesto de CNE del presente año. Hubo también un diputado oficialista carroñero que llegó a la osadía de señalar que esas elecciones no son importantes, porque hay otras “prioridades”.  
En esa grotesca actitud antidemocrática, el régimen también conspira contra la soberanía popular al pretender desconocer la Asamblea Nacional recién electa por el pueblo. Usan para tal despropósito a una sala del tribunal supremo -así, sin mayúsculas- absolutamente deslegitimada e inconstitucional, pues se arroga facultades que no tiene. Se trata de un grupo reducido que pretende estar por encima de la Constitución y de las leyes, aprobando disparates sin base jurídica y sólo con el objetivo de favorecer a la cúpula podrida que manda. (Se dice, por cierto, que pronto anularan el proceso revocatorio en marcha.)
Otras viles maniobras se vienen haciendo contra alcaldes opositores, a quienes encarcelan sin fórmula de juicio y luego los destituyen, lo que pone de manifiesto una vez más el desconocimiento de la voluntad popular. Igualmente amenazan a los diputados opositores con llevarlos a la cárcel, desconociendo el principio constitucional de la inmunidad parlamentaria.  
Estamos pues ante una abierta ofensiva antidemocrática e inconstitucional. La cúpula del régimen parece decidida a asumir este peligroso camino en razón del amplio rechazo popular que hoy existe en su contra. Y allí, precisamente, estriba su aberrante comportamiento, al no aceptar la voluntad del pueblo cuando no los favorece. Antes, cuando tenían amplio apoyo, se llenaban la boca hablando de “democracia participativa y protagónica”. Ahora les causa terror y quien eliminarla cuanto antes. 
Mientras tanto, los venezolanos cada día los repudian más. La colosal crisis en la que estamos hundidos, en medio de una criminal inflación y desabastecimiento, sin comida suficiente, con una inseguridad pavorosa, un alarmante crecimiento de la pobreza y la pésima prestación de los servicios públicos, son elementos que anuncian una tragedia humanitaria de dimensiones extremas. Pero el régimen, en lugar de buscarle solución, la agrava con su conducta antidemocrática.
Los venezolanos no podemos rendirnos ante tal desafío. Tenemos que estar en guardia para derrotarlo contundentemente. Y en ese camino, el referendo revocatorio sigue siendo el objetivo a lograr. Hacia allá vamos como pueblo libertario y progresista.  
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 04 de octubre de 2016.