martes, 30 de abril de 2013

ILEGITIMIDAD, VIOLENCIA Y REPRESIÓN
Gehard Cartay Ramírez
El régimen desnuda su propia ilegitimidad acentuando la represión y la violencia, luego de las elecciones del pasado 14 de abril.
Por esa razón, tal vez no deberíamos detenernos en mayores explicaciones. Tan clara es esta situación, que el usurpador se encuentra hoy en un verdadero laberinto, producto del fraude y el desconocimiento del régimen a la voluntad popular.
Como lo señalamos en anterior artículo, la burda respuesta del régimen y de su Asamblea Nacional, CNE, TSJ, Fiscalía, Defensoría y demás incondicionales negando el recuento de votos planteado por Capriles, es la mejor evidencia de que no obtuvieron la victoria en las pasadas elecciones presidenciales.
Porque resulta de una lógica indiscutible que si hubieran ganado sin problemas, ellos serían entonces los más interesados en la auditoría planteada por las fuerzas democráticas. Sería una respuesta contundente al reclamo de recontar los votos y reafirmaría entonces su victoria, si efectivamente se hubiera producido.
Pero han hecho todo lo contrario. Y lo han hecho bajo sospecha de todo el país. Porque todos aquí sabemos que el ilegítimo aceptó la misma noche de las elecciones que se abrieran las cajas y se recontaran los votos. Al día siguiente, luego de que la inefable presidenta del CNE negara el conteo planteado por Capriles y proclamara ipso facto a Maduro como “Presidente Electo” con una velocidad nunca antes vista en estos casos, el ilegítimo le hizo coro. Anunció entonces que no aceptaba el reconteo.
Lógico es suponer también, entonces, que alguien le dijo que las cifras del CNE no cuadrarían a su favor si se hacía un nuevo conteo voto a voto, con cuadernos de votación y actas incluidas. Sin embargo, para aparentar frente a la comunidad internacional y engañar a los demás gobiernos -de cara a la “investidura” del ilegítimo-, el CNE abrió la rendija de una supuesta auditoría. Pasada la ceremonia en cuestión, inmediatamente, las rectoras dijeron que los resultados eran irreversibles por lo que nadie debía hacerse ilusiones con la fulana auditoría. La respuesta de Capriles y las fuerzas democráticas no podía ser otra que rechazar esta farsa.
Como se sabe, desde el mismo lunes 15 de abril, vino una contundente respuesta popular. La reacción del régimen fue una brutal violencia y represión contra manifestantes que ejercían su derecho frente a lo que consideraban un descomunal fraude electoral. A tales efectos, guardias nacionales y policías enfrentaron, armados -lo que está prohibido por la Constitución Nacional-, a manifestantes pacíficos y desarmados en las calles de todo el país. La respuesta bestial del régimen se tradujo en varios muertos y centenares de heridos y detenidos, algunos de ellos torturados, desconociendo así el derecho a manifestar que consagra la Carta Magna y creando una suerte de terrorismo de Estado para someter a la disidencia activa.
Y es que, ante la evidencia del fraude, el régimen ha puesto en marcha de nuevo la criminalización de la protesta. Esta práctica autoritaria y totalitaria, propia del fascismo y del comunismo -sistemas que son “hermanos mellizos”, como los describió en su momento Hannah Arendt-, parte de la falsa premisa según la cual todos somos terroristas, por lo que los derechos de manifestación y protesta son conculcados automáticamente.
Por eso hicieron aprobar la llamada Ley Antiterrorismo, un instrumento inspirado en las leyes nazis de Hitler. Se trata de un mecanismo muy discrecional que, en manos de fiscales y jueces inescrupulosos, convierte la protesta -consagrada constitucionalmente como un derecho humano- en un delito, castigado con cárcel e incautación de bienes. Hasta una acción tan inofensiva como la de cacerolear pretende ser castigada a tales efectos. Accesoriamente, puede aplicarse para despojar a cualquiera de sus legítimos derechos constitucionales a manifestar y protestar pacíficamente.
Un hecho gravísimo, denunciado por la organización defensora de derechos humanos Provea -a la que intentan desprestigiar sicarios del régimen-, es que, ahora mismo, tribunales militares están enjuiciando civiles, lo que viola el principio general según el cual nadie puede ser juzgado sino por sus jueces naturales. Tal aberración la pretenden sostener en la Ley de Seguridad de la Nación, que manejada discrecionalmente facilitaría abusos y violaciones de todo tipo contra los derechos humanos.
La conclusión es obvia: el régimen está cerrando espacios para la protesta pacífica y criminalizando a quienes lo adversan. Esto sólo conduce al totalitarismo, donde no se permite a nadie disentir. Si toman ese camino se profundizaría lo que ya muchos catalogan como una dictadura, disfrazada de democracia por unas elecciones cada vez más desprestigiadas.
No es fácil lo que viene. El panorama económico y social va a agravarse, luego de 14 años de incapacidad, corrupción e improvisación. No le conviene al régimen apelar a la violencia y la represión contra la mayoría de los venezolanos. Está demostrado históricamente que en estos casos tal absurdo se revierte contra sus autores.  

