LA VERDADERA ESENCIA DEL RÉGIMEN
Gehard Cartay Ramírez
Cincuenta
y seis años después del derrocamiento popular de la tiranía perezjimenista,
Venezuela vuelve a transitar el túnel oscuro de otra experiencia dictatorial.
La
afirmación parecerá exagerada para algunos. Puede sonar tremendista a otros. Y,
sin embargo, se corresponde con la verdad de estos oscuros tiempos que
padecemos los venezolanos.
Habrá, desde luego, quienes afirmen que no estamos en una
dictadura porque este artículo de opinión puede ser publicado y cada quien
puede decir todavía lo que le parezca. Sin embargo, la cosa no es tan sencilla.
Aquí quien opina asume los riesgos de hacerlo. Y ya hay televisoras cerradas,
como RCTV, periódicos quebrados por CADIVI o comprados por testaferros del
régimen, radios clausuradas, periodistas presos, etc., etcétera.
Por supuesto, no faltaran los cínicos o ingenuos que
argumentarán que aún hay elecciones. El problema es que las dictaduras también
las hacen, como bien se sabe, y siempre las ganan. Y así por el estilo.
Lo que sucede es que estamos frente a lo que pudiéramos
llamar una dictadura de nuevo cuño -con mecanismos más “refinados” y además
“legitimados” por su Poder Judicial-, muy parecida a la que el PRI mejicano
impuso por más de setenta años. Tiene también algunos visos del fenecido
régimen pinochetista, sobre todo por su acentuado carácter militarista, aunque
allá, al final, la propia cúpula militar desconoció al general Pinochet luego
de que el mismísimo régimen realizara un referendo para consultar al pueblo
sobre la conveniencia o no de su continuación. Ya sabemos los resultados de
aquel proceso que devolvió Chile a la democracia.
Aquí, sin embargo, el proceso opera a la inversa. Allá
evolucionaron de una terrible dictadura a la democracia plena. Aquí vamos al
revés. Y eso es lo que explica que aún queden ciertas rendijas democráticas que
al chavismo le ha resultado difícil cerrar. Por eso no es una férrea dictadura
como la perezjimenista, sino de otro tipo, light
si cabe el término, porque aún tiene que convivir -aunque le disguste- con
ciertas formas democráticas. Pero, en lo que le sea posible, tratará de
eliminarlas.
¿Cuáles
son los elementos que caracterizan a esta dictadura en cierto modo singular y
ya en ciernes sobre Venezuela? Son varios y todos ellos muy elocuentes.
Por
una parte, estamos frente a un régimen que no oculta su deseo de prolongarse
indefinidamente en el tiempo. Toda dictadura siempre busca ese objetivo, pues
consideran que no tienen fecha de vencimiento. Que van a estar en el poder por
siempre, tal como a cada rato lo proclaman.
Por
la otra, no puede olvidarse que toda dictadura, en especial si representa una
involución al haber obtenido el poder por la vía de los votos -casos de
Mussolini y Hitler, entre otros-, desmantela la democracia y sus instituciones
para ponerlas al servicio de su objetivo de permanecer en el poder como sea.
En
este propósito, por paradójico que parezca, las democracias -afirmaba el
intelectual francés Jean François Revel- siempre son presa fácil, por la
sencilla razón de que constituyen el único sistema que puede destruirse desde
adentro utilizando, perversamente eso sí, sus propios mecanismos, tal como
ocurre en Venezuela desde que el chavismo ganó las elecciones en 1998, luego de
haber intentado criminalmente llegar al poder por la vía del golpe de Estado.
A
este respecto, resulta obvio que la estrategia autoritaria del régimen persigue
el desmantelamiento de las instituciones democráticas y el desconocimiento de
la soberanía popular representada en el voto. Esta perversión podría agravarse
en la medida en que pierde apoyo popular y hasta de su propia gente, como lo
evidenciaron las elecciones del PSUV:
¿Habrá que recordar también la actitud represiva del
régimen, que no sólo incluye la utilización siniestra de sus fiscales y
tribunales, sino también de organismos policiales y algún componente de la
Fuerza Armada? ¿Habrá que citar, nuevamente, el creciente número de presos
políticos, exiliados y perseguidos, aparte de los viles asesinatos de
estudiantes y opositores a manos de sus fuerzas paramilitares, que hoy son
clara demostración de la naturaleza dictatorial del régimen?
¿O habrá que recordar la definitiva eliminación de la
Asamblea Nacional como parlamento y órgano de control sobre el régimen? ¿Habrá
que citar también la judicialización de la política o la politización de la
justicia para favorecer los intereses del régimen? (“Todas las sentencias del
TSJ han sido a favor del gobierno”, tituló ayer lunes El Nacional un estudio de
expertos que analizaron 45.474 fallos dictados en nueve años.)
Si la
oposición quiere derrotar un régimen como el actual debe conocer su verdadera esencia,
especialmente cuando mimetiza sus torvos propósitos y en no pocas ocasiones
utiliza estrategias distraccionistas para confundir a los adversarios. De esta
gran verdad dependerá nuestro éxito para desplazarlo en el porvenir inmediato.
Y no
podemos equivocarnos más al respecto.
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) - Martes, 02 de diciembre de 20|14.
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