viernes, 25 de marzo de 2016

LA REVOLUCIÓN CUBANA: LA GRAN ESTAFA

Gehard Cartay Ramírez

Viendo al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llegar a Cuba -sin que lo haya precedido una invasión armada gringa, como tantas veces en casi 60 años lo anunció la dictadura castrocomunista-, y constatar como ahora esta se traga sus palabras ante el “imperio” que siempre los quiso “siquitrillar”, me vienen a la mente aquellos jóvenes que creyeron en su momento en la llamada Revolución Cubana y como esta terminó siendo una gran estafa para ellos.
A los jóvenes copeyanos nos tocó enfrentarlos por aquellos difíciles años, ya en las universidades, en los liceos o en las calles. La lucha estaba planteada entonces en el campo ideológico, pues eran dos cosmovisiones y dos planteamientos doctrinarios los que se confrontaban, tanto en el campo de las ideas como en el terreno de los hechos. El combate se libraría, en algunas ocasiones, de manera encarnizada y violenta. Pero era una confrontación, insisto, fundamentalmente ideológica, de la cual saldrían finalmente airosos los jóvenes socialcristianos, tal como lo ha demostrado fehacientemente la historia, vista desde la madura perspectiva del tiempo.
Aquellos jóvenes marxistas fracasaron entonces en su empeño y muchos se frustraron tempranamente, mientras quienes los enfrentamos desde las opciones demócrata cristiana y social demócrata nos sentiríamos luego asistidos por la razón histórica, al producirse la caída del Muro de Berlín en 1989 y, consecuencialmente, el derrumbe de la Unión Soviética y de la Europa Comunista, a lo que habría que agregar la conversión de China Comunista en una economía capitalista salvaje y la comprobación inevitable de que la Revolución Cubana sólo había sido una gigantesca mentira, hoy desfalleciente y en actitud de coquetería con aquel que calificaba como su principal adversario.
Esa competencia entre los jóvenes socialcristianos y marxistas fue también una dura lucha entre la democracia y la subversión. Tal era, ni más ni menos, el dilema de entonces. Unos luchábamos por fortalecer el sistema democrático de libertades y derechos humanos iniciado en 1958, y los otros por conducirlo hacia un régimen socialista-marxista, calcado del esquema dictatorial montado por Fidel Castro en la isla cubana, ensayo que por entonces concitaba sólidos y entusiastas apoyos entre la juventud y la intelectualidad internacional, la mayoría de los cuales, pocos años después, terminaron abandonándolo y abjurando ante una de las dictaduras más abyectas de los tiempos modernos.
Por esas ironías de la vida hoy presenciamos cómo Estados Unidos ayudará “a bien morir” a la dictadura castrista; cómo Fidel Castro no será absuelto por la historia, a pesar de haberlo dicho alguna vez; y cómo esta, en cambio, nos ha dado la razón a quienes combatimos desde el primer momento aquel espejismo.

23 de marzo de 2016.