(LA PRENSA de Barinas - Martes, 30 de abril de 2013) 

viernes, 26 de abril de 2013

PRESENTACIÓN DEL LIBRO
 “POLITICA Y PARTIDOS MODERNOS EN VENEZUELA”,
DEL DIPUTADO
GEHARD CARTAY RAMÍREZ

DISCURSO DEL DOCTOR
 RAFAEL ISIDRO QUEVEDO C.,
 RECTOR DE LA UNELLEZ, AL PRESENTAR EL LIBRO “POLITICA Y PARTIDOS MODERNOS EN VENEZUELA”, DEL DIPUTADO
GEHARD CARTAY RAMÍREZ

(Barinas, 08 de septiembre de 1983)

Apreciados amigos:
Esta noche, nos reunimos aquí, en el Hotel Bristol, un grupo de amigos, en un acto sencillo, lleno de frescura y de amistad, haciendo un alto en el camino de esta encrespada campaña electoral, para tributar un voto de reconocimiento a quien es capaz; en medio de la lucha y la diatriba, de tener el tiempo necesario para reflexionar e investigar, analizando la historia reciente de Venezuela, en un esfuerzo de pedagogía política muy útil para todos, y muy especialmente, para los jóvenes que inician su vida cívica en la Venezuela contemporánea.
Aquí, en esta reunión se han dado cita políticos activos de las más diversas toldas y algunos que, como quien habla, ha dejado la arena de la lucha callejera por el Claustro Universitario y la Academia, para colocar su esfuerzo universitario en la solidaridad de todos los barineses. Compañeros y adversarios partidistas juntos, en un acto como este, ofrecen una imagen de la madurez que ha venido alcanzando la Venezuela de hoy y reflejan la grandeza de espíritu y la amplitud de miras de todos aquellos que han tenido el valor de vencer el sectarismo y la animadversión para concurrir a este encuentro con la inteligencia y con la razón, al asistir a la presentación del libro Política y partidos modernos en Venezuela, (Guía para memoria de estudiantes, con especial referencia al Socialismo Marxista, la Social Democracia y la Democracia Cristiana), del joven político, ideólogo y escritor, Gehard Cartay Ramírez, a quien más allá de la amistad y el afecto que nos identifica en un compromiso común, debemos reconocer su brillantez de pensamiento, su esmero para el estudio de las ideas políticas y sociales, su preocupación constante por elevar la calidad del combate político y su permanente preocupación por darle al quehacer social un contenido ético y un mensaje ideológico, tan necesario en estas horas de tanto pragmatismo e interés material.
Su libro, escrito en un lenguaje claro, de redacción sintética, como una narrativa de la historia política del presente siglo, dentro del cual podemos ubicar en estilizadas pinceladas, la presencia de los hombres que han llenado con su polémico quehacer la vida nacional, muchos de ellos vivos y activos hoy por hoy; permitirán al joven lector que abra sus páginas, encontrar las raíces más cercanas de la Venezuela en que vive y comprender mejor, a la luz de los hechos allí citados, las coordenadas de ubicación de los hombres y de los partidos en la política de nuestros días.
Es muy placentero y estimulante asistir al nacimiento de un nuevo libro. Cualquiera que sea su contenido, es una expresión elevada de la civilización. A través de la historia ha sido la forma clásica de manifestar, no solo para el entorno cultural e histórico que vive el autor, sino también para el futuro, la expresión del pensamiento, la elaboración de las ideas, la contribución al acervo del conocimiento que la humanidad ha venido acumulando, como el mejor tesoro de su largo peregrinar por los tiempos, para justificar en su trascendencia espiritual e intelectual su condición de ser superior en el cultivo de grandes valores que han dado su configuración de género humano.
No cabe duda, a estas alturas, que una de ellas, es esa condición intrínsecamente social de la persona humana. El hombre como ser, nace inerme y débil. Cualquier otro animal adquiere una capacidad propia para sobrevivir casi al nacer. El hombre no. Necesita de la protección de los demás por muchos años y continúa requiriendo del concurso ajeno para satisfacer sus necesidades fundamentales, por el resto de su vida. No es un ser autosuficiente, necesita del concurso de los demás; pero también es sobreabundante, es decir tiene capacidades para producir más allá de lo que puede necesitar para sí mismo en un campo determinado. Un agricultor alimenta a muchos otros artesanos, comerciantes, pintores, escritores, artistas y políticos; pero se beneficia, se alegra y se satisface con la producción y los servicios de aquellos. De allí que el hombre, a diferencia de otros animales, haya tenido que organizarse en la Sociedad Civil; para realizarse, para protegerse, para satisfacer sus necesidades no sólo materiales sino también espirituales, para ser más, para valer más. De allí que el hombre en sociedad, haya superado progresivamente la anarquía, el desorden y el caos; estableciendo las reglas del juego para poder sobrevivir, definiendo normas de obligatorio cumplimiento y disponiendo un compromiso armónico entre la liberta individual y los derechos del hombre y la necesidad de una sociedad organizada y de una autoridad que sea garantía de esos derechos de la persona y de esas normas o leyes que se ha impuesto, para limitar la libertad de acción de cada uno hasta donde empieza la libertad del otro.
