martes, 28 de agosto de 2012

Verdades
CONTRA LA REELECCIÓN Y EL CONTINUISMO
Gehard Cartay Ramírez
Nunca ha sido conveniente la reelección presidencial en Venezuela.
Nuestra historia republicana lo demuestra fehacientemente. Cada vez que un mandatario ha impuesto su reelección para perpetuarse en el poder, las consecuencias siempre fueron nefastas. En el siglo XIX las experiencias de los Monagas y Guzmán Blanco, así como las pretensiones de Andueza Palacio y Joaquín Crespo; las de Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez y Pérez Jiménez, y aún las de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera en el siglo pasado, todas ellas dejaron secuelas críticas que, de alguna manera, afectaron nuestro tránsito hacia la modernidad y la paz ciudadana.
Los venezolanos estamos presenciando desde hace 14 años la tragedia que implica las ambiciones reeleccionistas y continuistas del actual Presidente de la República. El país se ha visto dividido como pocas veces, el caudillismo presidencialista ha reaparecido como una tara indeseable, el culto a la personalidad del jefe del régimen ha llegado a extremos ridículos y al propio tiempo chocantes, mientras que el aparato del Estado es usado para beneficiar política, económica y electoralmente el proyecto de presidencia vitalicia que pretende seguir llevando adelante el führer sabaneteño, en un acto de corrupción y ventajismo nunca antes visto.
Podría argumentarse en contra de mi opinión que en algunos países la reelección presidencial o la continuidad en el poder de algún partido, no siempre han sido nefastas. Y es verdad, por cierto. Pero podría argumentarse al respecto que en esos países -Estados Unidos y Europa, por ejemplo- siempre ha existido por lo general un verdadero equilibrio de poderes, donde la jefatura del gobierno es controlada efectivamente por los Poderes Legislativo y Judicial, así como la inmensa influencia de la opinión pública, a fin de evitar el abuso corrupto del poder, el ventajismo y la utilización de los recursos públicos para beneficiar a quienes ejercen el poder, como hoy acontece en Venezuela.
Hay, además, otros hechos que coadyuvan al respecto: la existencia en aquellos países de una moral que autolimita los abusos de poder por parte de quienes gobiernan, así como normas que restringen en el tiempo a la reelección, la cual nunca es indefinida. En el caso de los regímenes parlamentarios, no siempre el líder de la mayoría partidista mayoritaria se perpetúa como primer ministro o jefe del gobierno, sino que el relevo del liderazgo dentro de aquella opera sin mayores problemas, con lo que, aún si un mismo partido gana repetidamente las elecciones, ningún líder en concreto se perpetúa en el poder.  
Pero usted, amigo lector, coincidirá conmigo en que esa racional situación no ocurre en nuestro país, lamentablemente. Y no lo digo ahora que soportamos un régimen cuasi totalitario y autoritario, cuyo jefe quiere estar en la presidencia hasta que se muera. Antes también ocurrieron abusos de poder y se produjeron ventajismos y mala utilización de los recursos públicos. Por supuesto, hay que advertirlo, nunca como hoy sucede, pero sí pudiera señalarse que, quizás por nuestra particular idiosincrasia y relajada moral desde el poder, resulta casi siempre posible que se quiera abusar del mismo, antes y ahora, pero -insisto- nunca como hoy en día.
Por eso pienso que, una vez derrotado el actual régimen el siete de octubre con la triunfante candidatura presidencial de Henrique Capriles Radonski, habrá que convocar una Asamblea Constituyente, a fin de aprobar una nueva Constitución Nacional y eliminar, entre otras cosas, la reelección presidencial indefinida y también la de gobernadores y alcaldes, así como limitar a tres períodos la de diputados nacionales, legisladores regionales y concejales.
Ya lo dijo el Libertador Simón Bolívar en su histórico Discurso de Angostura, cuando señaló que nunca una misma persona debe perpetuarse en el poder porque genera gravísimos males a los ciudadanos. Este principio bolivariano -que no gusta al actual régimen y lo olvida y esconde permanentemente- debe ser el que sirva de sustento a esa nueva disposición constitucional que elimine la reelección en todos los cargos.

Reelección es igual a continuismo
Por supuesto que la reelección trae consigo el continuismo y este, por lo general, lleva aparejado también el ejercicio corrupto e irresponsable del poder.
Tal ha sido también uno de los males históricos venezolanos, especialmente en el siglo XIX y XX y muy especialmente desde 1999. El continuismo casi siempre es pernicioso. Afloran con él, por lo general, vicios de todo tipo, entre ellos, la mineralización de prácticas corruptas y abusivas desde el poder aparte de la ausencia de nuevas ideas para gobernar y la falta de una nueva mística de servicio a la gente.
Pareciera que más bien resulta siempre conveniente la alternación de los partidos en el poder, tal como ocurrió aquí durante la República Civil, entre 1959 y 1998, siempre y cuando, como también pasó entonces, las políticas de Estado en materia petrolera, internacional, educativa, obras públicas, etc., etcétera, mantengan continuidad y seguimiento.
La naturaleza en general, y especialmente la humana, requieren por mandato de la Providencia cambios permanentes. Ya se sabe que, por ejemplo, el agua estancada se corrompe, a diferencia del agua que corre libremente. Lo mismo ocurre con los sistemas políticos y de gobierno.
Por eso, siempre es dañina la eternización de una persona en el poder, como muy bien lo advirtió Bolívar. Por eso, siempre es perjudicial la reelección a todos los niveles. Por eso, debemos apelar siempre al relevo y al cambio en la política, para hacerla más eficiente y honesta.
No hay entonces que equivocarse el próximo siete de octubre: votar por Capriles Radonski como representante del relevo y de una nueva manera de gobernar para todos, ajena a la eternización de un Presidente de por vida y garantía de los cambios que está exigiendo con urgencia el país.

LA PRENSA de Barinas - Martes, 21 de agosto de 2012. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario