martes, 22 de mayo de 2012

Verdades
LA HEGEMONÍA COMUNICACIONAL
Gehard Cartay Ramírez
@gehardcartay
gehardcartay.blogspot.com
El régimen avanza, sin escrúpulos, hacia lo que su cúpula definió cínicamente como “la hegemonía comunicacional”.
Esto significa, en dos platos, hacerse con el control absoluto de los medios de comunicación social del país para imponer su “verdad” y cerrar todos los espacios a la disidencia democrática. Así, la prensa escrita, la televisión, las radios y los medios digitales deben estar al servicio del actual régimen, mediante un ejercicio totalitario que liquide la libertad de expresión y de información.
Se trata del mismo formato de la Cuba castrocomunista desde hace ya 50 largos años. Allá, una televisora, varias emisoras de radio  y dos periódicos, son los únicos medios que existen y todos están al servicio exclusivo de la dictadura. Nadie distinto al régimen puede opinar en ellos. Lo único que se publica es lo que le interesa a los hermanos Castro y a su monarquía comunista. Demás está decir que la televisora, los periódicos y las radios son de pésima calidad y sumamente fastidiosos.
Aquí, entre nosotros, ese modelo castrocomunista de “hegemonía comunicacional” avanza, sin encontrar mayores resistencias. En tan perverso propósito aplica aquella máxima de algún gobernante ignorante y desvergonzado, según la cual a los medios “se les paga y, si no, se les pega”, es decir, si no los pueden comprar, entonces los cierran.
La primera víctima de esa ofensiva hacia la “hegemonía comunicacional” fue Radio Caracas Televisión, clausurada sin contemplaciones y en contra de la opinión de la mayoría de los venezolanos. Luego han sido cerradas varias emisoras radiales independientes, mientras pululan -sin cumplir los extremos legales- las mal llamadas “emisoras comunitarias”, casi todas en manos de activistas del régimen, utilizadas en función de adoctrinar y trasmitir consignas. 
La prensa escrita independiente y pluralista, que como se sabe no constituye una concesión del Estado, viene siendo también hostigada sin contemplaciones. Medios independientes y de gran calado entre los lectores, como El Nacional y El Universal de Caracas, y La Prensa de Barinas, entre muchos otros periódicos del interior del país, han pretendido ser arrodillados por el régimen, sin éxito. Se les niegan  la publicidad oficial, a la que tiene perfecto derecho, con el propósito de estrangularlos, algo que tampoco han logrado, mientras que, por otra parte, no se les pagan deudas millonarias anteriores. O se les hostigan con denuncias e investigaciones perversas por parte del sicariato institucional que conforman la Fiscalía General y la Defensoría (y que) del Pueblo.
“La hegemonía comunicacional” que adelanta el régimen es implacable. La ayudan, por una parte, los inmensos recursos financieros del presupuesto nacional, así como los nuevos ricos chavocorruptos, ya sean los propios funcionarios o sus testaferros, que andan por allí comprando cualquier medio de comunicación que puedan.
Por supuesto que no se detienen en consideraciones constitucionales o legales, mucho menos en aquellas de orden ético y moral. Funcionan como los viejos mecanismos nazicomunistas que, en su tiempo, impusieron Hitler  y Stalin y más recientemente los hermanos Castro en Cuba, a cuyo altar el régimen venezolano les riega incienso y mirra.  
Pero en esta cruzada nefasta no le faltan al régimen cómplices entre sus propias víctimas, gracias al oportunismo y la voracidad dineraria de algunos dueños de medios privados, vendidos al mejor postor. Son estos los que ceden a las presiones oficialistas para autocensurarse y cerrar espacios a la oposición democrática. O aquellos que, sin que se los pida el régimen, de motu propio aplican la autocensura. Creen que con esta farisaica actitud podrán salvar sus medios y su fortuna. Bien los retrató Lenin cuando habló de los ricos que son capaces de vender hasta la soga con la que los ahorcarán.
Ellos podrían alegar, desde luego, desde su óptica de dueños capitalistas, que pueden hacer lo que quieran con sus medios. Sin embargo, quienes los vemos, escuchamos y leemos también formamos parte de ellos. Por lo tanto, existe un compromiso con nosotros como usuarios, así como una indiscutible responsabilidad social por parte de sus propietarios.
Por esto mismo, cuando un medio se “vende” al régimen -o este lo compra-, o de alguna manera “se cuadra” con él, desprecia a sus usuarios y los traiciona al no garantizarles información veraz, oportuna y equilibrada, tal como lo manda el precepto constitucional.
Hay que enfrentar esta ominosa hegemonía comunicacional en marcha. Aún estamos a tiempo. Pero para que ello se logre, debemos derrotar democráticamente al régimen en octubre próximo.

  LA PRENSA  de Barinas - Martes, 22 de mayo de 2012