En ese esfuerzo común por convivir en sociedad nació la actividad política, primero como un arte, como un don, como una habilidad para comprender el fenómeno humano, para manejar las relaciones humanas, para interpretar las aspiraciones colectivas y para liderizar a las comunidades logrando con ello la delegación de autoridad y el ejercicio del poder. Con el tiempo se han ido estableciendo leyes, se han ido encontrando principios generales que explican la conducta humana y que permiten comprender con mayor claridad las relaciones entre los hombres. Poco a poco, la política ha ido matizando el arte y la habilidad personal con el conocimiento y con la ciencia; pero siempre ha requerido de dotes personales de cierta excepcionalidad, brillantez intelectual, elocuencia, fortaleza de espíritu y de cuerpo, arrojo, audacia, valor a veces cercano a la temeridad, simpatía, resistencia, tenacidad y por encima de todo, consistencia ideológica, seguridad para conducir y liderizar a las masas, sentido de la historia, concepto de globalidad en la estrategia. Es decir, un carisma que inspire en el pueblo, fe y esperanza en su conducción. Por todo ello, la política se convierte en una vocación especial, en una carrera de servicio colectivo, en una entrega sacrificada al trabajo social. El político auténtico no tiene horario, ni tregua ni descanso; carece de fortuna personal, pues su interés no está en el dinero ni en los bienes materiales; debe ser un hombre honesto, sincero y transparente, pues de ello dependerá la credibilidad que el pueblo ponga en él y no podrá desmayar un sólo instante, su presencia es símbolo de acción, de disciplina, de trabajo y diligencia. Como la sociedad debe seguir su marcha por el camino de la historia, cada vez con más y mayores exigencias; el político da por cumplido su papel para dar paso a otro, siempre con mayores exigencias, ya que la sociedad se hace cada vez más compleja. De allí que el ejercicio auténtico de la política, al decir del Papa, sea, después de la religión, la más alta expresión de la caridad, es decir del amor y de la entrega al servicio del prójimo. Quienes no actúan así no son políticos y como aventureros y farsantes sólo sirven para desacreditar frente al pueblo, la imagen legítima de una actividad trascendente. Ninguna Sociedad estable puede existir sin la política y sin los políticos. Quien quiera sustituirlos, entra inmediatamente en su esfera de acción y se convierte en tal. Lo importante entonces, es darle a la política como actividad esencial del hombre el contenido científico, filosófico e ideológico; artístico, ético y moral; social y humano que requiere para que la sociedad se fortalezca y progrese haciendo florecer la civilización en todo su esplendor. Cuando ella fracasa se presenta la hora de la decadencia y al ocurrir tal desgracia, las sociedades se deterioran y colapsan; el vicio, la guerra y la anarquía devoran el esfuerzo que muchas veces ha costado siglos de trabajo y de constancia.
Es por ello, creo yo, que es necesario fortalecer y reivindicar el sentido existencial y espiritual de la política; devolviéndole todos sus atributos, comprendiendo sus múltiples exigencias y depurando a sus actores de falsos, de farsantes y oportunistas.
Es propicia esta ocasión para señalar la necesidad perentoria de enseñar a los jóvenes la naturaleza y la práctica de tan distinguida exigente actividad. La educación política es difícil, porque requiere no solo de una teoría, de un ideal de un proyecto histórico, sino también de un testimonio existencial que no acepta dobleces. Hay que acometer este esfuerzo como uno de los objetivos esenciales de nuestra sociedad actual. Hemos conquistado, a base de luchas políticas, una sociedad democrática que con todos los defectos que pueda tener, nos garantiza la libertad, la afirmación de los derechos fundamentales de la persona, la paz y el bienestar general, permitiendo caminos para hacer perfectible la Sociedad Civil.
Esa Sociedad Democrática, con sus instituciones fundamentales debemos protegerla y mejorarla. La existencia de los tres poderes independientes y autónomos entre sí: el ejecutivo, el legislativo y el judicial; la elección popular directa y secreta de los gobernantes; la libertad de expresión del pensamiento sin otras restricciones que el respeto a la dignidad y el honor de las personas; la garantía de la vida, de la seguridad personal y de la paz social; la posibilidad de participar en las organizaciones básicas, intermedias y superiores de la Sociedad Civil; la existencia de los partidos políticos con sus plataformas ideológicas y sus programas de gobierno, las prioridades de bienestar social en alimentación, en educación y salud para la población; y muchas otras connotaciones más, hacen de la democracia como régimen político “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” un bien inestimable y un sistema de vida que vale la pena defender.
Tiene defectos, que debemos superar, puesto que aún queda el rescoldo de viejas experiencias caudillescas, de roscas interesadas en mantener el control de la participación ciudadana y de intereses equívocos que a veces pretenden colocar los fines prioritarios del bien común al servicio de sus propios y particulares intereses. Todo ello tendrá que irse superando. Cada día debemos acercarnos a formas más amplias y directas de participación y al logro de un mayor compromiso de todos los ciudadanos en la gestión de su propio destino. La elección unipersonal de los parlamentarios y de los Concejales debe ser una meta a alcanzar; la alternabilidad en el liderazgo dentro de los partidos y la frecuente renovación de sus cuadros directivos constituye una necesidad de la política venezolana; la formación ideológica y la incorporación de la ciencia y de la técnica en el funcionamiento de las organizaciones políticas constituye una exigencia de estos tiempos, porque la práctica política tiene también que adaptarse al desarrollo que los pueblos van alcanzando. Es necesario reivindicar la credibilidad del ciudadano en los compromisos electorales y lograr la comprensión y la convicción en el elector, de que no se trata de escoger al que más ofrece, o al que más critica, sino al que en base a su capacidad y experiencia garantiza el cumplimiento de su promesa, muchas veces a costa de sacrificios y de más trabajo para todos. Es importante avanzar en la perfectibilidad de la Democracia, para sacar provecho a estos 25 años de su ejercicio corrigiendo sus fallas y fortaleciendo sus logros.
Ese esfuerzo educativo lo invoco esta noche, porque se hace necesario el rescate de la juventud, que ejercerá el liderazgo próximo. La preocupación y el interés por la política, en su legítimo sentido, es una alternativa formativa para hacer un ciudadano integral, que si bien, no tenga porque llegar a ser un líder, si pueda constituirse en ciudadano crítico, en elector consciente, en persona exigente de sus propios dirigentes. Esa alternativa, venida a menos, vista con desprecio por algunos y calificada como deleznable por quienes se aprovechan de la falta de formación cívica y política del pueblo, tiene que ser reivindicada. La política, como el deporte o como las artes, constituye para el joven una fortaleza frente al vicio, la droga, la alienación cultural y la confusión que suele invadir y desesperar a muchos jóvenes. No olvidemos ahora, que ha sido la juventud políticamente formada, la generación conductora de las grandes horas de nuestra historia.
De allí que, debamos estimular en la juventud de hoy, la lectura de libros, revistas y periódicos. Vivimos en una época en la cual los medios radioeléctricos han invadido la esfera de atención del ser humano. Ellos penetran en nuestras propias casas a cualquier hora. Lo que ocurre en cualquier lugar de nuestra tierra lo sabemos casi de inmediato a través de la radio o de la televisión, oyendo y viendo la realización de los hechos, casi como si fuéramos espectadores invisibles de un escenario universal. Del mismo modo, el espectáculo recreativo que se ofrece a través de la magia de la video-cinta y del televisor, han transformado la intimidad de la vida familiar en un pequeño teatro cuya programación es permanente e inagotable. Todo ello ha traído progreso, ha acercado a los hombres y a las naciones, y ha llevado educación, recreación y alegría a muchos hogares; pero también ha provocado un abandono casi obligado de la lectura, cuyo papel en la formación personal es necesario reivindicar. Debemos hacer un especial esfuerzo por destinar algún rincón apropiado de nuestras casas para ubicar los libros, para establecer una biblioteca que aunque modesta, nos permita ese recogimiento silencioso y meditativo de la lectura que tanta falta nos hace en esta hora, para devolver al espíritu el sosiego y la paz, que el estudio, la reflexión y la contemplación devuelven al ser angustiado de nuestro tiempo. Debemos comprometernos a promover el libro y a estimular su diaria lectura no solo como una fuente indispensable de ilustración sino también como el mejor amigo para encontrar el camino de la tranquilidad espiritual y de la sabiduría.
Recordemos, pues, con este nuevo libro, ameno, sencillo y breve, que nos regala el Diputado Gehard Cartay Ramírez, cuál es el escenario político de nuestra Venezuela, cuáles sus mensajes, sus hombres y sus partidos y hagamos votos porque nuestro amigo, reciba en el lector interesado, el estímulo necesario para que continúe escribiendo, no solo en las páginas de nuevos libros, su pensamiento, sino también en el testimonio personal de una vida generosa y abnegada como líder político al servicio de su pueblo.
Muchas gracias.



  

PALABRAS DEL DIPUTADO
GEHARD CARTAY RAMIREZ
AL PRESENTAR SU LIBRO
 “POLÍTICA Y PARTIDOS MODERNOS EN VENEZUELA”

(Barinas, 8 de septiembre de 1983)

Comienzo por agradecer las generosas y sabias palabras de presentación que acaba de pronunciar el señor rector de la Universidad Experimental de los Llanos Occidentales “Ezequiel Zamora”, mi distinguido amigo y paisano, doctor Rafael Isidro Quevedo. Él ha logrado no solamente captar lo que constituye la parte medular de este librito que presentamos hoy, sino, además, recoger -a grandes trazos- la inquietud que se vive frente a la política y sus partidos y, en general, frente al sistema democrático.
Esta noche estamos presentando ante la opinión pública regional el resultado del esfuerzo de algunos meses de trabajo y de investigación. Un esfuerzo que nació por la angustia que nos provocó la presencia numerosa, diaria y permanente de jóvenes de distintos centros de educación media y universitaria que acuden a los partidos políticos para recoger información sobre la fundación y evolución de nuestras instituciones partidistas, así como sobre sus proyectos políticos e ideológicos. También solicitan una interpretación cabal del proceso de vida democrática e institucional del país, fundamentalmente a partir de la muerte del general Juan Vicente Gómez.
Por lo general, esos jóvenes acuden a nuestros líderes políticos y no encuentran satisfecha su inquietud, su angustia, su interrogante. Y muchas veces, dado el fenómeno del pragmatismo galopante que pareciera copar a la mayoría de los partidos políticos, esos jóvenes no obtienen la respuesta a sus planteamientos.
Viendo esos muchachos, escuchándolos, pensé que tal vez un esfuerzo de sistematización sencillo y modesto podría ayudarlos a comprender algunos datos fundamentales del proceso de formación de nuestros partidos políticos. Y acometí la tarea sin ningún tipo de pretensiones, sabiendo que no iba realizar un trabajo de investigación ni de virtudes académicas, sino fundamentalmente con el propósito de servir de guía a nuestros estudiantes, a nuestros jóvenes y a quienes tengan inquietud por conocer el tema que desarrollarnos en esta muy sencilla obra (Aplausos).
Decimos en el prólogo que “para esos jóvenes, fundamentalmente, fue escrito este libro. Nos conformarnos, pues, conque la obra sea una guía útil para quienes se inician en el conocimiento y estudio de los partidos políticos venezolanos. Por eso hemos afirmado al inicio de estas páginas que no abrigamos ninguna pretensión, como no sea la de prestar un modesto servicio a los jóvenes estudiantes del país y a quienes requieran información directa y concisa sobre al particular”.
La estructura del libro está concebida con un criterio didáctico. Abordamos en tres partes algunos temas que ayudan a comprender este proceso evolutivo. La primera se refiere a la génesis de los partidos políticos contemporáneos. Se abordan en tres capítulos la dictadura hegemónica del general Gómez; la actividad política contra su régimen, así como los partidos formados por sus opositores fuera del país y, finalmente, la transición operada bajo el gobierno de Eleazar López Contreras. Una segunda parte se destina al tratamiento de lo que consideramos son los cuatro partidos políticos modernos de la Venezuela de hoy. Cronológicamente se asume el análisis del Partido Comunista de Venezuela, del partido Acción Democrática, del Partido Social Cristiano Copei y del Movimiento Al Socialismo. Y la tercera parte, recoge un conjunto de inquietudes en relación a lo que han sido nuestros partidos políticos y nuestro proceso democrático.
Yo deseo esta noche agradecer la motivación y la colaboración que recibí de esos jóvenes, que me llevaron indirectamente a asumir esta tarea. Deseo, desde luego, agradecer al editor José Agustín Catalá -cuya presencia nos honra esta noche- su particular interés en los temas y reflexiones vertidas en este libro. Su estimulo y colaboración han sido fundamentales para que el mismo pueda llegar a las manos del público lector.
Sentimos que en esta hora que vivimos los venezolanos hay necesidad de hacer un alto en el camino para evaluar lo que ha sido hasta ahora nuestro proyecto político institucional. Quien ha escrito este libro es un joven dirigente político desde la temprana edad de los trece años. Ha asumido su papel con pasión venezolana y en sus reflexiones recoge inquietudes que en la discusión y en el diálogo ha escuchado y planteado a otros dirigentes políticos jóvenes pertenecientes a partidos distintos al suyo. Por eso piensa que muchas de esos planteamientos son compartidos por miembros de su generación, indistintamente de su posición política ideológica.
Y hemos tratado el tema de la democracia y de los partidos, sin dejarnos vencer por posiciones extremas o radicales. No hemos sido tentados por quienes piensan que la democracia ha fracasado en el país. Pero tampoco participamos de la idea de aquellos que creen que la democracia lo ha logrado todo y que, en consecuencia, no merece ninguna transformación auténtica y revolucionaria.
Pensamos que lo mismo sucede con nuestros partidos políticos. Nos negamos a creer que la democracia sea un simple régimen de partidos. Pensamos que el proceso democrático implica la existencia de un conjunto de sociedades intermedias entre el ciudadano y el Estado y que, por tanto, los partidos políticos son una de esas instituciones primordiales. Pero al lado de ellos, y muchas veces a pesar de ellos, han venido organizándose sociedades intermedias, como las asociaciones de vecinos o los grupos ecológicos y culturales, que aspiran a satisfacer necesidades y demandas que muchas veces no han podido resolver las propias instituciones partidistas.
Estamos ante una coyuntura histórica para nuestro país. Como se ha dicho muchas veces, la época de las vacas gordas parece declinar, al menos por ahora. Los venezolanos deberíamos entonces reencontrarnos con nuestra vocación de pueblo trabajador y austero que, a costa de sacrificios, pueda obtener los grandes objetivos de nuestro destino nacional. Sentimos que este país de hoy ha cambiado su entorno notablemente. No es el país dormido que despierta a la muerte del general Juan Vicente Gómez. No es tampoco el país que encontró la Revolución de Octubre de 1945. Y ha dejado muy atrás, inclusive, los objetivos planteados por la implantación de la democracia el 23 de enero de 1958.
Estamos avanzando hacia una nueva etapa histórica del país. Las propias circunstancias políticas y económicas que vivimos en estos días son un claro indicio de que hay que adaptarse a modelos de conducción y de liderazgos robustos, honestos y austeros. La Venezuela post petrolera parece comenzar a surgir ante nosotros como una evidencia de lo que siempre temimos y frente a lo cual no hemos sido capaces de prepararnos.
A la generación del presente y a las del futuro nos corresponde una tarea fundamental en esta hora. Justamente en este año de 1983 celebramos los primeros 25 años de la implantación de nuestra joven democracia. Algunas voces autorizadas han dicho en estos días que hay necesidad de relanzar la democracia, dándole un énfasis muy especial a sus aspectos sociales y económicos. Creemos que allí está, realmente, la tarea que puede servir de convergencia a los distintos sectores de nuestra vida nacional.
Los años futuros serán para todos nosotros años de desafíos. Años en los cuales será posible probar nuestra propia estirpe de pueblo que siempre superó las dificultades, por complejas que ellas fueran. En este momento en que nos encontramos ante una nueva hora y un nuevo desafío, el reto de transformar nuestra democracia y nuestros partidos políticos se convierte -ahora más que nunca- en una tarea urgente que no puede, en ningún caso, tardar más, ni sufrir un nuevo aplazamiento.
Al hacer estas reflexiones, con ocasión de la presentación de esta modesta obra, deseo recoger una palabras que en la tarde de hoy nos dijera nuestro querido amigo y paisano barinés, el escritor José León Tapia, cuya presencia en este acto nos honra igualmente. Nos decía que cuando se presenta un libro se tiene la sensación de que nos ha nacido un hijo. Yo creo que ese sentimiento es justamente el que puede interpretar la emoción y la satisfacción que experimento esta noche al presentar a los barineses esta obra, modesta y sencilla, sin pretensiones de ninguna clase -insisto-, y que sólo se verá compensada en su esfuerzo en la medida en que sintamos que será de utilidad para los jóvenes y fundamentalmente para los estudiantes.
Muchísimas gracias (Aplausos).

martes, 23 de abril de 2013


EL RÉGIMEN AHORA ES MINORÍA
Gehard Cartay Ramírez

La mejor demostración de que el régimen fue derrotado por los venezolanos el pasado 14 de abril la constituye la negativa inicial del usurpador y su combo a realizar el reconteo de los votos.
Fue luego de las contundentes protestas populares contra un régimen acorralado por la mentira y el fraude -y un poco para fingir sus apariencias democráticas ante la comunidad internacional- cuando decidieron, junto a su fiel CNE, aceptar la realización de una auditoría al restante 46 por ciento de las cajas de papeletas.
Desde luego que sería el colmo de la ingenuidad pensar que el régimen y su CNE van a reconocer el fraude. Eso no significa que no insistamos en denunciarlo y en demostrarlo. Pero habrá que estar muy alerta para que esa, por ahora, indefinida auditoría no se transforme en otra gran mentira.
Hay elementos para reflexionar al respecto. El primero, ya anotado, es la decisión inicial del ilegítimo de no aceptar el reconteo, a pesar de que la noche de las elecciones, luego de que el CNE diera sus cifras, el candidato oficialista aceptó ante todo el país que se abrieran las cajas y se estableciera la verdad. Dijo entonces no tener miedo y hasta, desafiante, aceptó la exigencia de Capriles.
Pocas horas bastaron para que reculara. Esa actitud fue sumamente sospechosa, al tragarse sus palabras anteriores. Y más sospechoso aún fue el apuro del CNE y del régimen al proceder a su “proclamación express”, apenas catorce horas después. En aquel acto írrito, la inefable presidenta del organismo electoral anunció que no habría reconteo de votos, luego de lo cual el usurpador se envalentonó y también se negó a lo que había aceptado la noche anterior.
¿Hará falta decir algo más para comprobar que el ilegítimo y su claque -incluidas las cuatro rectoras del CNE- no querían aceptar el reconteo de votos porque saben que perdieron las elecciones? Si no fuera así, si efectivamente hubiera ganado, si tuvieran los votos a tal efecto, ¿por qué no aceptaron de una vez el reconteo exigido por Capriles? ¿Buscaban ganar tiempo para adoptar una estrategia al respecto?
Lo verdaderamente importante al respecto es que el usurpador y su combo no quieren admitir que el país cambió el 14 de abril. No quieren aceptar que ya no son mayoría y que han perdido el apoyo popular, luego de 14 años de pésimo gobierno. Y tampoco reconocen que más de la mitad de los venezolanos, incluyendo gente de su propia base, piensan que ha llegado la hora de un cambio y, por tanto, de su salida del poder. 
El segundo elemento es la campaña de mentiras y falsedades que han puesto a rodar el usurpador y su cúpula podrida contra Capriles y las fuerzas democráticas. Se trata de un intento desesperado por desviar la atención sobre el fraude y la petición de abrir las cajas y contar los votos. Han mentido hasta la exageración, culpando a los sectores democráticos de hechos de violencia que sólo provienen del oficialismo.
Y como tercer elemento me interesa destacar, finalmente, un hecho trascendental: el régimen perdió las elecciones y ya no es la mayoría de la que antes se ufanaban, a pesar del abuso corrupto y corruptor del poder y de un grosero ventajismo sin precedentes. Que Capriles le haya ganado por 500.000 votos de ventaja, como parece, es más que suficiente al respecto. Que Maduro haya perdido 800.000 votos de los que obtuvo el difunto Chávez el siete de octubre, y que estos se hayan trasvasado a favor de Capriles, es otro hecho indiscutible y, además, muy trascendental.
Significa, nada más y nada menos, que no funcionó la utilización electoral del extinto líder -a escasos 30 días de muerto- y que ha comenzado a difuminarse su pretendida perpetuidad histórica, hecho que analizaremos en otra ocasión.
Todo indica entonces que el régimen está desmoronándose y que nada parará su inevitable caída. Por eso están desesperados, acudiendo a la represión indiscriminada y al absurdo desconocimiento de las fuerzas democráticas que hoy son mayoría, pésele a quien le pese.
Dos razones abonan esta tesis. Una, ni Maduro ni nadie podrán hacer algo para que su régimen pueda recuperarse. No tienen con qué. Ausente Chávez, ese movimiento no tiene futuro. La migración de esos 800.000 votos chavistas a las fuerza democráticas es un serio indicio al respecto. Esta fue la última vez que sectores periféricos identificados con Chávez votaron por el régimen. Maduro y su combo tendrán ahora que mantenerse a flote por cuenta propia.
La segunda razón es más clara aún: los venezolanos rechazamos la pretendida implantación -desde hace 14 años- de un régimen hegemónico, autoritario, caudillista y anacrónico en lo económico, político y social. La advertencia la hicimos varias veces, especialmente durante el referendo consultivo de 2008 que perdió Chávez y en las elecciones parlamentarias de 2010, cuando la oposición sacó más votos que el régimen.  
En definitiva, estamos entrando en una nueva etapa en la historia venezolana.

LA PRENSA de Barinas - Martes, 23 de abril de 2013

martes, 16 de abril de 2013


HUELE A FRAUDE
Gehard Cartay Ramírez

Imposible no pensar que la “victoria” del candidato del régimen este domingo no es producto de un fraude premeditado y organizado.
Para comenzar, las mismas cifras que anunció el CNE son las que inducen a tal conclusión. Pareciera que fueron acomodadas y maquilladas, puestas allí -como una minúscula hoja de parra- para tapar la desnudez electoral de Maduro y su cúpula podrida.
Esas cifras reflejan una diferencia de apenas 234.935 votos, es decir, un punto porcentual a favor del candidato oficialista. Esta mínima diferencia acrecienta aún más las sospechas del fraude cometido. Pero no sólo se trata de este importante dato. Hay más: el régimen disminuyó este domingo su votación del pasado siete de octubre de 2012 en 685.794 votos. En cambio, Capriles aumentó 679.099 votos. Son números que ponen en evidencia que aquí hubo algo extraño y que sólo podría explicarlo una práctica fraudulenta, dirigida a evitar la derrota del régimen.
Si no, amigos lectores, ¿cómo se explica que siendo automatizado el sistema electoral se hayan tardado más de cinco horas para anunciar los resultados? Y ello, sin dejar de mencionar que el régimen, sospechosamente y al terminar las votaciones, desconectó internet y produjo un black out en las redes sociales y en la propia plataforma tecnológica del CNE.
Además, ayer, aquí en Barinas y en otros sitios del país, han  comenzado a aparecer cajas con comprobantes de votación, que quieren desaparecer para impedir el reconteo planteado por Capriles. Estos datos “no son conchas de ajo” y abonan las evidencias de que hubo algo irregular en los escrutinios finales.
Pero el fraude no es sólo en los resultados oficiales. Como nos consta a todos, y como siempre ha sucedido desde el año 2000 para acá, el CNE fue ciego, sordo y mudo ante los abusos del ventajismo corrupto y corruptor del régimen. Así, permitió la violación de la Constitución y de las leyes, al permitir que el alicaído candidato oficialista y su cúpula podrida utilizaran los recursos del Estado para favorecer su campaña electoral. Y lo hicieron a plena luz del día, con absoluta desvergüenza, como si ellos fueran sus dueños y no el pueblo venezolano, por lo cual les está prohibido usarlos y aprovecharse de ellos.
El CNE nunca impidió este vulgar peculado de uso y abuso del Patrimonio Público, tampoco la Contraloría y la Fiscalía de la República, obligados por ley a investigar y sancionar tal delito, y mucho menos los tribunales de justicia. Si hubo alguna sanción, siempre fue contra los opositores, y todas ellas con el propósito de amedrentarlos y acobardarlos, cosa que no lograron.
Fue así como miles de millones de bolívares de los presupuestos oficiales se usaron en la campaña electoral del usurpador. Fue así como los medios televisivos y radiales del Estado se convirtieron en canales de propaganda a favor del candidato oficialista. Fue así como todo tipo de bienes públicos, aviones, equipos y vehículos fueron utilizados con el mayor desparpajo en la campaña del partido del régimen. El CNE nunca lo impidió. Todo lo contrario: se diría que lo permitió y estimuló criminalmente.
El Comando Simón Bolívar ha documentado ya miles de denuncias concretas al respecto y serán denunciadas nacional e internacionalmente, a los fines de dejar al descubierto la inequidad y la desigualdad que caracterizaron la recién finalizada campaña electoral.
 Como lo dijo Capriles, su lucha y la nuestra fueron contra la gigantesca corrupción del régimen, contra los milmillonarios recursos del todopoderoso Estado venezolano, teniendo en contra todas las instituciones llamadas a garantizar la pulcritud del proceso y la necesaria igualdad ante la ley, comenzando por el CNE que actuó siempre para favorecer al candidato oficialista, como lo viene haciendo desde hace una década.
El mismo día de las elecciones, el CNE permitió que hordas violentas del régimen entraran impunemente a centros de votación a amenazar miembros de mesas y electores, sin que se tomaran medidas para evitarlo. En algunos casos, se robaron incluso las papeletas electorales, hicieron disparos y agredieron a la gente. El ya sospechoso y politizado Plan República apenas si actuó en los casos más escandalosos, pero, en general, se permitió a estos malandros oficialistas cometer todo tipo de tropelías, pues se sentían, sin duda, guapos y apoyados.
Finalmente, otro hecho notable: de nada les sirvió en esta breve campaña, y a pesar de lo reciente del hecho, la manipulación de la muerte de Chávez para establecer una conexión emocional con “su hijo”, como se auto presentaba Maduro en los mítines. Lo demuestra el hecho de que cerca de setecientos mil electores chavistas no se tragaron el cuento y votaron por Capriles.
Por todas estas razones, podría decirse -parafraseando lo que dijo el difunto Chávez en diciembre de 2008- que la de Maduro y su cúpula podrida sí es, en verdad, “una victoria de mierda”. El tiempo, que todo lo decanta y todo lo pone en su sitio, se encargará de demostrarlo pronto. 

(LA PRENSA de Barinas - Martes, 16 de abril de 2013)

sábado, 13 de abril de 2013

EN PRESENCIA DE ANDRES BELLO


DISCURSO DE ORDEN PRONUNCIADO POR EL DIPUTADO
GEHARD CARTAY RAMÍREZ
CON MOTIVO DE LA INAUGURACIÓN DE LA PLAZA “ANDRES BELLO”  DE LA CIUDAD DE BARINAS


(Barinas, 29 de junio de 1983)

En gesto que compromete nuevamente mi gratitud y solidaridad el Concejo Municipal del Distrito Barinas, que preside el doctor Ezequiel Mota Cárdenas, me ha honrado al designarme orador de orden con motivo de inaugurarse -como parte de la programación aniversaria especial de la ciudad- la plaza que llevará el nombre de Don Andrés Bello.
Ha querido de esta manera el Ilustre Cabildo barinés rendir homenaje al más notable hombre de letras que ha dado el país. Y lo hace, justamente, con una obra de ornato y de esparcimiento para la ciudadanía. Esta plaza, sin duda, es un símbolo, no sólo de eficacia y progreso, sino, además, de esfuerzo humanizador para la ciudad en que vivimos.
Encuentro, pues, que esta iniciativa que hoy felizmente se pone en servicio público está, al propio tiempo, justificada dentro de lo que recibimos por herencia de Don Andrés Bello: el amor, el cultivo y el respeto a la naturaleza, dominándola, sí, sin violentarla; armonizándola, sí, con otros elementos de progreso, sin dejar, desde luego, que pierda su natural encanto y su lozanía. 0 como la describía Bello en La Agricultura de la Zona Tórrida:

Salve, fecunda zona,
que al sol enamorado circunscribes
el vago curso, y cuanto ser se anima
en cada vario clima,
acariciada de su luz, concibes!


Naturaleza y hombre, paisaje y humanidad, allí están unidos. Así como esta plaza que modestamente también conjuga los dos elementos. Y que expresa, por otra parte, una voluntad de hacer y de crear, a pesar de las limitaciones presupuestarias pero poniendo en movimiento la imaginación y la vocación de servir a los demás.

***

Se trata de una empresa difícil esta de hablar hoy de Don Andrés Bello. La dimensión política, literaria y humana del personaje constituye una verdadera tentación para quien la asuma con pasión.
Se trata de una vida provechosa y fructífera, agitada en sus inicios y reflexiva en sus últimos veinte años. Una vida prematuramente aventajada, tanto que siendo maestro del joven Simón Bolívar no media entre ellos sino una corta diferencia de edades. El de Bello es un talento excepcional, brillante, genial y hasta extraño en aquel ambiente bucólico de la Caracas anterior a la lucha de Independencia.
La quietud y pasividad de aquellos años, los últimos de la etapa colonial, tal vez sirvieron para que se desbordara la fuerza arrolladora de la inteligencia de Bello. Su contacto permanente con la naturaleza y el paisaje de la Caracas de entonces, la ciudad de la eterna primavera, le permitirá atesorar una exquisita sensibilidad que luego verterá en su poesía naturalista. Al igual que otros hombres de su época, Bello asumirá con obsesionada imaginación la tarea de estudiar lo que le rodea, trátese del pensamiento o del paisaje tropical que está a su alrededor.
Todo aquello que absorbieron sus ojos y su clara inteligencia, lo llevará por siempre consigo. Y no abandonará jamás lo que la naturaleza de su tierra le exhibió y entregó para que la tradujera en poesía. Donde quiere que esté en los años futuros, también lo acompañará la visión permanente del paisaje venezolano. Porque, como dice Pedro Grases, “Andrés Bello llevará para siempre impreso en el alma el paisaje de su tierra, que habrá de darle el tema fundamental de sus más grandes poemas, escritos en Londres, del mismo modo que las cercanías de Caracas le habían dado el motivo de naturaleza en sus primeras composiciones”.
El joven Andrés Bello, si sus compatriotas lo juzgáramos con criterios de hoy, fue un caso excepcional pocas veces visto en la historia de la inteligencia. No sólo estudia la naturaleza y, lo que es más importante, la interpreta, sino que además aprende francés e inglés, ciencias médicas, geografía -de la que fue maestro de Bolívar-, matemática, filosofía e historia, aparte de las ya sabidas investigaciones sobre latín y las ciencias escolásticas.
Al lado de ese espíritu que todo lo quiere aprender y al mismo tiempo enseñar, está también su conciencia revolucionaria. Junto a otros jóvenes de entonces, Andrés Bello lucha contra el colonialismo y por la libertad. Estará al lado de los conspiradores que tratan de derrumbar la opresión española. Participa en reuniones, hace sugerencias sobre la forma de conducir el proceso, en fin, está activo al lado de la causa independentista.
En 1810 saldrá para Londres, en compañía de Simón Bolívar, a gestionar el reconocimiento para el nuevo gobierno venezolano instaurado luego de la obtención de la independencia. Y allí se quedará 19 largos años, siempre en contacto con poetas, escritores y literatos. Allí producirá buena parte de su obra, Alocución a la Poesía y Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida, entre otras, aparte de los estudios sobre gramática y sus trabajos periodísticos. También por estos años, Andrés Bello acometerá sus trabajos sobre Derecho Internacional y otras materias jurídicas que alcanzarán su esplendor cuando resida en Chile, años más tarde.
En 1829 volverá a pisar el continente americano, al residenciarse en tierra chilena. Ya no es el joven de Caracas o Londres. Es el hombre en toda su plenitud de facultades y de objetivos. Tiene 48 años y viene precedido por una justa fama que se ha ganado con su talento y su trabajo. Y los chilenos saben que reciben a un hombre excepcional, que ya quisieran para sí otros países del nuevo continente.
En el país austral, Bello despliega una afanosa actividad, febril e intensa. Trabajará en diversos campos y en todos ellos dejará huella indeleble. Bello será múltiple en su esfuerzo: periodista, gramático, legislador, poeta, filósofo, educador, organizador, político. Su talento generoso entrega a su segunda patria, Chile, todo lo que pueda dar su inteligencia, agradecido, sin duda, de la hospitalidad y el cariño que le rodean.
Y allí morirá, colmado de honores, tanto o más de los que pudo recibir aquí en su país. En el fondo, su ejemplo en tierra extraña a la que lo vio nacer, no deja de ser también una forma de demostrar lo mucho que su país podía darle, y le dio, en efecto, a la causa latinoamericana.

***

A este hombre, esbozado así a grandes rasgos, par las limitaciones de tiempo y de conocimiento, es a quien venimos hoy rendir nuevamente el homenaje de la inmortalidad y el reconocimiento de todos los tiempos.
Con estas breves palabras, dichas en alta voz por quien siente profundamente los valores de la venezolanidad, y Bello es una de sus mayores glorias, cumplo el honroso encargo que sobre mis hombros pone el Concejo Municipal del Distrito Barinas. Permítanme decir, finalmente, que se trata de una tarea grata y feliz. Yo me siento estrechamente vinculado a sus directivos, y los sé ansiosos por hacer una obra de contenido popular y social. La han cumplido, a pesar de todas las dificultades de orden económico, poniendo especial énfasis en la imaginación y en la vocación de servicio que deberían ser la norma de todos los que asumen responsabilidades de dirección pública.
Aquí la dejamos, Don Andrés, en compañía de su paisaje y de su sol, cobijado por el follaje de los árboles y el arrullo de los pájaros. Permítanos sentirnos orgullosos de su presencia en esta ciudad llanera que mañana celebra un nuevo aniversario de su fundación.
Muchas gracias.